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07 de septiembre de 2024

Onésimo Redondo

Onésimo RedondoEFE/Mejorada con IA

Onésimo Redondo y los soldados de Salamina: el nacional sindicalismo

Un pequeño grupo, los falangistas y los jonsistas, comprendieron que el peligro totalitario comunista era grande y podía hacer de España una colonia de la URSS

El nacional sindicalismo se constituye como un ideario que asume varias cosas: la injusticia social española en los años 30, el predominio de la solución comunista como remedio y la ineficacia del sistema liberal burgués para resolver la situación de opresión y pobreza en que vivía gran parte del campesinado y del proletariado español. La democracia también resultaba ineficaz en la contención de extremismos durante los años de la República. Un pequeño grupo, los falangistas y los jonsistas, comprendieron que el peligro totalitario comunista era grande y podía hacer de España una colonia de la URSS. Son, aunque le pese a Javier Cercas, los auténticos Soldados de Salamina, aquellos que salvaron la civilización occidental frente a las tentaciones de sátrapa oriental de Stalin/Jerjes.

El nacional sindicalismo sirvió para la edificación de España en el siglo XX

Los Soldados de Salamina, además, por toda recompensa, alcanzaron la muerte, como Jose Antonio, Ramiro, Onésimo. Más tarde, algunos jonsistas ocuparon puestos de responsabilidad en el franquismo, en Trabajo, Vivienda y otros ministerios y guiados por una parte del ideario nacional sindicalista consiguieron la transformación social de España, que se convirtió en el cimiento de nuestra democracia actual. Las leyes de trabajo, la protección al obrero, los seguros del campo, etc. arrancaron en ese momento. Cada época histórica tiene necesidades concretas: el nacional sindicalismo sirvió para la edificación de España en el siglo XX, algo que, por las desgracias de nuestra historia decimonónica, no se había producido. De alguna manera, misteriosa, se llevó a cabo, y fue muy beneficioso para España.

En cuanto a Onésimo Redondo puntualizar tres temas:

1. Encarcelamiento

Onésimo fue encarcelado en marzo de 1936 junto con el resto de los jefes de Falange, José Antonio y Ramiro Ledesma por orden de la República. Ya lo había vaticinado Onésimo «Si gana el Frente Popular vamos todos a la cárcel». El pretexto fue posesión ilegal de armas en un país cuajado de facciones y partidos armados, un hecho arbitrario y caprichoso. Otros cientos de falangistas fueron apresados. José Antonio nunca salió de prisión y fue asesinado en Alicante en noviembre, Ramiro fue liquidado en las sacas de presos de Madrid en agosto. Los presos de Falange recibieron el nombre de «presos gubernativos», nombre que da idea del despotismo del gobierno de entonces.

Originalmente preso en la cárcel de Valladolid, Onésimo fue trasladado con sus compañeros a la cárcel de Ávila, escoltado por guardias de asalto. El objetivo inconfesado era intentar aplicarles la ley de fugas en el traslado y matarlos, pero los guardias de asalto de Castilla no fueron como los de Madrid con Calvo Sotelo, más tarde. No lo mataron. En la cárcel mantuvo alta la moral de sus compañeros con gimnasia diaria y el rezo del rosario. Hizo huelga de hambre para que les devolviesen en prisión la misa diaria. Vehemente y apasionado en la acción, su forma de ser era tal que Areilza describiría su temple años más tarde a la hija mayor de Onésimo «Nunca he conocido a nadie con menos vanidad personal». Lo demostró teniendo el carné nº 6 de Falange de las JONS. Católico profundo fue siempre muy exigente consigo mismo y muy indulgente con los demás.

2. «Las patrullas del amanecer»

El 19 de julio de 1936 un grupo de Guardias Civiles de Ávila, entre los cuales estaba el abuelo de Sonsoles Espinosa, esposa de ZP, abrieron las puertas de la cárcel y los falangistas fueron liberados. Los guardias civiles de Ávila tomaron partido por el bando sublevado y se negaron a distribuir armas al pueblo. Onésimo emprende el retorno a Valladolid, no lo sabe, pero le quedan 4 días de vida. Hugh Thomas y Francisco Umbral inventaron unas supuestas patrullas del amanecer que son más bien la versión nacional de lo que efectivamente sucedía en la España republicana. Las patrullas patraña. Umbral llegó a reconocer que era un invento, que era una ficción novelada de su libro «Capital del dolor». Confesó que había creado un personaje imaginario, en carta pública de respuesta a Mercedes Sanz Bachiller, viuda de Onésimo que le había escrito, anonadada por la calumnia.

Por lo tanto, Onésimo no se dedicó jamás a organizar la represión en la retaguardia. Era materialmente imposible en cuatro días ocuparse del frente, prioridad de la guerra, y a la vez formar escuadras que, siempre según la propaganda, habrían asesinado a centenares de republicanos en Valladolid. Intervino un par de veces en la radio, una el 22 de abril «Redimir al proletariado» y otra el mismo 24 «A toda la tierra de Castilla y León, la patria resucita». Hacía meses que no estaba con su mujer ni con sus tres hijos muy pequeños. Onésimo fue al Alto del León cada uno de esos 4 días desde Valladolid, a infundir ánimo y valor a los combatientes nacionales. Así murió un 24 de julio, camino del frente, en la gasolinera de un pueblo.

3. Muerte

Fue asesinado por milicianos de la FAI que formaban parte de la columna Mangada y que se habían adelantado, rompiendo las imprecisas líneas de un frente que aún no estaba consolidado, en el pueblo segoviano de Labajos. No existen pruebas que apoyen ninguna otra versión de los hechos.

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