Medio millón de marqueses
Tan pacífica y civilizada como se inició, pacífica y civilizadamente se extinguió
El alcalde faltón de Valladolid es un hortera típico y tópico. Y también de coches prestados de 170.000 euros para sus fines de semana picarones. Si fuera director de cine rodaría escenas en casas de nobles decoradas con armaduras. Jamás vi en ellas –y conozco muchas–, ni una sola armadura. No sabía, hasta que lo anunció Puente, al que concedo en este momento el título de marqués de los Vertederos de Pucela, que en España hay 500.000 marqueses, que son los que a caballo y a pie, y disfrazados de agricultores, tractoristas, ganaderos, perreros, cazadores, campesinos, curtidores, olivareros y productores de frutas, toreros, subalternos y ganaderos de reses bravas, se manifestaron en Madrid contra el Gobierno. Los 500.000 marqueses llegaron a la capital del reino en autobuses, porque últimamente los marqueses se compran autobuses para viajar, ya que no les prestan coches de 170.000 euros como a otros. Miles de autobuses. En principio se calculó que los marqueses que se manifestaron fueron 400.000 –150.000 reconocidos y mal contados por la delegada del Gobierno–, pero los últimos datos aseguran que los marqueses manifestantes rozaron la cifra del medio millón de marqueses, que manda huevos la cantidad de marqueses que hay en España. Me he permitido invertir unos minutos en consultar con la Guía de la Nobleza, y me salen menos marqueses. Con Grandeza de España, figuran 152 ducados, 148 marquesados, 121 condados, 2 vizcondados, 2 baronías y 3 señoríos. En total, 428 títulos con Grandeza. A ellos hay que sumar 650 marquesados, 315 condados, 180 vizcondados, 120 baronías y 3 señoríos sin Grandeza de España. Puestos a sumar, que para mí supone un gran sacrificio, porque mi vida ha ido mucho más de la mano de la resta que de la suma, me sale un total de 1.696 títulos del reino, sin contar el marquesado de los Vertederos de Pucela, el marquesado de La Navata de Galapagar, concedido por el pueblo a Pablo Iglesias, el ducado de Villa-Sauna del padre de Begoña Gómez y el ducado de Ruiloba, que me concedí hace veinte años, y el Rey sin enterarse a estas alturas, lo cual me lastima.
De esos 1.696 títulos, muchos recaen en la misma persona, y un alto porcentaje de ellos no pudieron asistir a la manifestación de la ruina del campo español. Supongamos, que es mucho suponer, que se manifestaran 300 titulares de dignidades nobiliarias. De ahí, hasta 500.000, media un larguísimo trecho, tan largo como el que separa a don José Ortega y Gasset de Adriana Lastra, Alberto Garzón e Irene Montero.
Quinientos mil manifestantes y ni una papelera rota, respeto absoluto al mobiliario urbano, ausencias de gritos histéricos e insultos, ningún incidente con las Fuerzas de Seguridad del Estado, cuyos agentes fueron vitoreados y abrazados por los manifestantes, y tan pacífica y civilizada como se inició, pacífica y civilizadamente se extinguió. Los marqueses se montaron en sus autobuses y volvieron a sus campos perseguidos y arruinados por este Gobierno de mamarrachos. Esa diferencia que se establece entre la buena educación y el salvajismo de las izquierdas cuando se manifiestan por la subida de un 3 % en la factura de la luz si gobiernan las derechas, o cuando se manifiestan los pacifistas abriendo a pedradas las cabezas de los agentes del orden, o se manifiestan los separatistas quemando Barcelona o los terroristas recibiendo a un criminal con honores de héroe, esa diferencia –insisto–, es la que se establece entre la civilización y la mugre.
Al final, Adriana Lastra y todos los ministros, corrigieron a Oscar Puente, marqués de los Vertederos de Pucela, y reconocieron que no fueron los marqueses los manifestantes, sino peligrosos infiltrados de la extrema derecha. Y mientras los agricultores retornaban, con paciencia educada en sus autobuses y tractores, a sus campos amenazados y arruinados, saltaba la gran noticia que ninguna televisión, pública o subvencionada, o emisora de radio, pública o subvencionada, o periódico impreso, público o subvencionado, se dignó a valorar. Que Pedro Sánchez, obedeciendo a su señora, había malgastado 335.000 euros de los Fondos de Ayuda de la Comunidad Europea en adecentar su solario y sauna en el palacio de la Marismilla de Doñana, su preferido. Para eso sirven los Fondos de Europa.
Mucho me temo que si esto sigue así, el Gobierno y sus socios van a salir volando de España. En el último Falcon disponible.