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Yael Braun-Pivet del partido gobernante Renaissance fue elegida presidente de la Asamblea Nacional francesa

Yael Braun-Pivet del partido gobernante Renaissance fue reelegida presidente de la Asamblea Nacional francesaCristophe Archambault / AFP

La izquierda francesa pierde la batalla por la Asamblea Nacional

La presidenta saliente, Yaël Braun-Pivet, logra el pleno de los votos moderados y supera al candidato comunista André Chassaigne

La izquierda francesa, la fuerza más votada en los comicios legislativos del 30 de junio y 7 de julio gracias a su eficaz agrupamiento en la coalición Nuevo Frente Popular y a los desistimientos de los moderados en la segunda vuelta, no alcanzará la tan ansiada presidencia de la Asamblea Nacional. No ha sido suficiente el haber presentado una candidatura única, la del veterano parlamentario comunista André Chassaigne, de 74 años y diputado, de forma ininterrumpida desde 2002.

Para ocupar el perchoir –así se llama a la presidencia de la Asamblea Nacional– se precisa una mayoría absoluta de sufragios en las dos primeras votaciones y una mayoría simple en la tercera. En la primera votación, Chassaigne quedó en cabeza con 200 votos, por delante del candidato de la Agrupación Nacional, Sébastien Chenu, que obtuvo 142 y de la presidenta saliente, la macronista Yaël Braun-Pivet, que congregó 124. En cuanto al resto de los candidatos de la primera vuelta, el candidato del centro derecha, Philippe Juvin, logró 48 votos, la otra candidata macronista Naïma Moutchou, 38 y el decano de la Asamblea Nacional, Charles-Amédée de Courson –fue elegido por primera vez en marzo de 1993–, 18.

De cara a la segunda vuelta, Juvin y Moutchou retiraron sus candidaturas. La principal beneficiaria de la maniobra, como era de prever, fue Braun-Pivet que, en la segunda, encabezó la votación tras haber congregado los favores de 210 diputados. Muy lejos de la mayoría absoluta, pero por delante de Chassaigne, que soló obtuvo dos votos más que en la primera vuelta. Minutos antes de que se supiera este nuevo resultado, el pesimismo empezó a cundir en las filas del Nuevo Frente Popular: la diputada ecologista Sandrine Rousseau admitió, citada por Le Monde, que «no veía el camino» para una victoria en la tercera vuelta de Chassaigne. «Por lo que a mí respecta, la Agrupación Nacional garantizará que Braun-Pivet sea reelegida en la tercera vuelta», afirmó sin tapujos.

De Courson, por su parte, nada más conocerse los resultados de la segunda votación, se retiró de la carrera, asegurando un puñado de votos para la presidenta saliente. Chenu mantuvo la suya, sabedor de que no representaba ningún peligro para Braun-Pivet. Parece que su partido ha negociado puestos en la Mesa de la Asmablea, con Braun-Pivet.

Así las cosas, la única posibilidad para Chassaigne de convertirse en presidente de la Asamblea Nacional era un escenario de igualdad perfecta en la tercera votación. En ese caso su edad le beneficiaría respecto de su adversaria. No fue el caso: a las 20h35 se hizo público que Yael Braun-Pivet había sido reconducida como presidenta de la Asamblea Nacional, por 220 votos frente a los 207 de Chassaigne y a los 141 de Chenu.

Una victoria pírrica para la presidenta saliente, y de modo general para el macronismo; así como una severa derrota para el Nuevo Frente Popular, que ve alejarse la perspectiva de que uno de sus miembros –o una personalidad que le es cercana, como la economista Laurence Tubiana, la última en dejarse querer para el cargo– encabece el próximo Gobierno de Francia. La realidad es que la coalición de izquierdas no está, hoy en día, en condiciones de articular una mayoría parlamentaria que le permita regir los destinos del país.

Entre otras razones por la oposición frontal de la suma de sus adversarios, ya sean estos macronistas de diversa procedencia, parlamentarios del centro derecha o de la Agrupación Nacional. El escenario se complica porque estas tres fuerzas tampoco están en condiciones, principalmente por las incompatibilidades programáticas, de desbloquear la emponzoñada situación política por la que atraviesa Francia. El reparto de cargos dentro de la Asamblea Nacional (Mesa, vicepresidencias, presidencias de comisiones…) podría servir a indicar el camino de unas alianzas que se antojan muy complejas.

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