Picotazos de historia
El depredador más peligroso de Australia que amenaza el país desde el siglo XVIII
Creo que todos sabemos la diferencia entre salvaje y domesticado cuando nos referimos a animales, pero entre estos dos tipos pueden existir términos que nos lleven a confusión. Me estoy refiriendo a términos como cimarrón o asilvestrado. Cuando un animal ha sido domesticado (perro, gato, caballo, etc.) y tras haber convivido con el ser humano son deliberadamente entregados a la naturaleza o huyen a ella se convierten en cimarrones y se asilvestran.
Técnicamente, pasa a ser un animal salvaje y sin dueño y pueden dar lugar a agrupaciones (más o menos grandes) hasta transformarse en una plaga, como sucedió con los conejos en Australia. Por otro lado, la aparición de una especie foránea puede alterar el ecosistema pero también dar lugar a una coevolución de las especies: una mutua adaptación.
En esta situación encontraremos a los caballos que Cristóbal Colón llevó en su segundo viaje y que formarían las manadas de caballos cimarrones de raza Mesteña o Mustang, como los llamaron los anglosajones, y que cambiarían la forma de vida del indio norteamericano.
Pero antes he mencionado Australia con motivo de sus conejos. Ahora, con su permiso, quisiera hablarles de una plaga, tal vez no tan espectacular como la de los conejos, pero mucho más costosa y peligrosa que azota este país. Quisiera hablarles de los gatos asilvestrados de Australia.
Introducidos a finales del siglo XVIII como mascotas o animales de compañía, la primera noticia que tenemos de la formación de colonias de gatos asilvestrados es en las afueras de Sydney en torno al año 1820. Por cierto, una precisión, y es que un gato callejero no es un animal asilvestrado, ya que no ha podido salirse del entorno del ser humano.
En la década de 1880 se soltaron más gatos con idea de que surgiera un depredador que pusiera coto al desenfrenado desarrollo de los conejos en algunas áreas de Australia. El éxito de la iniciativa fue relativo, ya que si bien los gatos cazaron conejos, pronto descubrieron que la caza de las especies autóctonas suponía mucho menos esfuerzo y una mayor posibilidad de captura.
Una de las especies más icónicas de Australia es un pequeño marsupial conocido como Bilby, del que hay dos especies: una grande y otra pequeña. Ambas están en peligro de extinción debido a que son una de las presas favoritas de los gatos asilvestrados. Se calcula que en toda Australia apenas quedan unos 9.000 individuos de cada especie y siguen disminuyendo.
La actuación de los gatos sobre la fauna local ha sido silenciosa pero continua. Al actuar entre la fauna, y esporádicamente entre los animales de granja y las mascotas, su influencia en el ecosistema quedaba tapada por la espectacularidad del desarrollo de otras especies como los conejos o los jabalíes (que los australianos matan usando avionetas). Precisamente por la reciente —apenas unos cuarenta años— preocupación por la ecología y en un ecosistema tan delicado como el australiano, se decidió la creación, en el año 2002, de un Consejo de Especies Invasoras.
Este organismo no gubernamental crea informes a cerca del impacto de cierto tipo de especies invasoras para alertar sobre los peligros que representan, al tiempo que asesora y busca soluciones conjuntamente con los gobiernos de los diferentes estados de la Mancomunidad Australiana (nombre oficial de la nación). El trabajo que desarrolla este organismo es serio y está lejos de politización alguna. Sus integrantes son científicos reputados y el objetivo es buscar soluciones no promover ideología.
Desde el primer momento que el Consejo empezó a presentar informes sobre el impacto de los gatos asilvestrados, estos parecieron exagerados debido a lo desproporcionado de las cifras que presentaban. Será a partir del informe del año 2010 que el gobierno australiano empezó a tomarse en serio los informes del Consejo de Especies Invasoras en relación con los gatos asilvestrados y emitió una directiva a los gobiernos de los diferentes estados para que trabajaran con este organismo.
Y es que el informe, cuyas cifras se estudiaron y analizaron hasta que se demostraron reales, daban unos resultados demoledores. Según este, los gatos asilvestrados mataban, anualmente, en Australia en torno a: 815 millones de mamíferos, 256 millones de pájaros, 466 millones de reptiles, 92 millones de sapos y ranas y unos 1.086 millones de invertebrados de todo tipo. Además, el informe del Consejo afirmaba que los gatos habían tenido intervención directa en la extinción de 33 especies de mamíferos nativos, intervención que había sido decisiva en, al menos, 25 casos. El informe también indicaba que los felinos eran los principales agentes transmisores de la Toxoplasmosis.
Un estudio económico, posterior al informe del año 2010, en relación al impacto económico de los gatos asilvestrados en los últimos cuarenta años, arrojaba cifras por encima de los 20.000 millones de dólares australianos. Piensen que el mismo informe, en relación con los conejos, que suponen la segunda plaga en importancia en Australia, según el Consejo de Especies Invasoras, durante el mismo periodo de tiempo generaron perdidas económicas por valor de algo más de 3.000 millones de dólares. Y es que los gatos asilvestrados apenas tienen depredadores naturales excepto el dingo (un tipo de perro salvaje) y el águila audaz (Aquila audax, especie autóctona). En aquellas áreas donde no se encuentran estas dos especies, el gato ocupa la cúspide de los depredadores.