La «Navaja Nacional» que acabó con 16.000 personas durante la Revolución Francesa
La guillotina en Francia se utilizó por última vez 1977, para cumplir con la pena de muerte de Hamida Djanoubi, un asesino en serie
Más de 16.000 personas perdieron la cabeza, literalmente, durante la Revolución Francesa. Los revolucionarios habían ideado una nueva manera de ejecutar, más rápida, limpia e «igualitaria». La forma más habitual de ajusticiar a los reos hasta entonces era la horca o la decapitación manual por medio de un verdugo, que durante los años de la revolución siguieron trabajando sin descanso. El mecanismo de la guillotina no era algo nuevo, máquinas similares se habían utilizado antes en otros países europeos. Ahora bien, ¿Por qué la Revolución necesitaba un nuevo sistema de ejecución?
Los revolucionarios habían ideado una nueva manera de ejecutar, más rápida, limpia e «igualitaria»
En un contexto de conflicto social en el que la monarquía había caído en pro de un nuevo estado que aspiraba a convertirse en República, el terror gobernaba Francia, había cientos de detenciones –gran parte de ellas sin juicios previos o garantías–, las cárceles estaban llenas y los revolucionarios estaban inmersos en la creación de un nuevo código civil, unas leyes para todos los ciudadanos.
La Asamblea Nacional debatió cómo debía ser el nuevo código penal, que incluía la votación sobre la abolición o continuidad de la pena de muerte. En junio de 1791, la mayoría de los diputados votó a favor de la pena capital. Ahora los «ciudadanos diputados» necesitaban redactar los detalles de cómo y a quién se aplicaría. Es ahí donde se abrió un nuevo debate en el que aparece el nombre de Joseph-Ignace Guillotin, médico y miembro de la Asamblea Nacional, que defendió un método de ejecución más humana, que cumpliera con el principio de igualdad que defendían los revolucionarios.
A pesar de que su apellido de nombre a la guillotina no fue Guillotin su inventor, fue otro médico: el cirujano Antoine Louis quien diseñó el mecanismo de la «navaja nacional». La construcción estuvo a cargo del fabricante de instrumentos alemán Tobias Schmidt, con el asesoramiento del verdugo de París, Charles-Henri Sanson.
La «navaja nacional» del Terror
La primera ejecución registrada se realizó el 25 de abril de 1792, pero desde entonces su uso se popularizó. El filo de la cuchilla cortó también de un tajo la cabeza del rey Luis XVI en 1793, meses después fue el turno de María Antonieta y de tantos otros.
La revolución se convirtió en una tiranía que tenía a Robespierre como líder indiscutible. Empezó lo que pasó a la historia como el Reinado del Terror (1793 – 94), un periodo de dos años llenos de muerte, destrucción y terrorismo de Estado, auspiciado por personajes como Marat, que difamaba y llamaba a la persecución de católicos, monárquicos y oponentes políticos girondinos con artículos que publicaba en su panfleto El Amor del Pueblo.
De forma paradójica, muchos revolucionarios como Robespierre murieron bajo el fijo que ellos mismos habían empleado para terminar con otros ciudadanos. Se implementó la máxima de la igualdad recogida en el código penal: «a todo condenado a muerte se le cortará la cabeza», y la decapitación a través de la guillotina se convirtió en un símbolo de la Revolución Francesa.
Después su uso se extendió por otros países europeos como Suecia, Bélgica, Alemania o Rusia hasta que fue reemplazada por métodos más modernos o se abolió la pena de muerte. En Francia siguió utilizándose durante los siguientes 150 años. La última ejecución se realizó en 1977, para cumplir con la sentencia a muerte de Hamida Djanoubi, un asesino en serie que había acabado con la vida de varias mujeres de forma macabra. En septiembre de ese año, en la cárcel de Les Baumettes, se cumplió la sentencia judicial.