Valencia
Campas en llamas, 1.000 euros por un Tesla y coches nuevos desguazados: ¿Qué pasa con los coches de la Dana?
Los 120.000 coches afectados por la Dana se han convertido en una bomba de relojería que provoca vertidos tóxicos e incendios mientras miles de valencianos ni siquiera han encontrado el suyo
Las últimas estadísticas facilitadas por las aseguradoras cuantifican en más de 110.000 coches los afectados por la dana de Valencia, el equivalente a todos el parque móvil de la ciudad de La Coruña.
De estos 110.000 vehículos un 98 % ha sido declarado como siniestro total, lo que significa que deben ser obligatoriamente achatarrados en un desguace, un procedimiento que es más complejo y caro de lo que parece.
Al desguace...
Lejos quedan los tiempos en los que los coches cargados de líquidos hasta los topes eran introducidos en compactadoras que los dejaban del tamaño de una lavadora.
Ahora antes de eso hay un proceso mucho más laborioso y caro que es el que se hace en los mal llamados desguaces, ahora conocidos como centros de reciclaje.
Fuera líquidos y más cosas
El primer paso es sacar todos los residuos líquidos del vehículo, restos de combustible, aceite y refrigerante fundamentalmente, después se recupera el aluminio, los plásticos, los cables y todos los materiales que pueden tener una segunda vida y por último ya entra en funcionamiento la compactadora.
También se recuperan muchas piezas, siempre que no estén relacionados con órganos claves de un vehículo como la dirección o los frenos, y se venden como recambios usados.
El problema es que en Valencia las cantidad de coches que quedaron ‘varados’ en mitad de la calle obligó a retirarlos de manera indiscriminada, a discreción.
De hecho muchos vecinos se quejaban de que se habían llevado sus coches que estaban en perfecto orden de marcha, por eso los vecinos pusieron carteles con su móvil para que no se llevaran su coche que las autoridades ignoraron.
Una bomba de relojería
En este caso la descoordinación de las tareas de desescombro hizo que miles de coches acabaran apilados de cualquier manera en campas de barro, produciendo vertidos químicos al suelo y provocando un verdadero desastre ecológico. Un verdadera bomba de relojería.
Esta misma semana ardían centenares de coches en la campa de Paiporta y en el vertedero de Alberic una de las mayores, aún no se sabe la razón, se habla desde un coche eléctrico hasta un incendio provocado para pedir solución al problema.
Aunque también hay quien quiere ver la mano de algún desguace desaprensivo que no quiere asumir su achatarramiento en el estado actual.
La calificación de estos coches como residuos sólidos por parte del Gobierno para facilitar su retirada llegó tarde, mientras que la Generalitat Valenciana no ha sido capaz de agilizar el problema porque los desguaces de la zona directamente no dan abasto mientras que otros más lejanos no les sale a cuenta llevarse coches para achatarrarlos.
Un mal negocio...
El responsable de un desguace denunciaba en redes sociales que los coches tienen un «valor negativo», lo que quiere decir que les cuesta dinero achatarrarlos.
Tal y como explica «los maleteros están llenos de lodo seco», centenares de kilos de barro que afecta a prácticamente todas las piezas del coche, que son prácticamente inservibles.
Todo ello sin citar el riesgo bacteriológico que supone manipular estos vehículos en los que ha podido haber cadáveres en descomposición. De estos coches sólo sale el peso como chatarra y los pocos elementos que logran reutilizar.
Por último el propietario de otro negocio de reciclaje denuncia que en el caso de los coches eléctricos a todo esto hay que sumar el precio del reciclaje de las baterías, que puede superar los 1.000 euros y alguien debería asumir, en teoría el propietario.
Por último los portales de compraventa y empresas dedicadas a las subastas ya hierven con coches procedentes de las inundaciones, en redes sociales se puede leer que algunos de estos coches pueden acabar en otros mercados como Marruecos. Una situación muy irregular que exige una respuesta más contundente.