
Un nuevo atentado sacudió Alemania este lunes
Cinco atentados en dos meses: las razones detrás del auge terrorista en Alemania
Si algo ha hecho este 2025 es mover el tablero internacional. El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca provocó un terremoto que está afectando a todo el mundo. Uno de esos países, indudablemente, es Alemania, donde se celebraron hace escasos nueve días sus propias elecciones, y que dejaron conclusiones muy interesantes como el auge de Alternativa para Alemania (AfD), que se convirtió en la segunda fuerza política del país, algo que no le servirá para gobernar ante la inminente coalición entre democristianos y socialdemócratas.
Paralelamente a todo esto, el país teutón se está enfrentando a una creciente ola de atentados que está aterrorizando el país y generando un clima de incertidumbre cuando más se necesitan certezas. En apenas dos meses, cinco ataques violentos han sacudido el país, desde atropellos masivos hasta apuñalamientos, dejando más de una decena de muertos y cientos de heridos. El último episodio ocurrió en Mannheim, donde un hombre alemán de 40 años embistió con su vehículo a varios peatones en una zona comercial, matando, por el momento, a dos personas e hiriendo de gravedad a otras.
Este ataque es parte de una serie de atentados recientes con patrones preocupantes. En diciembre, un refugiado saudí mató a seis personas al arrollar con su coche a la multitud en un mercadillo navideño de Magdeburgo. En febrero, un afgano atropelló a manifestantes en Múnich —el mismo día que varios líderes mundiales estaban reunidos en la ciudad—, causando dos muertes y más de 30 heridos, en un posible acto de extremismo islamista. También han aumentado los ataques con arma blanca, como el asesinato de un turista español en Berlín por un individuo fichado por terrorismo el día antes de las elecciones y el apuñalamiento de un niño de dos años y otro hombre de 40 en la localidad bávara de Aschaffenburg.
Factores detrás del auge terrorista
El terrorismo en Alemania no es un fenómeno nuevo, sino que ha tomado distintas formas a lo largo de la historia. Durante la República de Weimar, la violencia política era común, con asesinatos de funcionarios y enfrentamientos callejeros. Más tarde, en los años 60 y 70, grupos como la Fracción del Ejército Rojo (RAF) llevaron a cabo atentados contra lo que consideraban símbolos del imperialismo occidental.Hoy en día, la principal amenaza terrorista en Alemania proviene del extremismo islamista. Desde 2005, las autoridades alemanas han registrado un aumento significativo de individuos radicalizados. En 2011, al menos 130 personas fueron identificadas como posibles amenazas a la seguridad nacional, con una creciente presencia de conversos alemanes al islam radical. Ciudades como Berlín o Hamburgo se han convertido en focos de actividad extremista.
El país ha sido utilizado como base logística para grupos como Al Qaeda y la Unión Yihadista Islámica (IJU). Desde la célula de Hamburgo, que participó en los atentados del 11 de septiembre de 2001, hasta el grupo de Sauerland, que planeaba ataques con explosivos en 2007, Alemania ha sido un punto clave en la planificación de atentados internacionales. Además, ha habido casos de lobos solitarios, como Arid Uka, quien en 2011 asesinó a dos militares estadounidenses en el aeropuerto de Fráncfort tras haber sido radicalizado por propaganda en internet.
El auge del terrorismo en Alemania responde a varios factores: la radicalización de individuos dentro del país, incluidos conversos al islam que han sido influenciados por redes extremistas; el reclutamiento de combatientes para entrenamientos en el extranjero, especialmente en Pakistán y Afganistán; el impacto de la política exterior alemana, en particular su presencia militar en Afganistán, que ha sido utilizada como justificación para ataques en suelo alemán o el uso de internet y redes sociales para la propaganda yihadista, facilitando la captación de nuevos seguidores sin necesidad de vínculos directos con grupos terroristas.
Este contexto ha convertido a Alemania en un objetivo prioritario para el terrorismo islamista, con una amenaza en constante evolución que combina atentados organizados con acciones individuales impulsadas por la propaganda extremista.

Los escombros de un puesto cerrado se ven mientras un agente de policía se encuentra en el lugar de un ataque con un coche en un mercado navideño en Magdeburgo, este de Alemania
Hace unas semanas, en plena campaña electoral, la CDU sacó adelante, junto a los votos de la AfD, una resolución no vinculante con varias claves para reducir la inmigración. El plan contenía los siguientes puntos: controles fronterizos permanentes a todos los países vecinos y prohibición de entrada a las personas sin documentos válidos; detenciones y deportaciones diarias; apoyo del Gobierno federal a los estados federados para hacer cumplir la obligación de abandonar el país y permiso a la Policía federal de solicitar órdenes de arresto para la detención en espera de la deportación.
Sin embargo, apenas dos días después de que se aprobara esto, y después de una ola de protestas masivas en todo el país por la colaboración de los democristianos con el partido encabezado por Alice Weidel —unas protestas que hasta sacaron del retiro a Angela Merkel— el proyecto de ley no salió adelante en el Bundestag pese a que necesitaba los mismos votos que, apenas dos días antes, lo habían aprobado.
Ahora, ya tras la tormenta de las elecciones y con la formación de un nuevo Gobierno en ciernes, la incertidumbre persiste y la sensación de que Alemania está entrando en una nueva fase de inseguridad sigue creciendo. La pregunta ahora es si el país podrá frenar esta tendencia antes de que la situación se descontrole aún más.