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06 de septiembre de 2024

Rosa Negro

Rosa RegásEFE

Rosa Regás (1933-2024)

La escritora que dirigió la Biblioteca Nacional con Rodríguez Zapatero

En marzo de 2006 decidió que debía retirarse la estatua de Marcelino Menéndez Pelayo, si bien dio marcha atrás a esta idea en octubre de ese mismo año

Rosa Negro

Rosa Regás Pagés

Nació en Barcelona el 11 de noviembre de 1933 y falleció en Llofriu (Gerona) el 17 de julio de 2024

Ganadora en 1994 del Premio Nadal y en 2001 del Premio Planeta, comenzó a trabajar en Seix Barral en 1964.

La labor cultural e institucional de Rosa Regàs transitó varios senderos, desde la traducción y la edición hasta la dirección de la Biblioteca Nacional. Nació una semana antes de que el centro y las derechas consiguieran la mayoría parlamentaria en las Cortes de la II República, y se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Barcelona a mediados de los años 50. Una época y una ciudad en que la Filología mostraba un gran esplendor. La editorial Alma Mater –desde hace ya medio siglo integrada en Madrid en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas–, siguiendo las huellas de la Fundación Bernat Metge, publicaba entonces ediciones críticas de los grandes clásicos griegos y latinos, con abundante estudio textual e introducciones de enorme fuste. Por aquellos años, mujeres como Carmen Laforet, Elena Quiroga, Dolores Medio, Luisa Forrellad, Carmen Martín Gaite o Ana María Matute ganaban el Premio Nadal e incluso algunas de ellas –como la misma Ana María Matute o Carmen Kurtz– el Premio Planeta. La propia Regàs ganaría ambos certámenes: en 1994 el Nadal por Azul, y en 2001 el Planeta gracias a La canción de Dorotea. Ese es el contexto en que Regàs comenzó a trabajar en Seix Barral en 1964.

Madre de cinco hijos, Regàs colaboró durante una década como traductora para organizaciones como las Naciones Unidas en Suiza, Estados Unidos, Francia o Kenia. Después de esa etapa, inició su periplo institucional, siempre a merced de designaciones del Partido Socialista, como la dirección del Ateneo Americano de la Casa de América (Madrid) entre 1994 y 1998, o la dirección general de la Biblioteca Nacional entre 2004 y 2007. El modo como desempeñó este último cargo ha merecido apreciaciones muy contrapuestas. Por un lado, decidió en marzo de 2006 que debía retirarse la estatua de Marcelino Menéndez Pelayo dentro de la Biblioteca Nacional, si bien hubo de dar marcha atrás a esta idea en octubre de ese mismo año. Quienes aplauden su paso por esta institución, destacan su interés en la digitalización de fondos y su intento por modernizarla. Sus más críticos no olvidan que, mientras ella ocupó este cargo, se produjo el robo de dos mapamundis de enorme valor de una Cosmografía de Ptolomeo editada en 1482, y una hoja de la primera edición impresa (1472) de las Etimologías de san Isidoro de Sevilla. Dimitió alegando que el ministro de Cultura, César Antonio Molina, le había dicho que ella «no había hecho nada» a lo largo de esos tres años al mando de la Biblioteca Nacional.

Es autora de medio centenar de libros propios, tanto ensayos como novelas, relatos o memorias. Participó en casi dos centenares de volúmenes: desde traducciones del británico Alan Coren (1938–2007), de Jack London (La llamada de lo salvaje) o Robert Louis Stevenson (El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde), hasta prólogos como el de Malentendido en Moscú, de Simone de Beauvoir; y en obras colectivas, por ejemplo, 'Crónicas de Irak' o 'Idealistas bajo las balas, los corresponsales extranjeros en la Guerra de España' (ambos trabajos de fuerte carga política y realizados mientras ella era directora de la Biblioteca Nacional).

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