«Antonio» está enrabietado y nervioso
Los ciudadanos no quieren una España progresista de boquilla como la que vende Sánchez sino una España de verdadero progreso generadora de empleo , riqueza y bienestar
Dijo Noam Chomsky que «si no creemos en la libertad de expresión de aquellos que despreciamos, no creemos en ella en absoluto». Pedro Sánchez no puede creer en la libertad de opinión en tanto ataca e insulta a los medios y periodistas a los que desprecia por no ensalzar su gestión y de paso su apolínea figura.
Pedro, «el guapo», ha llegado a creerse la reencarnación de Narciso y no soporta que los medios cuestionen sus deficiencias y debilidades y mucho menos que se lo reprochen.
El «Doctor Fraude» no entiende que la calle le haya dado la espalda y allá donde va sea increpado y pitado, y que los medios se hagan eco de su impopularidad.
«Falconeti» se lamenta de que la ciudadanía no comparta lo mucho y bueno que su desmesurado gobierno hace por ella, ni por qué las urnas autonómicas y las encuestas le niegan el favor electoral después de tantos desvelos y noches de insomnio por soportar al otrora «coletas».
«Antonio» está cabreado, muy nervioso, y hace tiempo que, con su habitual estrategia de culpar a terceros de sus desatinos y equivocaciones, decidió atacar a los empresarios y a la prensa madrileña con el mantra de «obedecer a intereses oscuros del Ibex y de los poderosos que quieren acabar con el Gobierno progresista».
El «Pinocho de la Moncloa» lleva tiempo obsesionado con los «cenáculos madrileños y los señores con puros» a los que, en un alarde de simplismo pueril, acusa de haber colocado a Feijóo al frente del PP y de alimentar con el poder de su dinero a las terminales mediáticas que se oponen a la España progresista que él representa.
Su «Sanchidad», está visto, tras encamarse con el «marqués de Galapagar» en la Moncloa ha terminado asimilando las mismas teorías conspiranoicas contra la prensa independiente y la libertad de expresión que el excoletas todavía difunde en sintonía con los populistas del otro lado del Atlántico que gobiernan desde México a la Argentina pasando por Cuba, Venezuela o Perú.
El mentiroso compulsivo que habita la Moncloa ha terminado por creerse la aseveración de su gurú electoral, el «chef Tezanos», y está convencido de que la prensa y los ciudadanos que no le bailan el agua es por la envidia que les genera su apuesta y «brummelliana» figura y no por la nefasta gestión de su Gobierno incapaz de recuperar los niveles de la economía previos a la pandemia y de explicar por qué España es uno de los países con mayor mortandad por covid en relación con su población .
A «Sáncheztein» no le abuchean en la calle por ser presidente y socialista ,como se dijo en la TVE que se ha propuesto controlar, intervenir y manipular en beneficio propio como hizo, con la Fiscalía o el CIS, sino por incumplir promesas; faltar a la verdad; engañar a los ciudadanos; defraudar expectativas; apoyarse en fuerzas políticas que quieren destruir la unidad constitucional de España; pactar con los herederos de los asesinos de cientos de españoles que pretendieron, además, dinamitar la democracia y la convivencia con sus bombas; herir el sentimiento de las víctimas al permitir que los verdugos tengan privilegios y libertades mientras sus familiares yacen en los cementerios, y por indultar a golpistas como Junqueras mientras condena al Rey Juan Carlos.
La prensa le critica y los ciudadanos le castigan en las urnas y en las encuestas por desairar al Rey Felipe y ser un maleducado; impulsar políticas que dividen y enfrentan a los españoles y por cuestionar con sus aliados parlamentarios el período de más prosperidad, estabilidad y progreso de España que arrancó con la Transición y la Constitución del 78.
A «Pedro Aviones» se le recrimina también su enfermiza obsesión por la propaganda con la que intenta tapar la deficiente gestión del sobredimensionado Gobierno que preside y que cuenta con el mayor número de ministros de Europa.
Hay muchos y variados motivos para que la prensa atacada por Sánchez juzgue con severidad el proceder y quehacer de un Ejecutivo como el suyo que no asume sus errores y responsabiliza de todos los problemas a terceros , ya sea la covid o la guerra de Putin; que justifica los hachazos fiscales a las clases medias con debates perversos sobre ricos y pobres y que los impuestos son imprescindibles para el sostenimiento del estado de bienestar mientras olvida que tan prioritaria o más es una buena gestión de los recursos . Cosa en la que fracasa estrepitosamente .
Paradójicamente las mismas terminales mediáticas contra las que despotrica Sánchez, respaldan las medidas económicas de un Gobierno socialista y progresista como el portugués que lejos de comprar votos y hacer electoralismo con sus presupuestos ha diseñado unas cuentas realistas y acordes con este tiempo de incertidumbre y retroceso económico .
Definitivamente, Sanchez perdió hace años la credibilidad y ahora también los nervios y los papeles señalando a los medios como causantes de sus males. Con su actitud refleja debilidad e impotencia para revertir el curso de los sondeos por más «paguitas», ayudas y subvenciones millonarias que anuncie semana tras semana. Los ciudadanos no quieren una España progresista de boquilla como la que vende Sánchez sino una España de verdadero progreso generadora de empleo , riqueza y bienestar. La primera apunta a regresión mientras la segunda indica el camino del desarrollo y de un estado de bienestar sostenible .