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Unas líneasEduardo de Rivas

Si tú pactas, yo pacto

Los acuerdos de PP y Vox odiosos, indignos y peligrosos para la democracia, mientras que llegar al poder gracias a Bildu es demostrar que ETA ha perdido

Actualizada 01:35

Desde hace años que existe un doble baremo para medir lo que hace el PP y lo que hace el PSOE. Como en el fútbol, donde están las reglas del Barça y las del resto, o en la Fórmula 1, donde Hamilton hace y deshace con la FIA mientras los demás siguen a rajatabla el reglamento. La política es igual, aunque más que por un código disciplinario se rige por lo que vote la gente cuando llegan las elecciones.

Imagine por un momento que estos últimos cuatro años hubiese gobernado el Partido Popular. No importa quién, dibuje en su mente el mejor candidato que crea posible con la única salvedad de que sea de derechas. Imagine que ese presidente conservador hubiese puesto al frente de la Fiscalía General del Estado a una exministra. Ya que estamos, imagine también que a otro exministro lo nombra juez del Tribunal Constitucional. Y en un alarde de decir barbaridades, imagine que ese señor que ocupa Moncloa aprueba una ley que pone en la calle a multitud de violadores y pederastas.

¿Qué habría pasado? Que habrían ardido las calles, que las manifestaciones se repetirían semana tras semana y que la tensión se palparía en el ambiente. Pues todo eso no lo ha hecho un presidente del PP, sino que cada una de esas cosas las ha llevado a cabo uno del PSOE. ¿Y qué ha pasado? Nada. Peor aún. Como revela la encuesta de Target Point que publica este lunes este periódico, la gente sigue prefiriendo un gobierno de Sánchez con Yolanda Díaz que uno de Feijóo con Abascal. Y tiene las mismas ganas de ver a Feijóo en solitario en Moncloa que de seguir con el mismo gobierno de los últimos cuatro años.

Podríamos decir que la gente no aprende y que al final este país acaba teniendo lo que se merece, pero, por suerte, los números sí dan para sacar del Gobierno al que puede ser el peor presidente de nuestra democracia. El que más ha mentido, el que más ha tergiversado las leyes y el que ha vendido su país por dormir otro día en el colchón de Moncloa. Pero también, por desgracia, el que más capacidad ha tenido de fabricar un relato y de que la gente se lo compre.

Las elecciones autonómicas le dieron la oportunidad de volver a demostrar su maestría a pocas semanas de las urnas y Sánchez no la desaprovechó. Porque mientras el PSOE puede pactar con unos y con otros, el PP tiene que ampararse a una mayoría absoluta o a la benevolencia de los socialistas para dejarle gobernar. Los acuerdos de los populares con Vox son odiosos, indignos y peligrosos para la democracia, mientras que llegar al poder gracias a Bildu es la demostración de que ETA ha perdido y mantenerse a cambio de indultar a los líderes del procés es lograr que haya «paz social» en Cataluña. Así se ha contado la historia de los últimos cuatro años, una en la que todo lo bueno que le ha pasado a España ha sido gracias a Sánchez y todo lo malo ha sido culpa del PP, que no ayuda, de Vox, que es la ultraderecha, y de Europa, que me obliga a hacer lo que no quiero hacer. Y así serán los próximos cuatro si las cuentas le salen a Sánchez.

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