La soledad del Rey
Para visitar tres países fronterizos con Rusia, y recordar ante sus tres mandatarios que España siempre estará dispuesta a defender los intereses del mundo libre, el Rey ha viajado sin compañía
El Gobierno se ha negado a acompañar al Rey en su viaje oficial a los países bálticos, Estonia, Letonia y Lituania. Superando la grosería institucional, debo decir que, en pocas ocasiones, he percibido tanta comodidad y felicidad en un viaje Real. El Rey ha sido recibido por los gobiernos de Estonia, Letonia y Lituania con los brazos abiertos. Y ha visitado a nuestros soldados, marinos y aviadores desplazados allí. Jamás el Rey ha estado tan bien acompañado y tan lejano a la soledad. Sánchez ha intentado humillarlo, y al final se ha apercibido de su error. Le ha mandado de «seño» de compañía, durante un par de horas, a la ministra de Defensa, Margarita Robles, cuando su presencia era ya totalmente innecesaria. Esas imágenes del Rey embarcando y desembarcando en el «Juan Carlos I» con solemne soledad han dado la vuelta al mundo. Tan bien la han dado, que han procedido a dar una más, y otra, y otra, para dejar en claro una realidad incuestionable. La dignidad de España la representa su Persona, y la mugre de España, el que ha intentado someterla y humillarla.
El Rey ha visitado una zona de conflicto. Y cuando se visita una zona de conflicto, lo más recomendable es sentirse liberado de microbios conflictivos. Para inaugurar una Casa del Pueblo en Torremocha de los Brezos, el gran Hortera se hace acompañar de ministros, asesores, pesebristas y doscientos agentes de seguridad. Para visitar tres países fronterizos con Rusia, y recordar ante sus tres mandatarios que España siempre estará dispuesta a defender los intereses del mundo libre, el Rey ha viajado sin compañía. Mucho me temo que tenga que ver en la envenenada chapuza el complejo de inferioridad. El marido de la imputada y hermano de «El Batutas», a la sombra del Rey, desaparece. Y lo mismo intuyo de la ministra de Defensa y el ministro de Asuntos Exteriores, que es un pequeñín coleóptero de muy carcajeante presencia y relevancia. Un tipejo que sólo sirve para lo que ha servido. Cargarse la carrera diplomática y la política exterior.
Con ellos, el Rey tendría que adaptarse al programa oficial elaborado por Presidencia del Gobierno, el Ministerio de Defensa y el de Asuntos Exteriores. Lo ha hecho siempre y siempre ha salido airoso, oscureciendo a las «madmuas» de compañía. Pero sin ellos, el Rey se ha sentido libre y feliz, más aún cuando uno de los motivos de su viaje era reencontrarse con sus soldados desplazados a las repúblicas bálticas atendiendo la solicitud de la OTAN. Albares, el ministro de Exteriores, sigue confundiendo la OTAN con la ONU, la CEOE, el CIS y la ANAC –Asociación Nacional de Amas de Casa–. Y sabe que, en los ambientes diplomáticos europeos, se le conoce como «the little flea», es decir, la pulguita. Es conveniente ser comprensivo y misericordioso con los complejos. En Geometría –al menos la que se enseñaba en el Pilar de Castelló–, el triángulo equilátero es un polígono regular por tener sus tres lados iguales. En una fotografía oficial, el Rey se sitúa en el medio y los pequeños ministros a los lados, de tal modo que los vértices de los ministros y el vértice del Rey unidos por tres líneas conforman un triángulo con dos vértices en el suelo y uno en las alturas, y eso resulta molesto. Se lo decía la madre de Antenor Patiño a su hijo, el rey del estaño. «Antenor, no llores por ser bajito. ¡No sabes la cantidad de gigantes que no tienen ni un dólar!». Pues eso, que hay que conformarse con los centímetros que la naturaleza dispone para cada ser humano.
El Rey no ha viajado sólo. La que ha viajado en soledad ha sido España. Así lo ha decidido el Gobierno social-comunista. Y el Gobierno social-comunista ha hecho el ridículo, porque España ha tenido un gran éxito representada por la relativa soledad del Rey, y no por arteros gobernantes. Propongo que, a partir de ahora, el Rey y España cumplan las visitas de Estado de la mano, y sin microbios perjudiciales en su entorno.
Y no me refiero a los microbios por su tamaño.