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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Dichosos niños

Un padre que educa mal a sus hijos, es un hombre incapacitado para ejercer altas responsabilidades. Si no mantiene el orden en su casa, fuera de ella puede resultar un peligro

Actualizada 01:30

En un pleno del Congreso durante la Segunda República se debatía acerca del futuro de la juventud. Y un diputado, adverso a la Ley que pretendía aprobar el Partido Socialista, finalizó su intervención con una pregunta al aire plena de queja llorica. ¿Qué haremos con nuestros hijos? Y la respuesta vino de un escaño ocupado por unos glúteos certeros: «Por el suyo, no se preocupe, porque ya le hemos hecho subsecretario». Viví personalmente en mi segundo colegio, el Alameda de Osuna , una dolorosa experiencia. Primer día de clase. El profesor de Historia Natural pasó lista y mantuvo una breve conversación con cada uno de los alumnos, con el fin de conocernos. Se llamaba el profesor don Adolfo Martín, y era un sabio distraído y nervioso. Le llegó el turno a un tal Tovar, guatemalteco, de imparables ambiciones.

-¿Qué desea ser usted de mayor? –Presidente de la República de Guatemala. Sus compañeros quedamos impresionados.

-¿Tiene usted más hermanos?

- Sí, somos seis. Los seis de nuestra mamá y ninguno de nuestro papá.

Y don Adolfo comentó: -¡Dichosos niños!

Los hijos dan satisfacciones, sustos y disgustos. El hijo mayor de un conocido duque, famoso por estar más zumbado que el pecho de un gorila, tuvo varios hijos igual de zumbados que él. El mayor, el más mochales y chalado de la noble camada. Tan harto estaba de su hijo que le buscó plaza y cobijo en el duro internado navarro de Lecároz. Alumnos de Lecároz fueron Nicanor Zabaleta, Jesús María de Laizaola, el marqués de Portago, el cocinero Martín Berasategui, el duque de Arión, el marqués de Cubas, su hermano el marqués de Griñón y Don Carlos de Borbón, Infante de España, repetidas veces visitado por su primo el entonces Príncipe Don Juan Carlos. Tenía Lecároz un gran prestigio docente y fama de una disciplina férrea. Y el duque zumbado mandó a Lecároz al niño, más zumbado todavía. Le acompañó al tren.

–A ver si aprendes algo, guapito.

A los veinte días le llamaron de Lecároz.

–Su hijo no se ha presentado.

Susto, disgusto, busca y captura. El niño –que ya tenía 16 añitos-, no había viajado nunca en tren, y le encantó. Consiguió esconderse y realizó 20 viajes Madrid-Pamplona y viceversa sin ser descubierto. Robó en el coche-restaurante, y finalmente fue detenido por la Guardia Civil. El duque le arreó una colleja mientras le chorreaba

-¿Estás loco?

A lo que el niño respondió:

-Menos que tú, Papá.

Y voló otra colleja.

Con los hijos hay que tener mucho cuidado, y si han crecido entre mimos, más aún. Un padre que educa mal a sus hijos, es un hombre incapacitado para ejercer altas responsabilidades. Si no mantiene el orden en su casa, fuera de ella puede resultar un peligro. España está en manos de un señor que no ha sabido educar a su hijo. Y el niño se las trae, aunque ya esté muy crecidito. No soy juez. Me limito a transcribir cuatro noticias en el que el niño es protagonista , publicadas en cuatro medios diferentes. En El Debate: «El hijo de Cándido Conde-Pumpido en libertad tras ser detenido por presunta agresión sexual en manada». El País Galicia: «La juez de Pokemon denuncia coacción del hijo de Conde Pumpido. 10/12/2015».

En Periodista Digital: « Nuevo escándalo de los Conde-Pumpido. El hijo del presidente del TC fue detenido por amenazar a punta de pistola en el Paseo de la Castellana» 18/enero, 2023. ABC: « Imputado el hijo de Conde-Pumpido por blanqueo de capitales. Conde-Pumpido usó una sociedad para supuestamente lavar 1,09 millones a una mafia de proxenetas».

Ni juzgo ni acuso. Pero, culpabilidad o inocencia aparte, este chico está muy mal educado. Y el futuro de España está en manos de quien tan mal lo educó.

Dichosos niños.

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