De espía en Inglaterra a oficial de la Real Armada: la trepidante vida de Jorge Juan
Una exposición temporal sobre Jorge Juan en el Museo Naval de Madrid recupera la memoria del marino científico en el 250 aniversario de su fallecimiento
En el callejero de varias ciudades españolas aparece el nombre de Jorge Juan, pero lo que muy pocos saben es que detrás de esas placas está uno de los marinos ilustrados españolas más importantes del siglo XVIII. A lo largo de su vida impulsó las ciencias como parte esencial de la formación militar, participó en la misión científica de la medición del meridiano, fue espía en Inglaterra y embajador extraordinario en Marruecos, creó un nuevo sistema de construcción naval y supervisó la construcción de los nuevos arsenales de Ferrol y Cartagena. Esta trayectoria nació durante su juventud cuando descubrió su verdadera vocación militar y científica.
Jorge Juan nació el 5 de enero de 1713 en Novelda, una Villa ubicada a varias horas a pie de Alicante. Su familia era de alta alcurnia, perteneciente a la rama de los Condes de Peñalba, pero a los tres años quedó huérfano de padre. Gracias a su tío, Antonio Juan, pudo continuar sus estudios en el colegio de los jesuitas de Alicante, donde permaneció poco tiempo, porque marchó a Zaragoza para continuar su formación con su otro tío, Cipriano Juan, que era Caballero de la Orden de Malta.
Sin duda, estos años marcarían al joven, porque en 1725 Jorge Juan, siguiendo los pasos de su tío, viajó hasta a la isla de Malta con la intención de ingresar en la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén. Solo tenía 12 años. Durante su adiestramiento embarcó por primera vez en las galeras que batallaban en las aguas del Mediterráneo contra las naves de los corsarios berberiscos, «herejes que atacaban naves y ciudades costeras», según los define Miguel Sanz, secretario personal de Jorge Juan.
En los cuatro años que permaneció en Malta fue paje del Gran Maestre de la Orden de Malta, cargo que por aquellos años ocupó el portugués Antonio Manoel de Vilhena. En 1729, a sus 16 años, Jorge Juan regresó a España y se trasladó a Cádiz para iniciar su carrera de Marina. Logró ingresar un año después en la Real Academia de Guardiamarina de Cádiz, donde se formó como oficial de la Armada.
Primeras misiones en el Mediterráneo
Recién nombrado subrigadier, Jorge Juan navegó durante los siguientes tres años por el Mediterráneo. Entre las cuatro campañas que realizó, destacó la famosa expedición de Orán en 1732, en la que participó a bordo del navío Castilla, al mando de don Juan Navarro, marqués de la Victoria.
La expedición, bajo el mando del conde de Montemar y don Francisco Javier Cornejo, reunió en el puerto de Alicante una flota de más de 500 navíos con el objetivo de reconquistar Orán y Mazalquivir, dos plazas bajo dominio otomano que perdió España durante la guerra de Sucesión. Con solo 20 años, el joven marino embarcó de nuevo en el Navío el León, que formaba parte de la escuadra del ilustre Blas de Lezo. Este sería su último destino como guardiamarina.
En 1733 la armada se hizo a la mar desde Alicante, para interceptar y atacar a unas naves otomanas. No hubo enfrentamiento. Estuvieron esperando casi 50 días, lo que originó una epidemia a bordo provocada por el mal estado de los alimentos. Murieron 500 hombres y hubo muchos enfermos, entre los que se encontraba Jorge Juan. Desde Cerdeña pusieron rumbo a Málaga, donde atendieron a los enfermos. Jorge Juan confesó a su secretario personal, Miguel Sanz, que le debió la vida al cónsul de Malta en Málaga, D. Damián Valentín Rosique. Un año después regresó a Cádiz ya recuperado.
Por delante le esperaba la primera y mayor aventura científica de su vida, su participación en la expedición francesa para la medición del meridiano, que bien merece un artículo propio. Sin embargo, Malta, Cádiz y el Mediterráneo fueron las primeras experiencias de un currículum dedicado a la renovación del pensamiento científico de la Gran Armada, «sin pretender otro fin que conseguir la verdad y ponerla al servicio del estado y al mayor beneficio de la patria», en palabras de Jorge Juan.