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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Sánchezping y su telonero ZP

De nuevo los intereses particulares del dúo Sánchez-ZP nos coloca en un sitio en el que no debemos estar en uno de los momentos más delicados en la geoestrategia mundial

Actualizada 01:30

Zapatero ha presentado un libro titulado «La solución pacífica», una auténtica desfachatez por parte de quien inoculó tanto odio y guerracivilismo en nuestra sociedad que solo ha requerido de otra criatura hecha a su imagen y semejanza, como Sánchez, para terminar la gran obra de su vida. Aunque ha perdido el registro melifluo que gastaba cuando estaba en Moncloa, que llevó a Alfonso Guerra a llamarle Bambi, y ahora se despacha con un tono crispado que probablemente exprese su verdadero talante, sigue profiriendo pacifismo y muletillas huecas e invocando a Gloria Fuertes, Luther King y Kennedy, como si fueran la santísima trinidad. Es ponerle un micrófono delante y soñar mientras le escuchas con la Alianza de Civilizaciones, con la paz en el mundo, con algodones de azúcar frente a los carros de combate de Putin, con acuerdos con forajidos de la justicia. Siguiendo la doctrina de Fuertes pide: «lamer un plato, pegar un sello, usemos la lengua para todo menos para herir». Enternecedor.

Luego está el fondo de lo que piensa. Que si Xi Jinping será muy autócrata, pero ha sacado a 700 millones de chinos de la pobreza y eso hemos de agradecérselo. Que hay que estar con los pobres en Venezuela que no tienen para comer, sin explicar seguidamente quién es el causante de esa situación, que es íntimo amigo suyo: ahora incluso reconoce que le paga sus viajes a Caracas. Más imposturas de Zapatero en la presentación de su libro: que está a favor del diálogo y de no hacer cordones sanitarios a Vox porque él habló con ETA. Es decir, un expresidente comparando a una banda terrorista con un partido que no ha pegado jamás un tiro, sino que ha defendido a las víctimas, está comprometido con la democracia y representa a tres millones de españoles. Pues lo dicho, una delicia lo de Zapatero. Ni una sola mala palabra —o sí, que diría Rajoy— ni una buena acción.

El que pasa por ser el muñidor del sanchismo, que se forra haciendo lobby con China, ha sido el telonero de su sucesor en un viaje extemporáneo a Pekín, al margen de la política de los aliados europeos, que ahora pergeñan una respuesta a los aranceles de Donald Trump y que no se pueden permitir lanzar un mensaje de que son el ejército —sin soldados, además— de Pancho Villa, haciendo cada uno de los 27 la guerra por su cuenta. La agenda personal de Pedro no puede ir por libre para que su mentor haga negocio con los chinos, como los hace con Venezuela. Bien está que el jefe del Gobierno visite ese gran país, pero mirar a China, el gran enemigo de Washington, sin haber resuelto la respuesta europea a Trump es una melonada, una más, de Su Sanchidad, al que Xi Jinping da un trato especial, quizá porque sabe que es un verso suelto capaz de cualquier cosa para salvar electoralmente el pescuezo. Ya lo hizo cuando inopinadamente defendió que se retiraran los aranceles a los coches eléctricos chinos y Bruselas entró en cólera.

De nuevo, los intereses particulares del dúo Sánchez-ZP nos coloca en un sitio en el que no debemos estar en uno de los momentos más delicados en la geoestrategia mundial. El jefe de la Casa Blanca está dispuesto a perjudicar a todo el planeta, aunque sea pegándose un tiro en el pie. Para eso le han votado los americanos —78 millones— y, si no lo han hecho exactamente para que hiciera eso, pues tendrán oportunidad de demandárselo dentro de dos años en las elecciones de medio mandato. ¿Pero mientras tanto, qué hacemos? Tenemos enfrente a un señor cuyo país fue nuestro aliado y protector desde la Segunda Guerra Mundial, que no diferencia entre amigos y enemigos, socios y adversarios. Que convierte a una mala bestia, como Putin, en aliado y a un país devastado por él, como Ucrania, en chatarra inservible con la que saciar —por el momento— el expansionismo de Rusia.

Pero hay algo positivo que ha hecho el presidente norteamericano y que debemos usar en nuestro provecho. En sus aranceles no ha distinguido a Orban de Sánchez, ni a Meloni de Macron. Nos ha puesto fácil una respuesta conjunta y consensuada. Es decir, reconoce a toda la Unión Europea como un todo, como la tercera potencia económica que es. Así que, si Meloni está en contra de los aranceles recíprocos, si Macron unilateralmente quiere prohibir las inversiones francesas en ese país, y Sánchez tira de sus intereses espurios para cabildear con China como va a hacer en su viaje oficial, pues apaga y vámonos. Estados Unidos estará muerta como potencia, pero Europa no lo estará menos. Y de España, con este jefe de Gobierno y su padre putativo, ni hablamos. Si, además, nos deja a Marisu Montero de presidenta en funciones, es imposible mejorar el momento.

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