Cómo es la vida en el corazón de la comunidad drusa en Israel: un pueblo «de guerreros» dividido y empujado a los combates

Banderas de los drusos en una casa en territorio israelí
En las colinas de Galilea y la cordillera del Carmelo, donde las casas de piedra se aferran a la ladera y el aroma del café con cardamomo impregna el aire, vive una de las comunidades más fascinantes y leales de Israel: los drusos. Con una población aproximada de 150.000 personas en el país, los drusos han establecido una relación única con el Estado hebreo, marcada por una lealtad inquebrantable desde los primeros días de su fundación.
Mowafaq Tarif, el actual líder espiritual de los drusos israelíes, es el nieto del legendario Sheikh Amin Tarif, quien fue una figura clave en la historia y la consolidación de la comunidad en Israel. En su voz resuena la convicción de un pueblo que, a pesar de los desafíos, ha logrado integrarse en la sociedad israelí sin perder su identidad ni sus valores fundamentales. «No hay ninguna duda sobre nuestra lealtad a Israel, pero tenemos muchos retos desde cada perspectiva que puedan imaginar», afirma Tarif, haciendo eco de las dificultades que enfrenta la comunidad drusa. A pesar de su integración, los drusos en Israel siguen enfrentando barreras, pues son una minoría árabe en un país mayoritariamente judío, y a menudo se les clasifica en diversas categorías.
La religión drusa es una mezcla compleja de influencias islámicas, filosóficas y esotéricas, lo que ha dado lugar a una fe hermética, sin proselitismo y cerrada a la conversión. Los drusos de todo el mundo no buscan crear su propio país ni establecer un territorio propio; su lealtad se mantiene firme hacia el país en el que viven. En Israel, esta lealtad se ha traducido en una participación activa y significativa en el Ejército y las instituciones gubernamentales. Desde la década de 1970, los drusos han estado presentes de manera destacada en las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), especialmente en unidades de élite, donde su contribución a la seguridad del Estado es ampliamente reconocida. «En nuestra sangre somos guerreros», afirman con orgullo, destacando el espíritu patriota que caracteriza a esta comunidad.
A pesar de su lealtad a Israel, la situación geopolítica de los drusos en Oriente Medio es especialmente compleja. En países como Siria y el Líbano, los drusos enfrentan una realidad política tensa y a menudo peligrosa. En Siria, donde la comunidad drusa es numerosa, han sido calificados de traidores por unos y aliados por otros. La guerra civil en Siria ha puesto a los drusos en una encrucijada, atrapados entre dos mundos. Mientras en Israel pueden vivir según sus creencias y tradiciones, en Siria y el Líbano, las tensiones políticas y religiosas complican su existencia. «Los drusos de Israel somos los más drusos de todos, porque aquí podemos vivir como queremos», sostiene un miembro destacado de la comunidad, quien señala que en estos países árabes no existe esa libertad para vivir conforme a su fe y valores.
Mowafaq Tarif, líder de los drusos en Israel
La fe drusa también se distingue por sus profundas creencias en la reencarnación y la búsqueda del equilibrio. Creen que el alma se reencarna en diferentes cuerpos, brindando a cada ser humano nuevas oportunidades, especialmente a aquellos que nacen en condiciones difíciles. Esta visión de la vida les permite enfrentar la adversidad con una perspectiva de esperanza y resiliencia. Según sus creencias, el mundo ha existido durante cientos de millones de años, y el ciclo de la reencarnación permite la evolución del ser humano, tanto en lo físico como en lo espiritual.
Aunque los drusos tienen una cultura rica y tradicional, también han sabido adaptarse a la modernidad sin perder su esencia. La educación es uno de los pilares más importantes en su sociedad. Las tasas de graduación en la comunidad drusa superan el promedio nacional en Israel, y muchos jóvenes drusos logran acceder a universidades e instituciones académicas de prestigio. La pluralidad es otra característica clave de su identidad, ya que cada druso vota según su conciencia, lo que refleja una notable diversidad política dentro de la comunidad. A pesar de esta apertura, los drusos siguen enfrentando desafíos relacionados con la equidad en el acceso a recursos y el reconocimiento de su identidad, algo que se agudiza en un país con una mayoría judía.
Los drusos de Israel también se distinguen por su solidaridad y unidad. La vida comunitaria se organiza principalmente en torno a la familia y los líderes religiosos, y son conocidos por su devoción a mantener su patrimonio cultural. Además, se rigen por un sistema de liderazgo religioso llamado Majlis al-‘Uqāl, que es un consejo de ancianos y sabios que supervisa las prácticas religiosas y garantiza la cohesión interna de la comunidad.
El pluralismo y la autonomía religiosa también son aspectos esenciales de la comunidad drusa. A diferencia de otras comunidades árabes en Israel, los drusos tienen una fuerte conexión con la cultura israelí y han jugado un papel crucial en la sociedad del país. La participación activa en el Ejército, la política, los negocios y la academia les ha permitido integrarse sin perder su identidad distintiva. El doctorado y la formación profesional son muy valorados, y su contribución en diversas áreas de la vida pública ha sido fundamental para la construcción del Estado moderno de Israel.
La ubicación geográfica de los drusos en Israel, especialmente en el norte del país, favorece la cohesión de la comunidad, al tiempo que facilita una vida familiar unida y solidaria. Ciudades como Daliyat al-Karmel y Yarka son conocidas por su vida cultural vibrante, donde se preservan las tradiciones drusas mientras se integran elementos de la sociedad israelí.

Residencia de los drusos en Israel
Sin embargo, los drusos no son ajenos a los desafíos de la modernidad. Aunque sus tasas de graduación y participación en el ejército son impresionantes, siguen luchando por una mayor equidad en el acceso a recursos y oportunidades. Además, la preservación de su identidad religiosa y cultural en un entorno tan diverso como el de Israel requiere de un esfuerzo continuo para mantener el equilibrio entre la integración y la conservación de sus tradiciones.
Mirando al futuro, los drusos se mantienen optimistas. La alta tasa de natalidad y el crecimiento sostenido de su población son indicativos de un futuro prometedor. A pesar de las dificultades y las tensiones que enfrentan en la región, su determinación por seguir adelante es clara. Con una comunidad unida, un fuerte sentido de identidad y un legado de servicio a Israel, los drusos seguirán siendo una parte integral y valiosa de la sociedad israelí, demostrando que, a pesar de no tener un territorio propio, su identidad es más sólida que nunca.