Fundado en 1910
Aire libreIgnacio Sánchez Cámara

La legislatura podrida

Si no lo hace el Gobierno, que no lo hará, es urgente la convocatoria de elecciones generales para que los ciudadanos se pronuncien sobre la agonía institucional y el derrumbe moral

Actualizada 01:30

La situación política es insostenible, insoportable. Bastaría con mencionar dos hechos: la inestabilidad y la corrupción. Pero hay muchos más.

El primero es la naturaleza política y moral del proyecto de Pedro Sánchez, continuador aventajado del de Zapatero. No se trata de que el presidente del Gobierno haga de la necesidad vicio, de la necesidad de mantenerse en el poder vicio político, que no virtud. Lo que acaso no estuviera en los planes era el protagonismo de Puigdemont, pero el proyecto no ha cambiado por este hecho; sólo se ha acelerado y radicalizado: compartir con la ETA el diagnóstico fundamental. La transición ha sido un fenómeno franquista y, por lo tanto, no ha podido conducir a la democracia, sino a la perpetuación del franquismo por otros medios. La consecuencia es clara. En España no existe una verdadera democracia, que solo llegará con la hegemonía de la izquierda y la expulsión de la derecha fuera del sistema. El muro. La alternativa es o franquismo o democracia. La Constitución debe ser destruida. La clave no está tanto en Junts o ERC, sino en la legitimación de la ETA, que hace de Otegi, un terrorista condenado, honorable hombre de Estado. El terror ha desaparecido, pero el proyecto no: ruptura de la unidad y comunismo. Frente popular. La clave se encuentra acaso en el cambio radical del PSOE, aunque hay quien incluso duda de que haya operado un verdadero cambio.

Por lo tanto, no es que la ambición enfermiza de Sánchez lo obligue a alianzas indeseables. Podía haber seguido otro camino, por ejemplo, con Ciudadanos, pero la cabra comunista siempre tira al monte totalitario. Esta es la verdadera cuestión. Todo lo demás deriva de aquí y se explica así. Es cierto que la indigencia del apoyo electoral recibido por Sánchez, su derrota, pues ganó, si bien pírricamente, el PP, ha acelerado el proceso. Seguramente, la ley de amnistía no se habría planteado todavía, pero la necesidad del apoyo del prófugo de Waterloo lo ha exigido. Otro factor más del carácter insostenible de la legislatura: gobernar a beneficio de la extorsión separatista. Un fugado de la Justicia decide la política española.

La democracia y las libertades están en peligro. El camino hacia la dictadura ha empezado a recorrerse. En este sentido, el aspecto más grave lo constituye el ataque a la división de poderes y el asalto a las instituciones. Nunca se habían manifestado los jueces tan clamorosamente en contra del Gobierno como cuando éste utilizó la palabra «lawfare» en el proyecto de ley de amnistía.

La inestabilidad es proverbial. Todo pende de un hilo. Hay que ganar las votaciones parlamentarias una a una. Y ya han perdido alguna. Tienen que contentar a la vez a quienes son, como ERC y Junts, enemigos feroces. La exigua minoría de Podemos también puede hacer caer a un Gobierno que los ha excluido y humillado. Un tránsfuga o un votante disidente podría acabar con la legislatura. Esto no es gobernar; es sobrevivir. Acaso Sánchez resista. España, no.

Y, para que nada falte, cuando todo anuncia insoportable agonía, entra en erupción el volcán de la corrupción que amenaza con chamuscar o achicharrar a la tercera autoridad del Estado y a quien fue número tres del PSOE, mano derecha de Sánchez y colaborador necesario de su ascenso a la secretaría general socialista. La sombra, al menos, de la responsabilidad política, tal como ellos mismos la plantearon, se acerca al presidente del Gobierno. Una investigación como imputado de Ábalos la haría ineludible. No es extraño que cundan los nervios y que aspiren, sin éxito, a incorporar a la trama a algún miembro del PP. Será un caso aislado, pero la lava se extiende amenazando con abrasarlo todo.

Si no lo hace el Gobierno, que no lo hará, es urgente la convocatoria de elecciones generales para que los ciudadanos se pronuncien sobre la agonía institucional y el derrumbe moral. Cabría presentar una moción de censura con el único fin de la convocatoria electoral. Y los partidos y grupos que no la apoyen quedarían en evidencia como cómplices (nunca mejor dicho) de la putrefacción. Se presente o no, triunfe o no, la legislatura no es que sea errática y descabellada; es que está podrida.

comentarios

Más de Ignacio Sánchez Cámara

  • El otro problema catalán

  • Galicia en un hilo

  • Feminismo contra la mujer

  • Horrible sesión parlamentaria

  • La justicia social no es de izquierdas

  • tracking