Dos años después
A Sánchez le gusta tanto sacar a relucir a Franco que al final se está pareciendo a él
Han pasado dos años ya, aunque a veces parece que fuera ayer. Me gustaría decirte que las cosas han cambiado, pero el país que dejaste es muy parecido al que tenemos ahora, el mismo que te quitaba las ganas de ver la televisión y por el que te entraban ganas de mudarte a Portugal.
Te fuiste sin votar en aquellas elecciones –aunque varios metiéramos en la urna la papeleta que tú habrías cogido– y Ayuso ganó. Dentro de un mes volveremos a votar y para algunos parece como si Madrid se hubiera convertido de repente en una ciudad del tercer mundo. Todo va mal, o eso quieren vender, con manifestaciones continuas y una huelga de sanitarios que secundan cuatro y no 40.000, como nos quieren hacer creer. Nada que te sorprenda.
En Moncloa sigue Sánchez y ahí estará por lo menos hasta diciembre. Ya veremos después qué pasa, porque ya sabes que por ser presidente es capaz de vender hasta el colchón. Y de momento ya ha pactado con los independentistas y con Bildu la nueva ley de vivienda, así que todavía está por ver qué les ha prometido a cambio. Como la Guardia Civil ya ha dejado de circular por Navarra, no será de extrañar que el precio a pagar sea una especie de referéndum.
Y mientras se mueven los hilos para otra consulta en Cataluña, volveremos a hablar de Franco. A Sánchez le gusta tanto sacarlo a relucir para desviar el foco que al final se está pareciendo a él. Pretende desenterrar a José Antonio con fines propagandísticos –como Franco–, promueve las casas protegidas –como Franco– y habla de Putin como si fuera único causante de nuestros males. Ahora la culpa es de Putin y antes, de los comunistas. Si por parecerse hasta copia su estrategia de comunicación: Franco hablaba en los medios del régimen y Sánchez, en La Sexta y la SER.
Ahora que te cuento lo del régimen, el Madrid sigue con el suyo. Echó a Sergio Ramos, ganó la Champions –otra vez– y camino va de otra, mientras el Barça demostró que tenías razón. ¿Cuántas veces me dijiste que lo de los árbitros no era normal? No discutimos pocas veces por eso. Tú me decías que estaban comprados y yo a ti que eso era imposible. Terminabas diciéndome que ya se demostraría y al final apareció un tal Negreira, que cobraba dinero por «garantizar la neutralidad».
Ahora que hago repaso, sí ha cambiado un poco el país. Y casi todo a peor, aunque al menos ahora hay un medio que cuenta las cosas como te habría gustado. Dos años con Sánchez es mucho, como dos años sin ti.