China y Estados Unidos: cifras y claves de una relación tormentosa
La cuerda entre China y EE. UU. puede tensarse, pero no romperse. Ambas potencias –y el resto del planeta– lo saben. Los números que definen cada país y el bolsillo de sus habitantes, están sobre la mesa
Las relaciones entre Estados Unidos y China no atraviesan su mejor momento. La tensión entre las dos potencias se intenta rebajar con las visitas consecutivas del secretario de Estado Antony Blinken y de Janet Yellen, secretaria del Tesoro, pero aún así resulta inevitable que la desconfianza persista.
Yellen, tras cuatro días de conversaciones (ninguna con Xi Jinping) no ocultó que Estados Unidos y China mantienen «desacuerdos importantes».
Tenemos que encontrar la manera de vivir juntos y compartir la prosperidad globalJanet Yellen, secretaria del Tesoro
Dicho esto, admitió que ambos deben «comunicarse clara y directamente» para estabilizar la relación. «No se trata de un gran conflicto de poder, –insistió– porque el mundo es lo suficientemente grande para que nuestros dos países prosperen... Tenemos que encontrar la manera de vivir juntos y compartir la prosperidad global».
Para Washington es un problema que Xi Jinping se asociara con Vladimir Putin en una alianza incondicional suscrita en vísperas de los Juegos Olímpicos, pero lo es más que el todopoderoso líder no haya agotado todos sus recursos para convencer al todavía presidente de la Federación Rusa de que es hora de dar marcha atrás y poner fin a la invasión de Ucrania.
Para Joe Biden el incidente de los globos espías vino a echar más sal en la herida abierta con el gigante asiático. Al presidente de Estados Unidos le costó tender una alfombra de lana tras haberse sacudido los zapatos del reproche en el felpudo de Pekín que, en su línea, negó la mayor desde el minuto uno.
La cuerda entre China y EE. UU. puede tensarse, pero no romperse. Ambas potencias –y el resto del planeta– lo saben. Las consecuencias y más en un contexto bélico como el que se vive en Europa desde el 24 de febrero del pasado año, son imprevisibles.
Hay en juego, además de la seguridad del mundo, otros intereses de carácter ideológico, económico, político y militar. Los números que definen cada país y el bolsillo, están sobre la mesa de la balanza. The New York Times los publica resultado de un profundo trabajo de campo.
China es un gigante con una población cuatro veces superior a la de EE. UU. En constante crecimiento y en la actualidad sin restricciones a la natalidad, su economía está por detrás de la primera potencia del mundo.
En 2022 el PIB que logró Xi fue de 18 billones de dólares frente a los 25,5 que obtuvo EE. UU. Sin embargo, ironías de la historia, la participación de China en el PIB mundial es de 18,9 % frente al 15,4 % de Estados Unidos.
Poder militar y comercial
Con la guerra de Ucrania siempre presente, en el ámbito militar hay que destacar que Estados Unidos dedica un mayor porcentaje de sus presupuestos a Defensa que su competidor asiático. La diferencia resulta abrumadora ya que Washington invirtió el año pasado 877 mil millones frente a 292 mil de Pekín.
Dicho esto, China presiona el acelerador de modernización de sus Fuerzas Armadas y posee más buques que toda la flota estadounidense.
Si hablamos de relaciones comerciales, China no es ese gigante que ocupa el primer puesto en Estados Unidos. A diferencia de lo que sucede en buena parte de la otra América (la hispana), ocupa el tercero –y nada desdeñable– por detrás de Canadá y de México. Aún así no hay que subestimar los 563.600 millones de dólares en importaciones que colocó Xi Jinping a los estadounidenses.
Según el Consejo Empresarial EE.UU.-China las exportaciones a éste último país generaron 1, 1 millones de puestos de trabajo en territorio estadounidense.
China y la deuda de EE.UU.
A la vista está que los intereses y beneficios bilaterales son recíprocos y alcanzan buena parte de la cadena industrial, del automóvil (China cuadruplicó sus exportaciones), agrarias (EE.UU. le exporta la mitad de la soja) y un dato no menor: China posee en torno a un billón de dólares de la deuda estadounidenses.
Amigos y adversarios íntimos más vale que sigan con relaciones apropiadas y aceptables. El daño mutuo –y para el mundo– que se pueden hacer sería infinito.