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Palestinos inspeccionan los daños en el barrio de Al Zaitoun, en la ciudad de Gaza

Palestinos inspeccionan los daños en el barrio de Al Zaitoun, en la ciudad de GazaAFP

Oriente Medio cierra su año más convulso con más preguntas que respuestas para 2025

La caída del régimen de Bashar Al Asad en Siria, tras más de 13 años de cruenta guerra civil, es el último de una serie de acontecimientos que marcarán el devenir de la región durante el próximo año

Oriente Medio despide uno de los años más convulsos para la región en décadas y en el que las amenazas de una guerra total se han disparado. Israel e Irán han sido los claros protagonistas del 2024, llevando su enfrentamiento hasta los límites más insospechados. El pasado mes de abril, la República Islámica atacó por primera vez de forma directa el Estado judío con más de 300 drones y misiles como represalia a una ofensiva previa del Ejército israelí contra el consulado iraní de Damasco el 1 de abril, en el que mató a siete altos cargos de la Guardia Revolucionaria. El mundo contuvo el aliento, y a pesar de que la gran mayoría de los proyectiles iraníes fueron interceptados y no causaron daños relevantes, Israel ya había prometido que respondería.

El ciclo de violencia y venganza siguió su curso e Israel respondió días después con un ataque con drones contra la provincia de Isfahán, que alberga varias bases militares, centros de producción de misiles, así como una importante planta nuclear, la de Natanz. Teherán minimizó la ofensiva y volvió a centrarse en su política de acoso y derribo contra Israel a través de sus proxies, concretamente Hezbolá, en el Líbano, Hamás, en la franja de Gaza, y los hutíes desde Yemen. Sin embargo, el autodenominado «Eje de la Resistencia» se ha visto gravemente debilitado este último año. El gran as en la manga de Irán, la milicia chií libanesa Hezbolá se encuentra en sus horas más bajas tras la incursión militar israelí en el sur del Líbano que comenzó en octubre y llegó a su fin el pasado 27 de noviembre con un acuerdo de alto el fuego de 60 días.

La tregua alcanzó el ecuador a finales de este mes y en enero tanto Israel como Hezbolá tendrán que renegociar las cláusulas del acuerdo y decidir si mantienen el cese de hostilidades. Hasta el momento, y a pesar de que ambas partes se han acusado repetidamente de violar los términos, se mantiene una calma tensa en la región. Las tropas israelíes ya han comenzado su retirada del sur del país mediterráneo, a la vez que las Fuerzas Armadas Libanesas (FAL) se han ido replegando más allá del río Litani para evitar que Hezbolá se haga fuerte de nuevo en la frontera. Al aceptar la tregua, el también conocido como Partido de Dios se vio obligado a desligar el frente libanés del de Gaza y dejar solo a Hamás en su guerra contra el país hebreo.

La milicia chií libanesa ha sufrido duros reveses estos últimos meses. El primer gran golpe tuvo lugar en septiembre, cuando miles de buscapersonas y después walkie-talkies, que usaban los milicianos de Hezbolá para comunicarse, explotaron de manera repentina provocando la muerte de unas 40 personas y miles de heridos. Una operación que inmediatamente se atribuyó al Mosad –agencia de Inteligencia israelí– y que demostró el nivel de infiltración de Israel en la milicia proiraní. Semanas después, un bombardeo israelí contra el barrio Dahiye, en el sur de Beirut, mataba al histórico líder de Hezbolá, Hasan Nasralá.

Este 2024, Israel ha conseguido descabezar tanto a Hezbolá como a Hamás. En julio, otro ataque atribuido al Ejército hebreo acabó con la vida del líder político de la organización terrorista palestina en Teherán, Ismail Haniya, cuando se disponía a asistir al funeral del entonces presidente iraní Ebrahim Raisí, fallecido en un accidente de helicóptero en el mes de mayo. En octubre, soldados hebreos mataron a su sucesor al frente de Hamás y cerebro de la masacre del 7 de octubre de 2023 contra el sur de Israel, Yahya Sinwar.

Un escenario que obligó a Irán a intervenir de nuevo y que, por segunda vez, lanzó alrededor de 200 misiles balísticos contra Israel, volviendo a situar a la región al borde del precipicio. Paralelamente, la guerra en Gaza continúa y las tropas israelíes han redoblado la presión sobre el norte, acechando los últimos hospitales en funcionamiento. Una contienda que no tiene visos de terminar pronto. Los múltiples intentos por llegar a un acuerdo para poner fin a los combates y liberar a los rehenes aún en manos de Hamás se han topado con constantes obstáculos. Pero, sin duda, el acontecimiento que cierra el año en Oriente Medio es la culminación de la Primavera Árabe en Siria, con la caída del dictador Bashar Al Assad tras 13 años de guerra civil.

Nada ocurre por casualidad y mucho menos en Oriente Medio. Ante la debilidad de los dos grandes pilares del régimen sirio como son Hezbolá, tras más de un año de enfrentamiento directo con Israel, y Rusia, inmersa en su invasión de Ucrania desde febrero de 2022, las fuerzas rebeldes –lideradas por los islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS)– vieron el momento oportuno para lanzar su ofensiva contra las fuerzas regulares. En tan solo doce días, los milicianos consiguieron hacerse con la capital, Damasco, condenando a la familia Al Asad al exilio en Moscú. El derrocamiento de Bashar al Asad es otra mala noticia para la República Islámica que pierde su ruta terrestre de abastecimiento a Hezbolá. Siria enfrenta una titánica tarea de reconducir un país devastado tras más de una década de guerra y férrea dictadura.

Un proceso que, además, está liderado por una ex filial de Al Qaeda y considerada terrorista por Estados Unidos, Naciones Unidas y la Unión Europea. El nuevo hombre fuerte del país, el islamista Abu Mohammed al Golani –apodo de guerra– que ahora prefiere ser conocido por su nombre real Ahmed al Sharaa prometió, como ya lo hicieron los talibanes en 2021 cuando llegaron al poder, que respetaría a las minorías, así como a las mujeres y que formaría un Gobierno que represente a todos los grupos. Sin embargo, las primeras señales no son nada alentadoras y es que el Ejecutivo de transición está únicamente integrado por hombres leales a Al Sharaa y éste ya ha anunciado que no se celebrarán elecciones democráticas al menos hasta dentro de cuatro años. Con todo, este 2025 se presenta decisivo para Oriente Medio.

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