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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Fábula del batutas

Érase una vez un político con tanto poder que por vivir en un palacio destrozó hasta el pudrimiento a una nación maravillosa que se llamaba España

Actualizada 01:30

Para un director de orquesta, dirigir a la Filarmónica de Viena en la Sala Dorada de la Musikverein vienesa en el concierto del Año Nuevo, es un honor y un gozo al que ningún director renuncia. Desde el gran Boskovsky, en la TVE en blanco y negro, hasta nuestros días, el concierto de Año Nuevo es una cita obligada con el buen gusto y la esperanza. El 1 de enero de 2025, año en el que se celebra el bicentenario de Johan Strauss, será de nuevo Riccardo Muti el afortunado director elegido. Boskovsky fue el primero en finalizar los bises del Concierto con la Marcha de Radetzky , colofón tradicional de la gran cita vienesa con los Strauss como principales protagonistas. De Boskovsky a Muti, por ahí han pasado Kleiber, Abbado, Maazel, Von Karajan, Thielerman, Welzer-Möst, Barenboin, Dudamel, Jansons… cada uno a su manera, todos formidables directores. Y lo escrito hasta el momento responde a la realidad. Ahora comienza la fábula.

Érase una vez un político con tanto poder que por vivir en un palacio destrozó hasta el pudrimiento a una nación maravillosa que se llamaba España. El primer Estado de Europa, el que fuera en tiempos de Carlos I y su hijo Felipe II el más vasto imperio de la Historia de la Humanidad. En su prohibida letra del himno español, lo canta el extraordinario y humillado por la manipulación y la incultura, José María Pemán. «Gloria a la Patria que supo seguir/ por el azul del mar el caminar del sol». De aquel político sin nombre, se decía que tenía una esposa imputada por tráfico de influencias y un hermano, brillante director de orquesta a cargo de una diputación extremeña y con residencia en Portugal.

Dado que el político sin nombre, sin límites en su ambición y de nociones elementales de geografía, engatusó a una mujer que mandaba mucho en Europa, la fábula puede resultar verosímil. La mujer, alemana y presumiblemente conservadora, cayó en los encantos del rompedor de mapas, el cual ignoraba que Alemania y Austria eran y son dos naciones y dos estados diferentes. Es cierto que en Austria se habla con diferente acento el alemán, pero un alemán es alemán, y un austríaco es un austríaco. La capital de Alemania es Berlín, y la de Austria, Viena. Y en Viena se celebra todos los días primero de año un concierto en honor y recuerdo de los Strauss, con especial memoria a Johan Strauss, el compositor vienés por excelencia, de sus maravillosos valses y sus trepidantes polkas.

Y Sánchez, en un encuentro con la señora que atesoraba sus mismas ambiciones y falta de escrúpulos para mantenerse en el poder de la Unión Europea, atendió su llamada, se tomaron del brazo, y conversaron en un rincón fuera del dominio de la prensa acreditada. Y ahí le susurró la petición. «Ursulilla, tengo muchas cosas que agradecerte. Gracias a ti, mantengo mi poder en lo que queda de España, que es bastante poco. También recordarás que fui el primero en llamarte para expresarte mi sincero dolor cuando supe que un lobo, un lobo malo, no como los lobos que han arruinado a los ganaderos españoles que no saben hacer otra cosa que protestar, mató y se comió a tu “pony» preferido, Dolly. Del mismo modo que yo no olvido tus innumerables favores, tú no puedes olvidar lo mucho que sentí lo del lobo malo que se merendó a tu caballito. Por ello, y con toda la libertad que la amistad procura, te voy a pedir que me hagas una importantísima gestión. Creo que sabes que tengo un hermano, que es un portento en la composición musical y la dirección de orquesta. Se llama David y se apellida Sánchez, pero como Sánchez no suena bien para dirigir una orquesta filarmónica, en lugar de Sánchez se le conoce por Azagra. Estuvo tres años en Rusia, Ursulilla, que en Rusia de música saben lo mismo o más que vosotros. Quiero celebrar en 2026 el logro, dificilísimo, de haber fracturado España. Y la mejor manera para hacerlo, es que consigas, con tus manejos, que me los conozco muy bien, que la Orquesta Filarmónica de Viena piense en mi hermano para dirigir el Concierto de Año Nuevo de 2026 que tendrá lugar en Viena, según me han dicho. Mi familia lo ha pasado muy mal con el fango de la ultraderecha y merece la compensación de una alegría. ¿Me lo conseguirás?

–Por supuesto que sí, Pedro. Ya conoces mis artimañas.

Y es lo que me apresuro a revelar a los lectores de El Debate. El 1 de enero de 2026, el director de la Filarmónica de Viena en el concierto de Sala Dorada de la Musikverein vienesa será… ¡ David Azagra!

Con dos…

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