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17 de septiembre de 2024

Aquilino Cayuela
Aquilino CayuelaAnálisis

Hezbolá, el brazo mejor armado de Irán y la mayor amenaza cercana de Israel

Si estallase un conflicto a gran escala, la milicia chií que controla el Líbano lanzaría unos 3.000 cohetes y misiles cada día de guerra, amenazando con desbordar las defensas antimisiles de Israel

Actualizada 04:30

Miembros de Hezbolá durante una reunión en Beirut, Líbano

Miembros de Hezbolá durante una reunión en Beirut, LíbanoAFP

Los medios de comunicación internacionales prestan poca atención a la posibilidad de una guerra a gran escala entre Israel y Hezbolá. Sin embargo, Israel parece estar más cerca que nunca de una segunda guerra, aún mayor, en su frontera norte.

En junio, las Fuerzas de Defensa de Israel anunciaron que se habían aprobado planes para atacar a gran escala el sur del Líbano. Del otro lado, a mediados de julio, el líder de Hezbolá, Hassan Nasrallah, declaró que su milicia chií estaba preparada para ampliar sus ataques con cohetes a un mayor número de ciudades israelíes.

Un extensión del conflicto, un gran asalto aéreo y terrestre israelí contra Hezbolá (el grupo mejor armado de Oriente Próximo) causaría una gran conmoción en toda la región.

Aunque los sistemas de defensa antiaérea israelíes hasta ahora han tenido éxito contra los ataques continuos de misiles desde Gaza, Líbano, Irán y Yemen, una guerra total contra Hezbolá sería un juego totalmente diferente.

Según estimaciones de los servicios de inteligencia israelíes, el arsenal de Hezbolá es siete veces superior al de Hamás con armas mucho más letales. Con un apoyo directo de la República de Irán, se estima que la milicia tiene cientos de aviones teledirigidos de ataque, entre 130.000 y 150.000 cohetes y misiles, incluidos cientos de misiles balísticos que podrían alcanzar objetivos en Tel Aviv e, incluso, en cualquier punto del país.

Un incursión terrestre en el Líbano, está llena de peligros para las fuerzas israelíes. El país es un campo de batalla traicionero y la última guerra de Israel contra Hezbolá (en el verano de 2006) no fue concluyente y aun causando numerosas bajas a los Chiíes, dejó prácticamente intacta su capacidad militar. Ahora, Hezbolá está mucho mejor armado que entonces.

Sería un desafío que supera con creces a todo lo que los dirigentes israelíes se han enfrentado hasta ahora. El conflicto de Oriente Próximo está en un momento de tensión sin precedentes.

Aunque la progresía de extrema izquierda se amiga con las organizaciones terroristas en contra de Israel, en justicia podemos afirmar que los judíos se encuentran bajo una seria amenaza existencial en este momento.

El mando del frente interno israelí calcula que, si estallase un conflicto a gran escala, Hezbolá lanzaría unos 3.000 cohetes y misiles cada día de guerra, amenazando con desbordar las defensas antimisiles de Israel.

Israel tendría que concentrarse en defender infraestructuras y bases militares cruciales, decir a la población civil que permanezca en refugios antiaéreos y esperar lo mejor.

«Unir todos los frentes» contra Israel

En los años anteriores a su muerte, en 2020, gracias a un ataque con drones ordenado por Donald Trump, Qasem Soleimani (comandante de las Fuerzas Quds, de la Guardia Revolucionaria Islámica de Irán) supervisaba sus franquicias en todo el Oriente Próximo, con un plan que promovía una nueva estrategia denominada «anillo de fuego». Consistía en armar y preparar las milicias chiíes y afines a la República Islámica, para que ganaran capacidad militar e influencia en países como Irak, Líbano, Siria, Yemen y la franja de Gaza, controlada por Hamás.

Estas milicias, se asentaban en el contorno y las fronteras de Israel y proporcionaban a Irán un elemento de disuasión frente a su mortal enemigo: el ejército israelí. El plan de Soleimani ofrecía a Teherán una plataforma de lanzamiento de futuros ataques llegado el momento propicio.

Qassem Soleimani Irán

El teniente general Qassem Soleimani murió en 2020 en un ataque de EE.UU. en BagdadAFP

A principios de 2023, Salah al-Arouri, dirigente de Hamás, que entonces residía en el Líbano y contribuyó a cimentar los vínculos de Hamás con Hezbolá, para «unir todos los frentes» contra Israel. Para los responsables israelíes, Hezbolá, como el brazo mejor armado y entrenado por los iraníes, representa su mayor amenaza.

El 7 de octubre, llegó ese momento propicio y mientras se desarrollaba aquel brutal ataque de Hamás en el perímetro de Gaza, los dirigentes israelíes se apresuraron a prepararse frenar un ataque aún mayor en el norte, de la mano de Hezbolá.

El norte preocupa más que el sur

Si recordamos, mientras en el sur, donde 1.200 israelíes morían y 255 eran secuestrados, las Fuerzas de Defensa Israelíes (IDF) tardaron muchas horas en recuperar el control de la situación. Sin embargo, en el norte, tres divisiones israelíes con miles de soldados se desplegaron inmediatamente logrando disuadir a Hezbolá que, en su vacilación, perdió la oportunidad de golpear a Israel. De no haber sido así la milicia chií podría haber avanzado hasta Haifa (26 kilómetros al sur de su frontera), y tercera ciudad más grande de Israel.

Las IDF, el 7 de octubre, sí consiguieron detener un segundo golpe en el norte, freneando en seco la capacidades de Hizbolá, de la misma manera que, en el sur, los israelíes fueron sorprendidos de forma fatídica.

Ahí quedó la cosa hasta hace unos meses, pero ahora Hezbolá ha aumentado gradualmente el alcance y la cantidad de sus ataques con cohetes, causando ya unas 30 bajas entre soldados y civiles, en el lado israelí. Desde finales de 2023, Amos Hochstein, enviado especial del presidente Joe Biden a la región, ha intentado mediar en un alto el fuego entre Israel y Hezbolá, pero la milicia chií que controla el Líbano y recibe el patrocinio del régimen de Teherán ha dejado claro que seguirá luchando.

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