Vuelve Pedro, vuelve

Hoy es el gran día. Tras cinco interminables jornadas de expectación, miedo, temblor, psicosis colectiva, vértigo y vacío, Pedro Sánchez volverá de su dramático retiro, forzado por el fascismo mediático y judicial, para dirigirse al pueblo llano y anunciar que, por el bien de la gente humilde, soportará la pesada carga y seguirá adelante.

Pedro Almodóvar volverá a llorar, esta vez de alegría; El País publicará un Editorial especial a doble página con el titular «Gracias»; el PSOE cambiará su lema electoral para apostar por un emotivo «No pasarán» y los periodistas buenos publicarán un segundo manifiesto instándole al Caudillo a adoptar medidas contundentes, para que lo que le han hecho a él no nos lo puedan hacer al resto de los españoles.

La escena, para ser perfecta, contará con la aparición en algún momento de Begoña Gómez, levitando en la plaza de Oriente bajo los acordes de «Bella Ciao», con Illa, Patxi, Montero, la europea Ribera y el converso Page haciendo de coristas partisanos de la mártir entronizada, Evita para la feligresía.

El toque internacional, imprescindible para entender que la lucha resiliente de Sánchez es global y que él acepta, con sacrificio, la responsabilidad de frenar a las fuerzas de la regresión allá donde actúen, vendrá con Nicolás, Delcy, Lula, Petro, López Obrador y Boric, convocados por el encomiable Zapatero y presentados por Greta Thunberg, rodeada de pingüinos de Humboldt salvados del cambio climático con sus propias manos cuando estaba a punto de derretirse el casquete polar.

Una marcha miliciana encabezada por Óscar Puente, con las Juventudes Socialistas desfilando desde Ferraz hasta El Pardo bajo la narración en directo de Silvia Intxaurrondo en la televisión de todos, completará la resurrección de El Mesías en el quinto día del calvario, coincidiendo con la conmemoración de San Pedro Mártir, laicizado para la ocasión con una ceremonia descatolizante oficiada por Javier y Carlos Bardem.

Y Sánchez anunciará la palabra revelada en su voluntario cautiverio, que será la de aplicar cuantas medidas sean necesarias para cumplir la misión histórica encomendada: liberar la Justicia de los golpistas con toga, rehabilitar checas en todo el territorio nacional donde recluir a periodistas insurgentes y reactivar la ley de partidos para confinar tras el muro de la involución a quienes se atrevan a desafiar la buena nueva.

En 1932, cuando Largo Caballero era ministro de Trabajo y Previsión social, se dirigió así a los presentes en el XIII Congreso del PSOE: «El partido no es reformista cuando ha habido necesidad de romper con la legalidad, sin ningún reparo y sin escrúpulo».

Y cuatro años después, en un artículo en El Liberal, sentenció: «Si triunfan las derechas, nuestra labor habrá de ser doble. Colaborar con nuestros aliados dentro de la legalidad, pero tendremos que ir a la Guerra Civil declarada. Que no digan que nosotros decimos las cosas por decirlas. Que nosotros lo realizamos».

En mayo de 2021, en el congreso de la UGT celebrado en Valencia, Pedro Sánchez reivindicó al susodicho socialista con una frase para la posteridad: «Actuó como queremos actuar nosotros». Que nadie diga que no lo había avisado. Estaba tomando carrerilla y ya ha bajado de su Gólgota.