
Camille Claudel en 1884
Picotazos de historia
Camille Claudel, la escultora que desafió a Rodin y fue condenada al olvido
Rodin quedó muy impresionado con el trabajo de Camille, tanto que, al año siguiente, la incorporó a su propio taller. En muy poco tiempo, la relación entre maestro y alumna se convirtió en algo mucho más intenso y complejo
Hija de Louis Prosper Claudel, registrador de hipotecas, y de Louise Cerveaux, hija de un médico y sobrina del cura de la pequeña población de Fère-en-Tardenois, en el departamento francés de Aisne, nació Camille Claudel (1864-1943). Fue la segunda de cuatro hijos y, sin embargo, la mayor, pues su hermano primogénito falleció siendo muy niño.
Desde muy pequeña mostró una marcada inclinación artística, así como una gran habilidad y fascinación por la escultura y el modelado. Esta afición fue alentada y protegida por su padre. Su madre, en cambio, veía con horror las inclinaciones de la niña, considerándolas poco femeninas e inútiles.

Camille Claude
En 1882 ingresó en la academia de arte que había abierto en París el pintor Filippo Colarossi, donde las mujeres eran aceptadas en igualdad de condiciones con los hombres, algo bastante inusual para la época. Uno de sus profesores fue el pintor Alfred Boucher, amigo de la familia Claudel y quien dio las primeras orientaciones a la joven Camille.
Boucher, al recibir un premio con encargos oficiales, tuvo que viajar a Roma. Por este motivo, se puso en contacto con su amigo, el escultor Auguste Rodin, para que se hiciera cargo de sus clases en la academia de Colarossi. Este simple acontecimiento tendría un enorme impacto en la vida de la joven.Rodin quedó muy impresionado con el trabajo de Camille, tanto que, al año siguiente, la incorporó a su propio taller. En muy poco tiempo, la relación entre maestro y alumna se convirtió en algo mucho más intenso y complejo. Camille fue su amante, musa, modelo, colega y colaboradora. En sus cartas, Rodin llegó a admitir: «La consulto todo, se ha convertido en mi más extraordinaria ayudante».

Camille Claudel y Jessie Lipscomb en el taller de Rodin, ca. 1899
Cuando se conocieron, él tenía 42 años y ella 19. Rodin llevaba veinte años junto a su exmodelo y amante Rose Beuret, a quien nunca abandonó y con quien acabaría casándose. La historia de amor entre Camille y Rodin fue bien conocida en los círculos artísticos y sirvió de inspiración para una obra del escritor noruego Henrik Ibsen.
Para 1886, el estilo artístico de Camille se encontraba muy influenciado por Rodin. Con el tiempo, sin embargo, se alinearía con las nuevas tendencias del Art Nouveau. Su inteligente uso de las curvas y veladuras, por su parte, precedió al Modernismo. Su obra alcanzó reconocimiento, y su amante, Rodin, defendió con pasión su creatividad y genio. Paradójicamente, esto sería su mayor desgracia, pues siempre sería identificada como una seguidora de su estilo.
La relación con Rodin, marcada por la tensión artística y emocional, terminó en 1892. Camille necesitaba una mayor independencia creativa y él no podía romper con su compañera de toda la vida, Rose Beuret. En un intento de librarse de la influencia de Rodin y afirmarse como artista, su obra se volvió más realista y menos idealizada, mostrando con cruel sinceridad los estragos de la vejez, como en su escultura Torso de Cloto.

Escultura en yeso realizada por Camille Claudel en 1893
Camille abrió un estudio en el Quai de Bourbon, en París, donde trabajó y vivió prácticamente recluida hasta su internamiento en una institución psiquiátrica.
A partir de su separación de Rodin, el carácter de Camille cambió progresivamente, algo que al principio se atribuyó a sus conflictos emocionales y a la tensión creativa. Sin embargo, a partir de 1905, comenzó a manifestar síntomas preocupantes. Desarrolló ideas obsesivas de carácter paranoide y una marcada manía persecutoria que la enfrentó con su entorno. Rompió con la condesa de Maigret, su generosa mecenas, se aisló y se encerró en su estudio, negándose a ver a familiares y amigos.
Su familia quiso internarla en un psiquiátrico, pero su padre se opuso con firmeza y la defendió hasta el final. Falleció el 2 de marzo de 1913. Apenas cinco días después de su muerte, su madre y su hermano consiguieron que un médico certificara que la artista padecía demencia paranoide, desnutrición y alcoholismo. El 10 de marzo, Camille fue ingresada en el centro psiquiátrico de Ville-Évrard, en el departamento del Sena-Saint-Denis.
Para la familia, la enfermedad de Camille se convirtió en un estigma vergonzante del que no se hablaba, especialmente para su hermano Paul Claudel, diplomático y poeta, quien temía que tener una hermana internada afectara su ascenso social. Los amigos de Camille, con Rodin a la cabeza, intentaron iniciar campañas para su liberación, pero el estallido de la Primera Guerra Mundial eclipsó cualquier intento.
En 1915, debido a la necesidad de convertir Ville-Évrard en un hospital para heridos de guerra, Camille fue trasladada al manicomio de Montdevergues, en la región de Provenza, donde permaneció internada hasta su muerte.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen de la Francia ocupada impuso una serie de disposiciones que dieron lugar al denominado «exterminio suave», por el cual miles de enfermos mentales, personas con síndrome de Down y otros pacientes con discapacidades fueron abandonados a su suerte, condenados a morir por hambre, frío y falta de cuidados.
Más de 45.000 personas perecieron de esta forma en la Francia ocupada. Entre ellas, Camille Claudel, quien falleció el 9 de octubre de 1943, a las 02:00 horas. Su cuerpo fue enterrado en la sección del cementerio local destinada a los pacientes del psiquiátrico. Ningún familiar acudió a su entierro ni reclamó su cuerpo. Con el tiempo, sus restos fueron trasladados a una fosa común y se perdieron definitivamente cuando esa zona del cementerio fue recalificada.
La obra de Camille Claudel nunca fue olvidada, a diferencia de ella y de tantos otros locos de los que Francia intentó deshacerse en silencio. En la década de los ochenta, su figura comenzó a recibir el reconocimiento que merecía. Su obra, separada definitivamente de la sombra de Rodin, se distingue hoy como una de las más relevantes de su tiempo.
Sin embargo, resulta imposible ignorar las circunstancias de su encierro y su trágico final.