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US President Joe Biden and Brazilian President Luiz Inacio Lula da Silva walk to the Oval Office for a meetinig at the White House in Washington, DC, on February 10, 2023. (Photo by Alex Brandon / POOL / AFP)

Luiz Inacio Lula Da Silva y Joe Biden, en la Casa BlancaAFP

Estados Unidos

La confusa política exterior de Joe Biden

La Casa Blanca trata de proteger a EE.UU. de los supuestos estragos de la globalización y el mercantilismo chino, pero predica las virtudes de las alianzas y solidaridad de la comunidad internacional

Las ideas del Gobierno de Biden sobre la relación entre política económica y política exterior han sido confusas desde el principio. Por un lado, la Casa Blanca trata de proteger a Estados Unidos de los supuestos estragos de la globalización y el mercantilismo chino. Por otro, predica las virtudes de las alianzas y la solidaridad de la comunidad internacional. Estos dos objetivos han chocado abruptamente.

La administración Biden ha ignorado las súplicas de los aliados de Asia Oriental para ayudarles a reducir su dependencia económica de China. Los vecinos de China no quieren alabanzas a la democracia ni posturas militares que puedan aumentar el riesgo de guerra. Lo que quieren es un camino hacia la prosperidad que debilite el control económico de China sobre ellos.

El eje económico de la política exterior de Biden solo parece interesado en las vicisitudes de la política interna estadounidense

Australia, Japón y Corea del Sur, por ejemplo, han pedido a Estados Unidos que se comprometa más seriamente con el libre comercio en el Indo-Pacífico. Más que tratar simplemente de aislar a Pekín. Washington necesita elaborar una política económica positiva que persuada a sus aliados de desarrollar mercados y cadenas de suministro independientes de China.

La administración no se atreve a retomar la Asociación Transpacífica, el pacto comercial asiático negociado cuando Biden era vicepresidente. La ley CHIPS (Creating Helpful Incentives to Produce Semiconductors for America) no impide que las empresas estadounidenses utilicen materiales chinos ni penaliza a China por la adquisición ilícita de tecnología, y de hecho podría acabar ayudando a las empresas chinas, ya que las empresas estadounidenses que reciben subvenciones podrían seguir dependiendo de cadenas de suministro que conducen a China.

Los Departamentos del Tesoro y de Comercio de Biden también tienen un historial irregular en la aplicación de los controles a la exportación. Además, su administración permitió que la autoridad de promoción comercial (legislación que permite al Congreso votar solo sí o no a los tratados comerciales) caducara en 2021, lo que garantiza que ningún acuerdo comercial pueda ratificarse ahora sin enmiendas del Congreso.

Ha mantenido la mayoría de los aranceles de la administración Trump, incluso los dirigidos hacia países aliados, como las restricciones al acero de la Unión Europea

Ha mantenido la mayoría de los aranceles de la administración Trump, incluso los dirigidos hacia países aliados, como las restricciones al acero de la Unión Europea. Y ha amargado a los aliados al conceder mayores subsidios a las empresas estadounidenses a través de la Ley de Reducción de la Inflación.

Seguridad

En materia de seguridad, la política exterior de la administración Biden también ha sido confusa desde el principio.

Muchos funcionarios del gobierno reconocen este peligro. En mayo de 2021, el comandante del Indo-Pacífico, almirante Philip Davidson, declaró ante el Congreso que lo más probable es que China ataque o intente bloquear Taiwán de aquí a 2027.

Avril Haines, directora de inteligencia nacional, calificó de «aguda» la probabilidad de que China ataque Taiwán de aquí a 2030. Bill Burns, director de la CIA, coincidió en ese juicio. Jake Sullivan, asesor de seguridad nacional, presentó una Estrategia de Seguridad Nacional que calificaba los próximos diez años como «una década decisiva para configurar los términos de la competencia, especialmente con China».

Sin embargo, las actividades y el presupuesto del Departamento de Defensa no reflejan nada de esa urgencia. El presupuesto de defensa para 2022 incluyó 109.000 millones de dólares de gasto en cuestiones como la falta de vivienda, el cambio climático y la investigación en salud pública que no potencian el poder militar y que deberían ser responsabilidad de otros departamentos gubernamentales.

Lo que realmente importa es mejorar la capacidad militar para luchar y ganar guerras

El Instituto Internacional de Estudios Estratégicos evaluó en 2021 que este aumento era insignificante y que dejaba claro que la administración Biden no está intentando hacer cambios significativos. Según los especialistas en defensa, lo que realmente importa es mejorar la capacidad militar para luchar y ganar guerras, aumentar los arsenales de armas esenciales y ayudar a los aliados a mejorar sus fuerzas armadas.

Ahora, «el asunto del globo espía chino» ha mostrado que los canales de comunicación entre Pekín y Washington están rotos cuando más se necesitan. La experta en China, Susan Shirk profesora de la Universidad de California y que fue diplomática en el Departamento de Estado bajo la presidencia de Bill Clinton, encuentra el caso «extremadamente preocupante» pues según ella «la dificultad de comunicarse con los chinos en una crisis es un grave problema». De hecho, el Secretario de Exteriores, Antony Blinken, iba a viajar a Pekín para establecer nuevos canales de comunicación, pero su visita se ha cancelado debido al incidente.

En otra parte del mundo, la administración norteamericana está fuertemente implicada, junto a sus aliados europeos de la OTAN, en la defensa de Ucrania, en la entrega de armamento, en frenar militarmente a Rusia en Europa Central con un, cada vez mayor riesgo, de aumento de escalada.

La otra América, la del sur

Así mismo, el Sur del continente americano ha dado un giro político hacia gobiernos que ofrecen dudosas garantías democráticas: nuevos populismos de una izquierda extremista y reciclada que, según muchos analistas, han alcanzado el poder bajo el auspicio secreto de China y Rusia. Pero lo curioso es que los cambios se han ido extendiendo con la complacencia de la Casa Blanca.

En sus próximos dos años, la administración Biden debería encontrar lo que le ha faltado en estos dos primeros, una dirección y seriedad de propósito en su rumbo.

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