Los cursis del nazarí
No es necesario ser inteligente para entender de fútbol. Es preciso, sencillamente, haber visto miles de partidos de buen fútbol
Los cursis que retransmiten los partidos de fútbol en Movistar Plus, han inventado un nuevo idioma. «El encuentro está trabado», «ha disparado al polo corto», «la defensa ha leído muy bien el pase», «el público athleticzale» y más majaderías. Hablan mucho y son tantos los que intervienen, que consideran a los millones de espectadores tontos de capirote. De fútbol es muy sencillo ser entendido. Yo he visto jugar desde niño al Real Madrid de Kopa, Rial, Dí Stéfano, Puskas, Gento, Santamaría, Marquitos y Zárraga. Y al Atlético de Ben Barek, Silva y Escudero. Al Real Madrid de Pirri y Amancio. Al Atlético de Peyró y Collar. Al Real Madrid de los García, y de la Quinta del Buitre, y de Laudrup y Zamorano, y de Ronaldo el Grande, y por supuesto al de los últimos años. He visto en directo a la selección de Brasil de Garrincha y Pelé, al Barcelona de Kocsis y Szibor, y el de Cruyff, y al Athletic de Gaínza y Arieta. En fin, algo bueno he visto. Y he aprendido un poco. Por lo demás, fui un buen jugador de fútbol, entre Netzer y Kopa, y en San Sebastián se me conocía por la «quisquilla de Ondarreta», cuando los socios del Tenis y los «morroskos» del Antiguo, nos enfrentábamos en el sector más cercano de la playa al Monte Igueldo cuando coincidía el atardecer con la marea baja. Es decir, que no necesito que tres merluzos me expliquen lo que estoy viendo.
No es necesario ser inteligente para entender de fútbol. Es preciso, sencillamente, haber visto miles de partidos de buen fútbol. En la mili, el más tonto de mi compañía, al que hicimos creer que aquel año en Semana Santa tendríamos más días de permiso, porque el Jueves Santo y Viernes Santo caían en lunes y martes, era una enciclopedia futbolística. No necesito que Valdano me confirme que Benzema, Kroos y Modric son maravillosos jugadores. Los veo jugar y me lo confirmo yo. No se trata de una exaltación de mi pedantería, sino de un sencillo razonamiento. Si un aficionado a la ópera asiste a mil representaciones, por duro que tenga el oído, termina por entender de ópera, que es mucho más difícil que entender de fútbol. La ópera, esa representación musical donde el tenor se quiere acostar con la soprano y cuando ya lo tienen todo hablado y concertado, aparece el barítono o el bajo, y les chafan el polvete. Lo que no termina hasta que muere la gorda. Donde el tenor es apuñalado vilmente por la espalda y no solo no se muere, sino que se levanta y sigue cantando. Pero me he ido por las ramas y los cerros de Úbeda, y debo retomar la cursilería semántica de la muchedumbre que nos comenta los partidos.
Leo que una de esas asociaciones comunistas y antiespañolas radicada en Granada, quiere suspender los actos conmemorativos de la Toma de Granada, por racistas. Llevan años dando la tabarra, y están apoyados por el PSOE, Izquierda Unida, Podemos y los de Kichi y Teresa. Uno de los acontecimientos y gestas más importantes de la historia de España, en manos de analfabetos revisionistas. Pero se preguntarán mis lectores: y esto, ¿qué tiene que ver con los comentaristas de fútbol? Mucho.
Todos ellos, sin excepción, cuando comentan un partido en el que juega el Granada Club de Fútbol, se refieren al equipo como «el conjunto nazarí» y a los futbolistas granadinos los denominan «nazaríes». Vamos a ver, y acudo a la sabia Real Academia Española y a su celebrado Diccionario de la Lengua Española. El nazarí no es el futbolista que luce y defiende los colores del Granada. El nazarí es el descendiente de Yusuf ben Nazar, fundador de la dinastía musulmana que reinó en Granada desde el siglo XIII al siglo XV. Y en una segunda acepción al «perteneciente o relativo a esta dinastía». Ningún futbolista del Granada desciende de Yusuf ben Nazar, fundador de la dinastía a la que los Ejércitos de los Reyes Católicos, al culminar la toma de Granada, persiguieron a los musulmanes derrotados hasta las costas granadinas invitando a los invasores de España a retornar a sus orígenes. Nada de nazarí; granadino. Y muy feliz año 2022 con Toma de Granada asegurada.