490 días de guerra en Ucrania
El ejército de espías digitales que Rusia adiestra para evitar disidencias
El gobierno de Putin ha intensificado las medidas de control de los ciudadanos aliándose con las empresas tecnológicas
Vladimir Putin, está teniendo que hacer frente a voces disidentes en el interior del país, voces que, por primera vez en sus sucesivos gobiernos cobran cada vez más fuerza.
Para controlar la situación, Rusia reacciona con reflejos y recurre a la tecnología como arma infalible. Como en las dictaduras de China e Irán, Moscú busca vigilar y tener el control de la población a través de las redes sociales, internet y diferentes programas intrusos, como publica The New York Times.
Disidencias internas
La coyuntura internacional está haciendo que Rusia sufra varios reveses en su política interna. El país no solo se ve obligado a soportar sanciones económicas severas y duros golpes por la contraofensiva en la guerra de Ucrania, sino que además, en las últimas semanas, ha tenido que hacer frente al alzamiento frustrado del Grupo Wagner. Los mercenarios, encabezados por Yevgeny V. Prigozhin, llegaron a tomar la ciudad de Rostov del Don y se encontraban apenas a unos 200 kilómetros de Moscú cuando dieron marcha atrás.
El presidente ruso tomó nota de la rebelión y no parece estar dispuesto a otro amago de asonada que ponga en riesgo su poder. Con ese objetivo recurre a empresas tecnológicas que pueden hacerse con el control de la ciudadanía a través de herramientas digitales.
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Las tecnológicas, aliadas de Putin
El gobierno está centrando sus esfuerzos en mantener a raya a los disidentes, y para ello se sirven de todo un arsenal de empresas tecnológicas. No solo se apoyan en las ya existentes, sino que el panorama promueve que esté surgiendo «una nueva cohorte de empresas rusas» que buscan ponerse al servicio de los intereses represivos de Vladimir Putin, asegura Adrian Shahbaz, vicepresidente de investigación y análisis del grupo de defensa de la democracia Freedom House. Además, los expertos también advierten que esto tendrá repercusiones globales.
No es nuevo: el gobierno ruso lleva dos décadas luchando por alcanzar el máximo control de Internet. Sin embargo, ahora están yendo más allá, espiando llamadas telefónicas y mensajes de texto no cifrados. También piden a sus proveedores que guarden los datos de todo el tráfico de internet, como páginas visitadas, o los posibles encuentros entre personas, algo que hacen con la ayuda de la herramienta de MFI Soft, NetBeholder, capaz de mapear, en simultáneo, las ubicaciones de dos teléfonos –y sus interlocutores– en el transcurso del día.
Este sistema de NetBeholder también puede identificar la región rusa de la que procede cada usuario o de qué país llega un extranjero.
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Además, están el Kremlin destina mucho dinero a financiar la comunicación pública y en especial en el Ejército. A esto se añaden otras medidas coercitivas y de pérdida de libertades. Se ha intensificado la propaganda del gobierno, el control de la prensa y se insta a que los ciudadanos alerten de las publicaciones en redes que piden el fin de la guerra.
Temor a ser espiados
Con este escenario, el miedo de muchas personas está aumentando. Tanto la población rusa como las personas que tienen algún ser querido viviendo en el país tienen la constante sensación de que alguien les espía, y no es para menos. Alena Popova, activista de los derechos digitales y declarada opositora al régimen de Putin sobre esta situación, ha afirmado: «Están monitoreando el tráfico de manera muy activa.» Además, añade, «antes solía ser sólo para activistas. Ahora lo han ampliado a cualquiera que no esté de acuerdo con la guerra».