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HorizonteRamón Pérez-Maura

La farsa catalana de la «Casa de Habsburgo»

Es evidente que estos independentistas analfabetos siguen creyendo su propia mentira de que la Guerra de la Sucesión (1701-1713) fue en realidad una guerra de la secesión. Cualquiera con un mínimo interés sabe que no fue un conflicto independentista

Actualizada 01:30

El sábado 22 de junio El Confidencial dedicaba una amplia crónica titulada «Documentos muestran que Puigdemont usó la Casa de Habsburgo para conspirar contra España». A raíz de las investigaciones del juez Joaquín Aguirre sobre el golpe de octubre de 2017, han aparecidos papeles de Víctor Terradellas, a la sazón secretario de Relaciones Internacionales de Convergencia Democrática de Cataluña, quien aseguraba a Puigdemont que podía conseguir la intervención en el proceso del jefe de la «Casa de Habsburgo», es decir, la Casa de Austria, el Archiduque Carlos. Terradellas proponía que fuese mediador entre Cataluña y España.

Es evidente que estos independentistas analfabetos siguen creyendo su propia mentira de que la Guerra de la Sucesión (1701-1713) fue en realidad una guerra de la secesión. Cualquiera con un mínimo interés sabe que no fue un conflicto independentista, sino que aquel Archiduque Carlos y Felipe V se disputaron quién sería el Rey de España.

Esta información se vio repicada y ampliada el pasado sábado 29 de junio en El Mundo. Llama la atención que ninguno de los dos medios se haya molestado en hablar con el Archiduque Carlos para verificar sus datos. El Debate sí lo ha hecho y no sólo lo ha hecho, sino que servidor de ustedes, por su amistad, tiene conocimiento de primera mano de este asunto desde el principio. Y nunca lo he publicado porque me parecía un disparate sin sentido.

El 19 de octubre de 2017 almorcé con el Archiduque Carlos en Zalacaín. Ese día me contó que través de una persona de su confianza, el barón Vinzenz Stimpfl-Abele, el presidente de Paneuropa Eslovenia, Laris Gaiser, le había hecho la propuesta de ofrecerse como mediador entre el Gobierno español y la Generalidad «en el exilio». A él le parecía un disparate, y como amigos, me lo contó. Paneuropa es la más antigua de las organizaciones europeístas, fundada hace más de cien años por el conde Richard Coudenhove-Kalergi, que fue sucedido como presidente internacional de Paneuropa por el Archiduque Otto, padre de Carlos. El Archiduque Carlos es el actual presidente de Paneuropa Austria, y la organización tiene ramas nacionales en casi todos los países europeos. En aquel momento yo era el presidente de Paneuropa en España y Gaiser lo era en Eslovenia, que era lo único de lo que lo conocía Carlos de Austria. Para nada era un estrecho colaborador. Obviamente yo confirmé al Archiduque lo que él mismo creía: que eso no tenía ningún sentido y la cosa terminó antes de empezar. Carlos de Austria dijo a Gaiser que no quería tener nada que ver con su iniciativa y procuró distanciarse al máximo de él.

Para dar una idea de la verdadera relación de Carlos de Austria con todo este proceso catalán recordaré lo que sucedió el 29 de octubre de 2018. Ese día se entregaba el Premio Otto de Habsburgo que otorga Paneuropa España cada año. La directiva de Paneruopa se lo había otorgado a Íñigo Méndez de Vigo y la entrega en el Nuevo Club de Madrid fue el primer acto al que acudió y en el que habló Mariano Rajoy tras su salida del Gobierno. Y vino a entregárselo el Archiduque Carlos. Carlos de Austria tiene una muy estrecha amistad y colabora con Christo Grozev, uno de los grandes promotores de Bellingcat, la organización privada de inteligencia que más ha hecho en la denuncia de la actuación de agentes rusos por el mundo. Por ejemplo, fue clave en la condena a Rusia por el derribo del avión de Malaysia Airlines en el vuelo MH-17 en el que murieron 298 personas. En ese almuerzo en el Nuevo Club de Madrid, Carlos de Austria, a través de Bellingcat, tenía los nombres de los agentes rusos que habían acudido a Barcelona un año antes para ayudar a Puigdemont. Hoy todos conocemos la involucración rusa en aquel proceso, pero entonces era algo que sonaba a ciencia ficción. En aquel almuerzo Carlos de Austria preguntó a Soraya Sáenz de Santamaría si mantenía los suficientes contactos con el CNI –que había estado bajo su mando hasta cinco meses antes– para poder conseguirle los vuelos de salida que habían tomado los agentes de Putin cuando dejaron Barcelona. Hasta aquí puedo leer.

El Archiduque Carlos hace ahora anualmente, coincidiendo con su cumpleaños en enero, un discurso en el que repasa la situación internacional. Su alocución de 2023, tenía por título «Seguridad y unidad», y en ella apelaba al «coraje y responsabilidad» colectivos para defender ambas. Y en la de 2024, defendía de nuevo el «orden de libertades y democracia en el marco del Estado de derecho», afirmando que la pertenencia a la UE y a la OTAN son garantes de ese Estado de derecho, así como de la «seguridad y la economía de mercado» de los distintos estados miembros de la Unión Europea. España entre ellos, por supuesto.

Pretender que Carlos de Austria pudo involucrarse de ninguna manera en un intento de ruptura de España demuestra el desnortamiento del independentismo catalán aliado y socorrido por Pedro Sánchez.

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