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28 de junio de 2024

Busto de Jorge Juan

Modelo de uno de los navíos diseñados por Jorge JuanPaula Argüelles

El San Fernando, uno de los navíos que diseñó Jorge Juan tras robar los secretos navales de Inglaterra

En el dilatado número de navíos que sirvieron con la Real Armada ilustrada, el San Fernando ha vuelto a salir a la palestra, ya que unas recientes prospecciones arqueológicas apuntan a que se ha podido encontrar su pecio

Desde hace algún tiempo se viene trabajando en confirmar si el pecio que descansa en aguas de San Pedro de Alcántara (Marbella) pertenece al San Fernando, construido en Ferrol bajo el sistema de Jorge Juan, botado en 1750 y que se perdió en 1760. En otros artículos (el del San Juan Nepomuceno) ya se han dado algunos datos sobre el sistema 'a la inglesa' del marino, científico y constructor alicantino, del que este navío fue uno de los ocho prototipos, junto al igualmente ferrolano Asia, el gaditano África, el cartagenero Septentrión y los cuatro –habitualmente olvidados– construidos en el Real Astillero de Guarnizo Serio, Soberbio, Arrogante y Poderoso.

El «sabio español» llevó la innovación por bandera con estos buques, ya que apostó por una ligera estructura con menor porcentaje de clavos de hierro sustituidos por cabillas de madera –a la postre uno de los problemas de su sistema–, junto a un eficaz consumo de roble y pino que permitía construir y mantener más buques con la misma cantidad de recursos forestales extraídos de los bosques españoles y comprados en el Báltico.

Jorge Juan diseñó sus cascos con una eslora de 84 codos o 48 metros, 21 codos o 12 metros de manga máxima y un porte de 70 cañones. Este último dato es muy interesante, ya que el porte lo definía la máxima capacidad de montaje de piezas de artillería, 70 en este caso, pero no siempre se montaban todas las que se podía, de ahí que en ocasiones un 70 pudiera llevar hasta 74, como el San Juan Nepomuceno, o menos como nuestro San Fernando, que era de 68.

Dentro de su condición de prototipo, podríamos decir que la misión fundamental de estas naves sería la de probarlas a fondo para poder analizar el sistema, encontrar sus defectos y virtudes, cómo se haría entre 1751 y 1754, año este último, en que se celebraría la Junta de Constructores en Cádiz y se procedería a corregir los primeros, aprovechando las soluciones tradicionales en la construcción naval española. Después de la subsanación, la Real Armada pudo contar con un mejor navío de línea para cumplir con las misiones que se le encomendaran, como fue cruzar el atlántico en 1755 hacia Veracruz y nuevamente en 1757 hacia el puerto mexicano, del que regresaría, previa escala en La Habana en 1758, a Cádiz.

La última misión que se le encomendó desde la Marina de Guerra fue la de realizar una singladura desde la capital gaditana hacia Cartagena, transportando diferentes materiales y pertrechos necesarios en el Arsenal, siendo mandado por el comandante Jerónimo de Argomedo. El teatro de operaciones del mare nostrum nunca fue fácil en el «siglo de las luces», ya que estaba plagado de corsarios argelinos y berberiscos que llevaban siglos acechando las costas españolas.

El día 16 de octubre de 1760 el San Fernando inició su travesía en conserva del Terrible y del Astuto, pero el día 18 se levantó una peligrosa tormenta que se saldaría con que sus dos navíos compañeros sí pudieron alcanzar los puertos de Málaga y Almería, pero el ferrolano no corrió la misma suerte, embarrancando en unos bajos de arena próximos a Marbella, en medio del siempre posible hostigamiento de los enemigos norteafricanos, debido a los daños que sufrió en el timón que le dejaron sin gobierno.

Don Jerónimo organizó un salvamento del buque de su mando, que se extendería durante varios meses, siendo absuelto de cualquier responsabilidad en el Consejo de Guerra que se celebró meses después. Los daños materiales eran cuantiosos con un navío de 70 cañones varado, aunque se pudieron rescatar buena parte de los enseres, artillería y otros materiales, hubo que lamentar el fallecimiento de 19 héroes españoles cuyas vidas fueron segadas en el naufragio y cuya actuación en el acontecimiento fue de todo menos fácil. Finalmente, solo me falta destacar el preciso trabajo que se está realizando desde el Centro de Arqueología Subacuática de Cádiz para estudiar su pecio y poder confirmar si se trata de el del San Fernando o de otro buque.

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