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TribunaJulio Borges Junyent

Carta abierta a Kaja Kallas

Hay un elemento profundamente importante que debe tener muy claro en su mente: el muro de Berlín no ha caído aún en Hispanoamérica

Actualizada 04:30

Admirada primer ministro, en las próximas horas usted asumirá un reto político de enorme importancia para toda Europa, pero también para Occidente. No solo por la jerarquía de su designación al frente de la diplomacia europea, sino por el momento tan voluble y delicado que vive el mundo, donde el vacío de liderazgo termina ocupado por proyectos antidemocráticos y antioccidentales como usted ha combatido.

Quizá muchos de los que lean estas líneas no estén al tanto de que usted tiene una historia familiar profundamente marcada por la persecución comunista y totalitaria. Su madre, Kristi Kallas, fue deportada a Siberia cuando tenía solo seis meses de edad junto con su propia madre y abuela. Esta deportación fue resultado de las represalias soviéticas contra los estonios durante la ocupación soviética. Ellas sufrieron en Siberia hasta que su mamá cumplió diez años. Vivir esta realidad, sin lugar a dudas, marca el alma de cualquier persona sensible. Si a eso sumamos la trayectoria de su padre, Siim Kallas, destacado político estonio que también fue primer ministro y comisario europeo, podemos comprender mejor de qué está usted hecha como líder.

Ahora bien, le escribo estas líneas porque la lucha que ha dado y la que está por venir también está muy conectada con la lucha que estamos dando millones de hispanoamericanos. Hay un elemento profundamente importante que debe tener muy claro en su mente: el muro de Berlín no ha caído aún en Hispanoamérica. De hecho, hoy por hoy se ha ido convirtiendo en el escenario olvidado de la Guerra Fría que tampoco terminó en nuestra región, sino que se ha ido transformando y creciendo. La penetración de Rusia, Irán, China y el dominio de Cuba sobre mi país, Venezuela, irradia toda la vecindad. Igualmente, los casos de Bolivia, el caribe y Nicaragua, donde Ortega aumenta sus relaciones con Corea del Norte y Afganistán, que se suman a líderes populistas como López Obrador, Lula, Petro, quienes tratan de dar pasos para consolidar una articulación antioccidental: la reforma de los BRICS, la retórica anti España y Europa, así como el apoyo a Palestina que disfraza también una lucha anti occidente.

En los países de Hispanoamérica se vienen multiplicando acuerdos internacionales que están abriendo puertas a una relación, cada vez más estrecha, de penetración militar de Rusia e Irán. Le pido revise los acuerdos militares de estos dos países con Nicaragua, Cuba, Venezuela y Bolivia, de este modo verá con claridad cómo se han ido convirtiendo en proveedores de armas muy sofisticadas, capacitadores de grupos paramilitares, así como entrenadores de diferentes aspectos de estos ejércitos. La presencia es cada vez más permanente y echa raíces. Es importante ver esta dinámica como un proceso que va mucho más allá de hacer contrapeso y debilitar a Estados Unidos, pues algo bastante similar se viene gestando en buena parte del continente africano.

Quisiera ahora poner el foco en un caso urgente: se trata de la «elección» que tendremos en Venezuela en menos de 15 días. Quizás sea uno de sus primeros desafíos asumiendo esta nueva posición. Hace pocos días la Unión Europea apoyó el informe del Consejo de Derechos Humanos de la ONU donde se denuncian las violaciones de derechos humanos por parte de Nicolás Maduro y al mismo tiempo se pide apoyo internacional para las venideras «elecciones». Para el momento que usted lee estas líneas, media docena de firmas de investigación social, venezolanas y extranjeras, presentan consistentemente a un Maduro que pierde todas las mediciones por más de 25 puntos de diferencia contra la dupla de Edmundo González y María Corina Machado. El ambiente en la calle es indescriptible: los venezolanos han perdido el miedo y salen masivamente a las calles para apoyar el cambio democrático.

Por el contrario, los eventos de Maduro son desolados, tristes y artificiales. Están derrotados. El gran problema es que este animal herido, soportado por sus aliados internacionales, esta determinado a seguir en el poder a cualquier precio: boicot, violencia, represión, fraude. Frente a esa posibilidad, Venezuela y tantas víctimas del totalitarismo antioccidental en el planeta, esperamos mucho más que palabras. No sólo por que se trata del futuro de nuestro país, sino el futuro de la libertad en la región y en buena parte del mundo. Venezuela, con las mayores reservas de petróleo y de gas esta parte del mundo, es un factor crucial en esta nueva guerra fría contra la democracia y la dignidad humana. Por ellos el eje anti Occidente lo utiliza como su punta de playa para hacer un enclave en el corazón de América y en un lugar geopolíticamente estratégico con respecto a Europa.

En siglo XX fuimos exportadores de democracia e importadores de seres humanos que vinieron desde Europa buscando calidad de vida y oportunidades; las obtuvieron. Hoy, ayúdennos a no ser exportadores de totalitarismo e importadores de diferentes culturas que no pertenecen a nuestra tradición y valores comunes.

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