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El USS  Bunker Hill , un portaaviones, fue atacado por dos kamikazes el 11 de mayo de 1945

El USS Bunker Hill , un portaaviones, fue atacado por dos kamikazes el 11 de mayo de 1945

Picotazos de historia

Valor y desperdicio: kamikazes en Iwo Jima

La misión del teniente Murakawa era causar el mayor daño a la flota, estrellando sus aviones contra las naves enemigas. Todos los pilotos japoneses eran kamikazes

El 21 de febrero de 1945 el teniente de navío Iroshi Murakawa, al mando de la escuadrilla suicida Mitate, compuesta por 32 aviones japoneses, alcanzaba a la flota norteamericana estacionada entre las islas Chichi Jima e Iwo Jima. La misión del teniente Murakawa era causar el mayor daño a la flota, estrellando sus aviones contra las naves enemigas. Todos los pilotos japoneses eran kamikazes y su acción sería la única ayuda que recibirían las condenadas tropas japonesas en Iwo Jima.

Murakawa dio orden, a cuatro de las secciones de su escuadrilla, de dispersarse y proceder al ataque. Por su parte, se reservó para sí y su sección el ataque sobre una enorme nave americana: el portaaviones USS Saratoga de 34.000 toneladas.

Primeros reclutas para pilotos suicidas kamikaze japoneses en 1944

Primeros reclutas para pilotos suicidas kamikaze japoneses en 1944

El avión de Murakawa se estrelló a proa del ascensor número uno provocando un gran incendio. El segundo kamikaze rebotó sobre la cubierta de vuelo, siendo despedido hacía el mar pero su bomba alcanzó al ascensor de proa, destruyéndolo y creando más incendios. El tercero impactó contra el costado de estribor, atravesó varios mamparos y explotó en un hangar, creando un infierno ardiente. El cuarto fue destrozado por la artillería antiaérea, a poca distancia, pero su bomba rebotó en el agua y alcanzó al USS Saratoga provocando una vía de agua bajo la línea de flotación. El quinto se estrelló contra la cubierta de vuelo creando más incendios. El sexto repitió la actuación del cuarto, destruido por los antiaéreos, su bomba rebotó en el agua y produjo un gran agujero de catorce metros en el casco del castigado portaaviones. Las bajas a bordo sumaban 123 muertos y 192 heridos.

El portaaviones de escolta USS Bismarck Sea recibió las atenciones de dos kamikazes y se hundió, llevándose al fondo a 318 miembros de su tripulación. Fue el único barco hundido durante la acción.

Ese día, en total, quedaron gravemente dañados: el USS Saratoga (quedó fuera de combate durante toda la guerra), el minador USS Keokuk ( tuvo 18 muertos y 44 heridos) y las LST ( buques de desembarco de tanques) 477 y 809. El portaaviones de escolta USS Bismarck Sea fue hundido y su compañero el USS Lunga Point sufrió leves daños que no le impidieron continuar.

El desesperado Imperio japonés transformó unos aviones de tercera o cuarta categoría –obsoletos en relación con los de sus enemigos–, dirigidos por pilotos con escasa instrucción, en bombas dirigidas de primer orden. Para ello sacrificó lo mejor de su juventud y es que aquellos jóvenes pilotos, y los que les siguieron hasta el final de la guerra, no eran enloquecidos fanáticos; estos voluntarios para el sacrificio fueron jóvenes universitarios, inteligentes, idealistas y profundamente patriotas. Lo que hacía todo ello muchísimo más lamentable.

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