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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Horacio Luis y Antonio

Pedro fue un Santo, un Zar y es un mundialmente reconocido y respetado Presidente del Gobierno de España. Tan reconocido y respetado que el resto de los mandatarios han decidido no convocarlo para no turbar su tranquilidad

Actualizada 04:32

Lo he escrito en diferentes ocasiones de humor necesario. Sufrió mucho en el colegio por causa de sus apellidos. Sus padres, Don Jacinto Pito y Doña Dolores Pequeño, no repararon en la tragedia de su hijo. Nació sano, y fue bautizado con el nombre de Pedro. Pedro Pito Pequeño. En la Mili, cada vez que se oía su nombre en formación, las risas estallaban. Cumplió con sus deberes militares con honor y decencia. Estudió Arquitectura y entró a formar parte de un despacho de arquitectos. Y demostró ser un arquitecto extraordinario. Su jefe le citó en el despacho.

–Pedro, de un tiempo a esta parte te siento cariacontecido y sin ánimos.

–Así es. Estoy harto de llamarme como me llamo. Ya he presentado una instancia en el Ministerio de Justicia. Pedro Pito Pequeño, Pedro Pito Pequeño, todo el mundo lo repite y se ríe en mis narices.

–Te entiendo, y espero que lo soluciones pronto. Te necesitamos en tu mejor versión.

Catorce meses más tarde, el arquitecto Pedro Pito Pequeño fue autorizado a cambiar de nombre. Gran alegría en su casa y en el despacho.

Y firmó el proyecto con su nombre nuevo, recién estrenado, lleno de orgullo. «Horacio Luis Pito Pequeño». Su tragedia nada tenía que ver con el juego de palabras de sus apellidos, sino con el nombre. No le gustaba llamarse Pedro, y desde niño quiso llamarse como su primo venezolano, Horacio Luis. Y como Horacio Luis, orgullosísimo, vivió el resto de su vida hasta que descansó en paz. Sus restos descansan en un cementerio del municipio de Llanes. «Horacio Luis Pito Pequeño. 1945-2018. Tu Familia no te Olvida».

A mí, respetando todas las opciones, me gusta mucho más Pedro que Horacio Luis. Mi familia está plagada de pedros. Un abuelo, un hermano, un tío, varios primos y un nieto. Pedro, Piedra, el elegido de Cristo, el primer apóstol. En el Registro de Jerez de la Frontera aparece como nacido en 1998, un varón cuyo nombre es Kelvinátor. Sus padres adquirieron una nevera de esa marca, y se sintieron tan felices que le pusieron al niño el nombre de la nevera. En los países de nuestra América, la influencia del norte ha hecho estragos. México, Colombia y Venezuela están plagados de mujeres llamadas Verenice, que proviene del very nice, y de varones llamados Yusnavi, o lo que es igual, US Navy. Con los nombres hay que tener mucho cuidado.

Pedro fue un Santo, un Zar y es un mundialmente reconocido y respetado Presidente del Gobierno de España. Tan reconocido y respetado que el resto de los mandatarios europeos y americanos han decidido no convocarlo a sus reuniones para no turbar su tranquilidad. Eso sí, comparte con Biden, el presidente de los Estados Unidos, una especial cercanía. Desde que fue elegido Presidente de Estados Unidos y conoció a Pedro Sánchez, está mucho más ágil. Corre por los pasillos para no ser asaltado.

–Joe, soy Pedro, le dice Sánchez, y a Biden le entran unos sustos enormes. De ahí que se haya llevado a cabo, sin su consentimiento, su cambio de nombre para que Biden pueda viajar a Europa con tranquilidad y sin poner a prueba su débil resistencia vascular. Y el encargado de culminar la operación ha sido Mario Draghi, el italiano. Los italianos son maestros en estos menesteres. Así, que reunido Draghi con el Primer Ministro de Portugal y el Presidente del Gobierno de España, después de una intervención repleta de oquedades y de chorradas de nuestro alto mandatario, el malvado Draghi le agradeció el esfuerzo de esta manera.

–Muchas gracias, Antonio.

Y se ha quedado con Antonio para siempre. Antonio Sánchez Castejón.

Suena bien.

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