
Miembros de la 24.ª Brigada Mecanizada del Ejército ucraniano descansan tras un ejercicio de entrenamiento en Ucrania
Las versiones encontradas de Trump y Putin de su conversación sobre la guerra en Ucrania
El resultado de la segunda conversación telefónica entre el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, difiere según el comunicado oficial que se lea. Trump, que prometió acabar con la guerra en Ucrania en tan solo 48 horas, se ha dado cuenta de que la realidad es mucho más compleja. Mientras que las conversaciones con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski –al que ha acusado de no querer la paz– han sido mucho más efectivas. Kiev aceptó sin condiciones ni exigencias la semana pasada el acuerdo de alto el fuego de 30 días, Moscú se está haciendo de rogar.
La principal estrategia del Kremlin es dilatar las negociaciones y ganar tiempo, pero sin oponerse directamente al plan propuesto por su nuevo amigo Trump. Ya lo hizo la semana pasada, durante la visita del enviado especial estadounidense para los conflictos, Steve Witkoff, al que Putin le transmitió un «importante mensaje» para el republicano. Antes de su encuentro privado con Witkoff, el ruso declaró públicamente que había «matices» y «temas que discutir». Una postura que siga inamovible, incluso tras la llamada entre los dos mandatarios.
De esta conversación, que duró más de una hora y media, Trump solo consiguió arrancar a Putin la promesa de que no atacaría el sector energético de Ucrania durante 30 días. Una concesión que queda muy lejos de lo que realmente buscaba el estadounidense con esa llamada: apuntalar un alto el fuego por tierra, mar y aire y sentar así las bases para una paz duradera. El republicano, consciente o no de que realmente Putin está jugando con él y con su paciencia, evitó, como es habitual en él, acudir a su red social Truth Social, para comentar el contenido de la charla. Por primera vez, dejó que Moscú fuera el primero en pronunciarse.
Las comunicaciones de la Casa Blanca y el Kremlin muestran puntos de vista bastante diferentes. Washington esquiva temas polémicos como las peticiones de Putin de que pongan fin al envío de armamento militar y al suministro de Inteligencia a Kiev. La forma de expresarse importa y mientras Estados Unidos habla, por ejemplo, de «negociaciones técnicas sobre la aplicación de un alto el fuego marítimo en el mar Negro», Rusia se refiere a «una iniciativa sobre la seguridad del transporte marítimo en el mar Negro». La portavoz del republicano, Karoline Leavitt, escribe sobre «la necesidad de una paz duradera» y su homólogo ruso, Dmitri Peskov, subraya «una serie de puntos importantes» que discutir sobre la iniciativa de Trump de una tregua de 30 días.Pero lo que es más importante, en el comunicado del Kremlin aseguran que Putin pidió a Trump «el cese total de la ayuda militar a Kiev como la condición clave para resolver el conflicto en Ucrania». Washington no hace ninguna mención a este requisito. Sobre todo esto, el ruso le concedió a su nuevo aliado unas pequeñas victorias, como el ya mencionad «alto el fuego energético y de infraestructuras», que el Kremlin no califica como tregua, sino como «renuncia» y que, egoístamente, también le beneficia, ya que Ucrania ha provocado grandes pérdidas en la economía rusa con sus ataques contra refinerías de petróleo.
En definitiva, Rusia no se compromete a nada, solo a respetar el sector energético ucraniano, algo a lo que ya estaba obligado según el Convenio de Ginebra. Aleja la posibilidad de que se concrete una tregua en el país invadido, ni siquiera da plazos. Trump, por su parte, trata de tapar su fracaso diciendo que están comprometidos a «trabajar rápidamente para tener un alto el fuego completo y, en última instancia, un fin a esta horrible guerra entre Rusia y Ucrania». Traducido, han negociado seguir negociando. Para el republicano «el proceso está ahora en pleno vigor y efecto», el ruso, sin embargo, rebaja el nivel de optimismo.
Sí llegaron a un acuerdo sobre organizar un partido de hockey sobre hielo –deporte favorito de Putin– entre los equipos de ambos países tanto en Rusia como Estados Unidos. En otros asuntos más serios, y como «gesto de buena voluntad», Moscú se compromete a entregar a Kiev 23 militares ucranianos gravemente heridos y este miércoles tendrá lugar un intercambio de 175 prisioneros por cada parte. Este último nada novedoso, porque en estos tres años de invasión, se han realizado numerosos canjes, en su mayoría mediados por Emiratos Árabes Unidos (EAU).
Resulta sospechoso que Putin haya accedido a esto, sin recibir nada a cambio. Más sospechoso es que, ni 24 horas después de esta conversación, medios estadounidenses publican que la Administración de Trump ha detenido el programa para rastrear a los menores ucranianos secuestrados por Rusia y ha interrumpido los esfuerzos de varias agencias de seguridad nacional para contrarrestar el sabotaje, la desinformación y los ciberataques rusos.
Trump reprendió a Zelenski en su bronco encuentro en la Casa Blanca diciéndole que no tenía «cartas», pero el que realmente se ha quedado sin ellas es el republicano. Putin ostenta la baraja y mide los tiempos. El ucraniano, conocedor de las artimañas rusas, ya lo advirtió e insistió este lunes: «El Kremlin está intentando imponer condiciones para debilitar a Ucrania. No están listos para un alto el fuego real».
Otra prueba de ello, ha sido el ataque esta madrugada con unos 40 aviones no tripulados 'Shahed' contra infraestructura civil y enérgetica. Entre los objetivos, un hospital en la región de Sumy. «Son estos ataques nocturnos de Rusia los que destruyen nuestro sistema energético, nuestra infraestructura y la vida normal de los ucranianos. Y el hecho de que esta noche no fuera una excepción demuestra que debemos seguir presionando a Rusia por la paz», denunció el ucraniano.