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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Invencibles

Sumando a vuela pluma los votos que obtendría el partido de Puigdemont y la pequeña Borrás, me salen veinte millones de votos, resultado que me preocupa a sabiendas de que no hay veinte millones de catalanes

Actualizada 01:30

El presente texto nada tiene que ver en esta ocasión con Begoña Gómez. Sirva la advertencia para recordar a los jueces su nombre y apellido.

El presente texto sí tiene que ver, y mucho, con la imposibilidad de derrotar en las urnas catalanas al partido político del fugado «caganer». Somos muy pocos para competir con ellos. En el Correo de Bilbao, cuando se llamaba El Correo Español-El Pueblo Vasco, se publicó la crónica de un partido de fútbol del Athletic disputado en San Mamés contra la Unión Deportiva Las Palmas. Y saltó la errata. Se intercaló en el texto de la crónica futbolística el final de la esquela de un fallecido. Decía así: «Cuando el empate se daba por hecho, en el minuto 89, el Athletic marcó el gol de la victoria. Sarabia controló el esférico, galopó por la banda, y centró el balón hacia el área rival, donde esperaba para rematar Dani, tíos, primos y demás familia». Lógicamente, Dani no marró. Cuando un futbolista recibe un balón en el área y se sabe protegido por sus tíos, primos y demás familia, marcar gol no supone nada del otro mundo por el lío y el desconcierto que experimentan los defensas y el portero del equipo contrario.

Más o menos, algo parecido va a suceder en las próximas elecciones autonómicas catalanas. Casi todos los partidos se presentan modestamente, con sus siglas. ERC, el PP, el PSE y Vox. Pero el partido que preside la condenada por malversación Laura Borrás y dirige desde Waterloo el delincuente amnistiado, es decir, Junts (Juntos), lo hará en compañía de otras siete formaciones políticas. Y contra esa muchedumbre no se puede combatir ni en las urnas. El forajido en trance de ser amnistiado a cambio de sus siete votos en el Congreso de los Diputados, garantía de estancia a todo tren de Sánchez y Begoña Gómez –recordad su nombre y apellido– en la Moncloa, se presentará a las elecciones con Joventut Republicana (Juventud Republicana), Alternativa Verda (Alternativa Verde), Reagrupament (Reagrupamiento), Acció per la República (Acción por la República) Moviment de Esquerres de Catalunya ( Movimiento de Izquierdas de Cataluña), Demócrates (Demócratas) Y Estat Catalá (Estado Catalán). Entre paréntesis me he permitido, gracias a los conocimientos del complicado idioma catalán de mi traductor, Lluis (Luis) García (García) López (López), miembro de Demócrates (Demócratas), incluir la traducción al español de los partidos políticos catalanes que se suman a Junts (Juntos) para arrasar en las elecciones y conseguir, al fin, después de cinco siglos de sigilosos planteamientos, la independencia de Cataluña.

Creo, honestamente, que Puigdemont juega con ventaja. El apoyo, principalmente, de Altarenativa Verda (Alternativa Verde) y Estat Catalá (Estado Catalán) son determinantes. El segundo de los partidos seleccionados fue fundado en 1922 por Francesc (Francisco o Paco) Maciá, presidente de la Generalitat (Generalidad) de Cataluña, un peso pesado de la política local de gran influencia en nuestros días.

Sumando a vuela pluma los votos que obtendría el partido de Puigdemont y la pequeña Borrás, me salen veinte millones de votos, resultado que me preocupa a sabiendas de que no hay veinte millones de catalanes. Pero con la tardanza que se aplican en España los recursos, el cansancio de los miembros del Tribunal Constitucional y demás minucias, esos veinte millones de votos –¿qué menos entre ocho partidos de esa importancia social?–, le concederán al partido del ocupante del maletero una mayoría absoluta abrumadora. Con ella, democráticamente, Puigdemont podrá proclamar por segunda vez la independencia de Cataluña, que durará el mismo tiempo que se invierta en detener en la Moncloa al auténtico artífice de la independencia, el deportista que está casado con Begoña Gómez, a la que, en verdad, no tenía pensado mencionar en el presente texto más allá de la inicial advertencia.

Ocho partidos de esa importancia arrasan en cualquier elección de cualquier nación europea. Son muchísimos, y por ende, invencibles.

Begoña Gómez.

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