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El primer ministro británico, Keir Starmer

El primer ministro británico, Keir StarmerAFP

Starmer rechaza abrir una investigación nacional sobre las bandas que abusaron de 1.500 menores

El primer ministro ha afirmado en la cámara baja que las víctimas quieren ahora «acción» y no otra investigación, por considerar que ésta llevaría años

Keir Starmer, primer ministro británico, sigue alimentando la hoguera de la polémica con sus actos y declaraciones, en un ambiente de profunda crispación en el Reino Unido. El laborista ha dicho en su intervención en la Cámara de los Comunes que considera «innecesario» abrir una investifación a nivel nacional sobre los casos de bandas que seducían a menores con fines de abuso sexual.

Aunque se trata de un asunto ya lejano en el tiempo, ha regresado al primer ojo mediático tras las palabras del magnate Elon Musk, hombre fuerte dentro del nuevo gabinete de Donald Trump, que ha responsabilizado a Starmer de permitir que estos casos ocurrieran al no haber actuado cuando en esa época ocupaba la dirección del Ministerio Público británico.

Los hechos se enmarcan entre los años 1997 y 2013, cuando cerca de 1.500 menores tuteladas sufrieron abusos sexuales, la mayoría a manos de inmigrantes. Los casos fueron encubiertos por las autoridades británicas, pero acabaron saliendo a la luz hace diez años gracias a un informe del que se hicieron eco los grandes medios del país. Entre los sucesos más sangrantes destacan los acaecidos entre 2005 y 2008, cientos de adolescentes de clases bajas de Rochdale, una ciudad situada al noroeste de Inglaterra, sufrieron abusos sexuales de todo tipo a manos de una mafia pakistaní que actuaba por todo el área del Gran Mánchester y la Inglaterra rural.

Las iban a recoger en coche a los colegios, les compraban ropa, teléfonos móviles y una vez que ya las menores no tenían escapatoria llegaba el momento de pagar sus deudas. Las drogaban y alcoholizaban para violarlas. Todo formaba parte de una macabra red mafiosa que acabó saliendo en gran parte gracias a la investigación de un periodista del The Times, que consiguió arrojar luz sobre toda la mugre y el silencio del sistema británico. El escándalo, aunque parecía ya zanjado, volvió a ser noticia unos meses atrás por las condenas a penas de 6 a 25 años de prisión a siete hombres por violar a dos menores en Rotherham, al norte del país, otro foco de acción de este tipo de bandas.

Ahora, ante la insistencia de la líder conservadora, Kemi Badenoch, para que el Gobierno abra una pesquisa nacional —a pesar de que hubo varias al respecto pero a nivel local en el pasado—, Starmer ha afirmado en la cámara baja que las víctimas quieren ahora «acción» y no otra investigación, por considerar que ésta llevaría años.

El primer ministro británico, Keir Starmer

El primer ministro británico, Keir StarmerAFP

El primer ministro urgió a Badenoch a que apoye un proyecto de ley ahora en curso cuyo objetivo es convertir en delito el no informar o encubrir cualquier caso de abuso sexual infantil.

Los conservadores han presentado una enmienda a ese proyecto de ley —titulado de Bienestar Infantil y Escuelas— exigiendo una nueva investigación nacional sobre las bandas, por lo que si los diputados la respaldan, la pieza legislativa tendrá dificultades para avanzar.

Badenoch dijo hoy en los Comunes que no respaldar una investigación podría ser interpretado como un intento de «encubrimiento» por parte del Gobierno y que la pesquisa nacional podría establecer si hubo una motivación «racial o cultural» detrás de los abusos.

Agregó que es muy probable que estas actividades de seducción con fines de explotación aún continúen en algunos lugares del país.

Starmer recalcó que una pesquisa puede quedar terminada en el año 2031 y que es necesario aplicar medidas ahora.

El escándalo también se profundizó después de salir a la luz que la viceministra para la Protección de Mujeres y Niñas, Jess Phillips, rechazó los pedidos del Ayuntamiento de Oldham —dentro del llamado Gran Manchester, norte inglés— para una investigación gubernamental sobre las bandas de seducción históricas en la ciudad.

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