Tras la pista de Mr. Josues, un espía español en la Inglaterra del siglo XVIII
El marqués de la Ensenada envió a Jorge Juan a Inglaterra para realizar una misión de espionaje industrial que sirvió para renovar la Armada española
Mr. Josues llegó a Londres en 1750 para hacer negocios en Inglaterra. En apariencia era un comerciante español normal, pero detrás de este seudónimo estaba Jorge Juan, el marino-científico que ayudó a medir el diámetro de la Tierra, y que desde su regreso se había convertido en espía para la Corona española. Su misión consistió en recabar toda la información posible sobre la industria y métodos de construcción naval que empleaba la Royal Navy en sus buques de guerra y arsenales, para poder implementar después esa tecnología en la Real Armada.
La iniciativa de aquella misión había sido del marqués de la Ensenada, que por aquellos años ocupó el ministerio de Hacienda, aunque llegó a ser secretario de Guerra, Marina e Indias. Como principal impulsor de las reformas económicas y estratégicas de España, se rodeó de grandes consejeros y convirtió a Jorge Juan en su principal asesor en cuestiones científicas y técnicas, por eso lo eligió para espiar a los ingleses.
Su misión consistió en recabar toda la información posible sobre la industria y métodos de construcción naval que empleaba la Royal Navy en sus buques de guerra y arsenales
Durante el tiempo que pasó en Londres estuvo acompañado de dos jóvenes guardiamarinas: don Pedro de Mora y don José Solano y Bote, que llegó a ser marqués del Socorro. Juntos recopilaron una valiosa información sobre los sistemas de construcción naval británicos y las características de sus arsenales, descubrieron los últimos avances en instrumentos científicos, aprendieron sobre el diseño de los diques y el método empleado para la fabricación de lacres.
Como parte de la misión, Jorge Juan consiguió reclutar a maestros constructores, carpinteros de ribera, herreros e ingenieros, que salieron de Inglaterra cruzando el canal de la Mancha de incógnito para trabajar en los arsenales españoles. Toda esa operación junto a la información que recabó Jorge Juan contó con el apoyo del embajador de España en Inglaterra. Además de la tapadera comercial, utilizaron un sistema de encriptación para las cartas que enviaba Jorge Juan desde Londres al marqués de la Ensenada, para proteger el mensaje y la identidad del espía.
En 1750, los ingleses descubrieron la tapadera de Jorge Juan y tuvo que escapar de Inglaterra con rapidez antes de que lo detuvieran. Cruzó a Francia disfrazado de marinero y desde allí regresó a España. Cuatro años después de este suceso, el marqués de la Ensenada fue destituido al destaparse una intriga palaciega promovida por Ricardo Wall, embajador español en Londres y enlace de Jorge Juan durante su estancia.
A pesar de este desenlace, la misión fue todo un éxito por la información y mano de obra especializada que consiguió traer a España. Es más, el marino español se basó en los conocimientos que aprendió durante su misión de espionaje en Inglaterra para unir lo mejor de las técnicas de construcción inglesas y la tradición naval española. Así creo su propio sistema de construcción de navíos, con planos más detallados de los navíos a construir, y empleó piezas más pequeñas que podrían utilizarse en varios buques.
Esto favoreció la construcción en serie, el aprovechamiento de la madera y, por tanto, una reducción de los costes. Jorge Juan recopiló en su Examen marítimo theórico práctico todos los conocimientos mecánicos, navales y matemáticos sobre su sistema. Algunos de los constructores ingleses que reclutó fueron los encargados de llevar a la práctica el «sistema Jorge Juan», como Edward Bryant, que construyó los navíos Velasco y San Genaro. Mientras, Matthew Mullan, lideró en La Habana la construcción del navío Real Carlos, un imponente buque transoceánico que sirvió de modelo para la Santísima Trinidad, el mayor navío de su tiempo.
Jorge Juan no solo renovó la construcción naval, por orden real se le encargó la supervisión de las obras de los arsenales de Ferrol, Cartagena y La Carraca, en las que introdujo grandes mejoras. En el arsenal de Cartagena diseñó y supervisó la construcción del primer dique de todo el Mediterráneo en el que se podía reparar en seco los buques, gracias a unas bombas de achique que retiraba el agua de los diques. Con avances como este consiguió modernizar y renovar la Real Armada.