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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Las cuatro traiciones de Yolanda Díaz

Dice Tezanos que es la política española más valorada… pero muchos no le compraríamos ni un destornillador en Wallapop

Actualizada 11:41

Yolanda Díaz, gallega de Fene de 51 años, gasta una perenne sonrisa forzada, achucha con besos y abrazos a todo lo que se mueve y cuida la estética de manera obsesiva, con un atavío diferente cada día, esmeradas mechas y mucho rímel encarnado. Las trola-encuestas de Tezanos sostienen que Yolanda es la política española más valorada. Pero yo no le compraría ni un destornillador de segunda mano vía Wallapop, por dos motivos: porque ha trucado los datos del paro de manera escandalosa y porque cuesta imaginar dirigente más chaquetera. Tras su cordialidad teatral y su tono híper empalagoso se camufla una política adicta la traición.

Es conocida la afición de nuestra extrema izquierda a las micro sectas. Para desvelar el alma política de la flamante lideresa de Sumar toca pasearse por esos arrabales. Yolanda era hija de una familia de comunistas ferrolanos y su padre fue el dirigente clásico de Comisiones en Galicia. Ella estudió Derecho en Santiago y luego montó un despacho laboralista en Ferrol. Afiliada desde siempre al vetusto PCE, enganchó con Izquierda Unida. En 2003 logró un puesto de concejal en Ferrol y en 2005 ya lideraba IU en Galicia. Sin embargo sus resultados resultaban calamitosos: en su primer intento como candidata a la presidencia de la Xunta obtuvo el 0,8 % de los votos, todo un hito negativo, y en el segundo, ya en 2009, vuelve a pegarse la toña y se queda de nuevo fuera del Parlamento gallego.

Sabedora de que sola no tiene fuerzas, busca un tonto útil en el que apoyarse, que resulta ser el patriarca nacionalista Beiras, de peculiar psique. Beiras acaba de romper con el BNG, la marca clásica del nacionalismo comunista gallego, y ha formado un nuevo micro partido, Anova. Yoli ve allí una ocasión, así que se alía con el yayo y montan una coalición llamada Alternativa Gallega de Izquierdas (AGE). ¡Milagro! A rebufo del tirón personal de Beiras logran nueve diputados autonómicos en 2012. Yolanda por fin entra en la Cámara… aunque para traicionar muy pronto al abuelete. Para la campaña de 2012, AGE ha contratado como asesor electoral a un joven sofista madrileño de pico de oro, un tal Pablo Iglesias. Chica lista, en esos días ella traba una cordial relación con él, que le resultará muy útil.

En 2015, Yolanda percibe que Podemos está en alza. Sin pestañear, le mete el facazo al viejo Beiras y forma con Podemos un nuevo invento, En Marea. Otra jugada redonda: logran seis escaños en el Congreso. Yolanda ya tiene su pasaporte para Madrid, su sueño secreto. Mientras tanto, Beiras brama en arameo: «Es la primera persona que me ha traicionado en toda mi vida. Ha tenido un comportamiento ingrato, insolidario y desleal».

Segunda traición: Yolanda sigue soltando lastre acorde a los intereses de su ombligo y en 2020 se da de baja en IU, sabedora de que ahora lo que chuta es la marca Podemos. Este desmarque le sale tan bien que cuando Iglesias Turrión da la espantada y deja el Gobierno, la inviste digitalmente como vicepresidenta del Ejecutivo y como nuevo referente de la tropa morada. Un dedazo en toda regla, que ella acepta encantada, por supuesto, pese a haberse pasado la vida clamando por la democracia interna.

Pero el poderoso apéndice nasal yolandiano no deja nunca de olfatear el mercado político. Hmmm, esto de Podemos parece que empieza a pasar también de moda... Así que llega la tercera traición. Lanza su propio partido: Sumar, una marca creada solo para su mayor gloria. La pone en marcha con una denominación fiel a la cursilería de la casa, «el proceso de escucha», que comienza en noviembre 2021. Se presenta arropada por lo mejor de cada casa: Mónica Oltra (hoy ya fuera tras un turbio caso de encubrimiento de abusos sexuales a una menor), Ada Colau (imputada) y Mónica García, epítome del comunismo caviar, que recomienda igualación a la baja al prójimo mientras ella se pega la vida padre.

Los podemitas que quedan –es decir, el prejubilado Iglesias Turrión, Lady Galapagar y sus cuatro amigas pasadas de rosca– se dan cuentan de que han caído como panolis en aquello de «cría cuervos…». Así que se debaten entre vincularse al invento yolandiano de Sumar, que se pone de largo este domingo, o intentarlo todavía por su cuenta so pena de castañazo.

Hoy es el supuesto día grande de Yolanda. Pero los yolandólogos sabemos que es solo el preludio de su cuarta traición: a poco que Sumar no sume, romperá su viejo carnet del PCE, que aún conserva, y se sumará al PSOE para intentar ser la lideresa que brote de las ruinas de la previsible caída del sanchismo a finales de este año.

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