Detener a Sánchez
No solo habrá que derogar el sanchismo: habrá que borrar el paso de Sánchez por la política, hasta la última huella. Sería bueno que el PP se anticipara alguna vez, en lo del Valle y en lo de la autócrata consorte
La Comunidad de Madrid tiene la obligación política y ética de declarar Bien de Interés Cultural el Conjunto Monumental del Valle de los Caídos. Lo argüido hasta ahora para evitarlo carece de fundamento, como veremos. Parece responder al empecinamiento de la Consejería de Cultura, que, pese a depender de una presidenta amiga de la guerra cultural (una guerra dialéctica, de ideas), reproduce el principal error de la derecha convencional: someterse a la hegemonía, precisamente cultural, de la nueva izquierda, que ya es casi toda.
En cuanto al Valle de los Caídos, la Consejería se enroca en una supuesta falta de competencia. Yerra o miente: Ayuso debería indicar a su subordinado que leyese las cuatro sentencias del TS sobre la Ciudadela de Jaca, monumento con una dependencia de la Administración del Estado mucho mayor que la del Valle de los Caídos. La Ciudadela, adscrita al Servicio Público de la Defensa Nacional, es de titularidad del Ministerio de Defensa. Pues bien, la Comunidad de Aragón la declaró BIC con todas las de la ley. Así cita el TS al TC: «Tras la sentencia 17/1991, de 31 de enero, del Tribunal Constitucional, la competencia para la declaración de bienes de interés cultural corresponde a las Comunidades Autónomas, en tanto que también son la Administración a la que corresponde su protección».
¿Por qué esta declaración es importante? Porque, tras la misa negra de Sánchez en los osarios, es verosímil la tesis de Ussía: que el autócrata acabe derribando la cruz más alta del mundo. Lo hará una vez normalice la siniestra exhibición de cráneos, restrinja más la libertad religiosa prohibiendo el culto en lugares de culto (católico), y exprima hasta la última gota la tragedia de la Guerra Civil. Como Ussía, estoy convencido de que la Cruz volverá a levantarse. No solo habrá que derogar el sanchismo: habrá que borrar el paso de Sánchez por la política, hasta la última huella. Sería bueno que el PP se anticipara alguna vez, en lo del Valle y en lo de la autócrata consorte.
El sentido de urgencia, ya despierto entre los que ponen la convivencia por delante de las tácticas, se ha aguzado tras las últimas profanaciones de Sánchez. Profanación de templo, profanación de tumba, profanación de cadáveres. Todo en una bata blanca que es sotana inversa; el resto de oficiantes vistiendo el mismo hábito bajo subterfugio científico. La pseudociencia es la nueva religión de sustitución, sí, pero esto va más allá de todo lo visto hasta ahora. Esto es el líder de un partido posando con los restos de las víctimas de ese partido. Es el jefe de los socialistas usando a los muertos de una guerra que su partido deseó y desató con su golpe del 34, su amaño de las elecciones de febrero del 36, sus atentados y violencias sistemáticos entre febrero y julio, su asesinato del líder de la oposición monárquica. Lo de Sánchez es repugnante. Y perverso, pues sustituye la política legítima por una provocación incesante y creciente.