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El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en Carolina del Norte

El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en Carolina del NorteAFP

Elecciones en Estados Unidos 2024

Ocho curiosidades sociológicas que han hecho ganar las elecciones a Donald Trump

La moda y las mujeres han puesto límites a las ambiciones de la demócrata Kamala Harris

La derrota de la vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris, no esperada por muchos y menos aún por ella, va más allá de las predicciones de los comentaristas habituales. Además del tiro en la oreja a Donald Trump, de su política económica y de sus bajos impuestos, así como del apoyo al emprendedor y la defensa de la supremacía de los Estados Unidos, están otros valores y conceptos importantes para el norteamericano de a pie, el que no vive precisamente ni en California ni en Nueva York. Veamos.

1. Las mujeres. El 50 % de la población norteamericana no ha apoyado a Kamala como ella esperaba. Muchas desean recuperar los valores tradicionales mínimos: la defensa de su propia casa, aunque sea a tortas, por no decir a tiros; la autoridad de los padres sobre los hijos, tanto tiempo atrás perdida; y la abolición de la asignación de sexo al libre albedrío: que si no binario, que si pansexual y demás enredos ininteligibles. Las norteamericanas no quieren toparse con un judoka de pelo en pecho y 150 kilos depilándose en el baño de señoras del gimnasio, ni aguantar que los tan trabajados récords deportivos de ellas los pulverice algún Tkachenko de labios pintados y tacones.

2. Las encuestas. Los sondeos en los que los mismos republicanos afirmaban no querer votar a Trump estaban falseados por el miedo general a declararse favorable a un líder polémico. Es por ello que los datos ahora han revelado que el estadounidense quiere paz, no desea que su país entre en conflictos bélicos (ni mucho menos pagarlos) y que esto solo se lo garantizó Trump en sus cuatro años de Presidencia.

Kamala ha estado ausente durante su vicepresidencia con Biden y no se conoce de ella ninguna labor ejecutiva

3. Las mujeres blancas. Son un 30 % de la población total y un 60 % de las féminas estadounidenses que, al igual que las asiáticas, un 7 % de las norteamericanas, tienen en su mayoría una titulación universitaria y experiencia profesional, ya que están más formadas que sus homólogos masculinos. Por lo tanto, valoran que otra mujer estudie y trabaje. Y la experiencia de Kamala Harris como fiscal quizás no les haya parecido suficiente como para gestionar un país, ni mucho menos para defenderlo de cara al extranjero. Kamala ha estado ausente durante su vicepresidencia con Joe Biden y no se conoce de ella ninguna labor ejecutiva.

4. Las élites demócratas. Muy lejos del ciudadano normal, de aquel granjero del midwest con su tractor y su vida sencilla, los actores y cantantes que han apoyado a Kamala Harris, desde George Clooney hasta Oprah Winfrey o Beyoncé, son los personajes que más gastan en coches, castillos en Europa y aviones privados. Y esta sofisticación les separa del norteamericano medio, que no respeta sus opiniones sobre política ni economía. La gauche divine norteamericana ha fusilado a Kamala sin querer.

5. La moda. Hay que recordar que, mientras que en España la derecha viste mejor que la izquierda, exceptuando a Ana Belén y Marisa Paredes que van de costura, faltaría plus, en Estados Unidos son los demócratas los más fashionistas y gastones. Incluso Lauren Santo Domingo, casada con un familiar de la mujer de Andrea Casiraghi, millonaria por matrimonio y propietaria de una web de lujo, ha apoyado a Kamala Harris en su campaña. Y esto ha hecho que el americano del midwest, con sus botas sucias, su camisa de algodón a cuadros y su peto vaquero no se asocie a esta población tan afrancesada. Trump ha lucido durante su campaña la maxi chaqueta de todos los días, el pantalón caído, la camisa mal puesta y la gorra roja que no pega ni con cola. Y ha conseguido hacerles sentirse más comprendidos, más cómodos.

6. Inmigración selectiva. Muchos de aquellos demócratas que han visto como Jennifer López o Ricky Martin, puertorriqueños «de luxe», han apoyado a Kamala Harris en las últimas 48 horas de la contienda electoral, no están tan interesados en una inmigración activa. Mientras que el voto de color e hispano antes era demócrata casi por norma, ahora los hispanos, sobre todo los hombres, han apoyado a Trump para evitar que siga entrando población de sus propios países de origen, aquellas personas que en realidad les pueden hacer competencia laboralmente.

7. Los «pecholobos». Trump se ha llevado por delante el voto obrero, el del «pecholobo» estadounidense, aquel subido al andamio, el del camionero con el calendario de pelirrojas en tanga y el del viejo verde tradicional, ese de toda la vida. Nada tienen que ver estos votantes en común con la sofisticada Kamala Harris, que nació en Berkeley, de padres con estudios superiores, y se ha casado a los 50, siempre recatada y no sabe ni cocinar un huevo frito.

8. Los judíos. Los demócratas han perdido a los judíos, que siempre antes les apoyaban. Ahora saben los judíos, por experiencia, que Trump defiende más a Israel que a Palestina y que conoce los problemas en Oriente Medio mejor que Kamala. Además, el yerno de Trump, Jared Kushner, casado con su hija favorita, Ivanka, e incluso algunos de sus nietos, son judíos de hecho. Y yo, consciente de que tanto Trump y Harris se pasan España por el forro, abogo cual miss venezolana alelada por que Trump traiga la tan deseada y deseable «paz en el mundo». O al menos que ofrezca «susto o muerte» a los belicosos.

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