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28 de septiembre de 2024

Cosas que pasanAlfonso Ussía

Procuren ser ustedes

Este consejo responde a la realidad, que se asemeja mucho a la obsesión de un club arruinado, el F.C. Barcelona, por parecerse al Real Madrid

Actualizada 01:30

Hoy recibiré toda suerte de descalificaciones y repulsas, pero me ciño a una información de mi periódico, El Debate. Camuflo la identidad de los protagonistas por respeto y discreción.

Un millonario venezolano, hace veinte años, decidió retirarse en España. Compró en la mejor zona de La Moraleja una parcela de dos hectáreas –20.000 metros cuadrados–, y levantó una casa impresionante. Sus vecinos inmediatos, en el Paseo de la Marquesa Viuda de Aldama, un matrimonio con un hijo. Él, un brillante ingeniero de Caminos, y ella una pesada con muchas pretensiones, de esas señoras que van a comprar en invierno el periódico con un chándal, abrigo de pieles sobre el chándal y zapatos de tacón. Su casa, magnífica, nada tenía que envidiar a la mayoría de los chalés de la urbanización.

Pero los millonarios son caprichosos, y el venezolano se hartó de su casa. Contrató a una conocida empresa constructora y a un arquitecto de moda, de esos que proyectan para su lucimiento, derribó la casa y construyó la nueva. Muy acristalada y con un torreón desde el que disfrutaría de una panorámica excepcional. No reparó en gastos y acordó con los constructores y sindicatos tres turnos de seis horas para adelantar los plazos de entrega. La mujer del ingeniero convenció a su marido para imitar al millonario venezolano. Su casa estaba en perfectas condiciones, y el ingeniero, que era un gran profesional pero no millonario, aceptó únicamente la sugerencia de añadir a su casa un torreón como el del venezolano. Se quedó tieso. Más aún, cuando ella, descubrió que el venezolano había aprovechado la obra para construir una pista de pádel tenis. –Me encantaría una pista de pádel–. El ingeniero le recordó a su mujer que ni ella ni él ni su hijo habían jugado jamás al pádel, que el torreón le había soplado los ahorros y que hasta ahí podíamos llegar. Ella amenazó con el divorcio. El ingeniero era un hombre religioso, cumplidor de los preceptos de la Iglesia y se hipotecó para construir la cancha de pádel.

Un día cualquiera, el millonario y el ingeniero coincidieron. El ingeniero, a media broma y media verdad, le confesó que, por su culpa, su vida se había descolocado. Que había perdido el sitio y la cabeza por imitar la nueva casa del venezolano. Que el torreón y el pádel los tenía atragantados y se había quedado sin un euro. El millonario era hombre juicioso, inteligente y medido. Y le dio un consejo: -Querido vecino, no procuren ser como yo. Procuren ser ustedes. Y serán mucho más felices-.

Esta historia, que responde a la realidad, se parece mucho a la obsesión de un club arruinado, el F.C. Barcelona, por parecerse al Real Madrid. Me lo decía hace pocas semanas un gran barcelonista, que fue directivo del club, si bien se enteró tarde y mal de la situación del Barcelona. – El problema no es que el Real Madrid nos haya aventajado en diez puntos en la Liga, y para colmo, que haya ganado la Copa de Europa. El problema es que nos ha sacado veinte años de ventaja.

En El Debate, leo que los problemas laborales están retrasando la remodelación del 'Camp Nou' o 'Nou Camp', que nunca acierto en su denominación. Que el proyecto inicial no sirve, según los arquitectos. Que la constructora turca Limak no ha firmado ningún contrato laboral con sus trabajadores, en su mayoría de nacionalidad rumana. Que éstos han denunciado que trabajan en condiciones deplorables y con un salario muy por debajo de lo legal, incumpliendo las promesas favorables en su contratación. «Nos prometieron que cobraríamos 100 euros cada día, con alojamiento, transporte y tres comidas diarias». Y que nanay.

Los turcos – Laporta no quiso contratar con ninguna constructora del IBEX–, han subcontratado a una empresa que no cumple lo prometido. Y para colmo, los arquitectos han advertido de tres grandes errores en el proyecto. El videomarcador, la cubierta retráctil y la mala visibilidad que tendrán muchos asientos del estadio. Y sin dinero.

Y todo, por imitar al Real Madrid, que sí lo tiene y ha inaugurado su nuevo estadio, impresionante –los gustos son libres–, con toda normalidad.

Urge imitar al millonario venezolano en su consejo al ingeniero vecino: «No procuren ser como el Real Madrid. Procuren ser ustedes, y serán felices».

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