Un gran país doblegado por 3.397 votos
Sensación de impotencia ver cómo por la felonía del PSOE se regala un privilegio arbitrario al separatismo catalán y se cambia la Constitución a su dictado
Qué desagradable sensación de impotencia. Un gran país del primer mundo rendido por 3.397 votos de un partido antiespañol, que es la tercera fuerza en Cataluña. Una formación que en las últimas elecciones regionales ha logrado menos apoyo allí que la suma de PP y Vox.
En el sopor de la gran desbandada de agosto, España está encajando una amarga derrota. Una vez más, una minoría separatista antiespañola se apresta a imponer su voluntad a 48 millones de españoles, gracias a la enésima felonía del PSOE, que lo hace posible.
Se va a otorgar un privilegio fiscal insolidario a Cataluña, se va romper la caja única, se va a quebrar la igualdad entre españoles. Se va a voltear de facto la Constitución. Se va a reforzar todavía más la injusta y aberrante prohibición del español en las aulas catalanas y en sus espacios públicos, cuando la tozuda verdad es que es el idioma más hablado allí… Y todo eso nos lo imponen los votos de un puñado de militantes de ERC, partido que dio un golpe contra España hace solo cinco años. Y lo logran gracias a la extrema debilidad y el antipatriotismo radical del presidente Sánchez y el PSOE, partido de turbia historia, que ya traicionó en su día a la II República.
Esto es insoportable. Imagino que comparto con millones de compatriotas el asco que he sentido viendo las intervenciones de Marta Rovira, dándonos lecciones y restregándonos el acuerdo por la cara, y de Salvador Illa, soltándonos, muy seriecito y atildado, como es él, una máxima tan estúpida como que «Cataluña tiene derecho a una financiación singular». ¿Por qué, Salvador? ¿Sois más altos y más guapos que el resto de vuestros compatriotas? ¿Acaso sois el pueblo superior? ¿O es que para los socialistas aquellos partidos que aspirar a destruir España y la ponen a parir cada día deben ser premiados con el dinero del resto de las regiones?
Marta Rovira y Salvador Illa. Ella, una abogada cobardona, nieta de un alcalde de la época de Franco, que cuando vio que pinchaba el golpe de Estado de 2017, promovido por su jefe Junqueras, puso pies en polvorosa rumbo a Suiza. No volvió hasta que Sánchez la amnistió y ahora nos sermonea con unos aires de superioridad moral intragables. ¿E Illa? Un pésimo ministro de Sanidad, que no dio una durante la pandemia, que nos mintió con sus «comités de expertos», que no existían, y hasta con las cifras de muertos. Un ministro que se echó a un lado rápidamente en cuanto vio que el reto lo superaba, lavándose las manos y traspasándoselo a las comunidades autónomas.
Por favor, movámonos contra este disparate del cupo catalán. Cada uno en nuestro ámbito, en la medida de nuestras fuerzas, debemos de luchar contra esta tropelía bananera, un facazo a traición del PSOE al conjunto del país.
-No se puede romper el orden constitucional al dictado de un acuerdo cerrado en un cuarto oscuro por el PSC y ERC.
-No se puede crear un tercer privilegio, que se suma al vasco y el navarro, solo porque Illa se ha quedado corto de votos y necesita comprar a tocateja el apoyo del tercer partido de Cataluña.
-No es admisible abordar una reforma de este inmenso calado constitucional sin un estudio a fondo, fumándose al Parlamento y sin dar una sola explicación sobre el detalle del asunto. La propia ministra de Hacienda, Montero, que ahora guarda un curioso silencio, aseguró rotundamente hace solo unas semanas que jamás llegaría lo que ahora ya tenemos sobre la mesa (puro PSOE).
-No podemos permitir que una reforma que va a afectar a las vidas de los 48 millones de españoles la decidan un partido menor, de peso irrisorio en el conjunto de la nación, y un presidente, Sánchez, que ha perdido las cuatro últimas elecciones en las que han podido votar todos los españoles (municipales, autonómicas, generales y europeas, ni una sola ganó el PSOE, entonces, ¿con qué autoridad se permiten reescribir la Constitución por la puerta trasera?).
-No se puede seguir soportando la felonía de Sánchez, que mientras chapotea en la corrupción familiar y partidaria antepone su ombligo a los intereses generales de los españoles y cree que somos peleles de plastilina, que puede moldear como le dé la gana a golpe de propaganda.
Mientras aplaudimos unidos y emocionados a los campeones del deporte español que compiten en París, nos olvidamos de que a la misma hora un oportunista con crecientes tics de autócrata está mellando los pilares de la nación.
Corre agosto, días de dispersión y asueto. Pero si el tipo que ya nos ha colado los indultos, la amnistía y el uso partidista y abusivo del TC nos cuela también este privilegio fiscal al dictado de los separatistas, entonces podríamos decir que España es un país de capa caída, porque tendría un pueblo y unas clases dirigentes incapaces de defenderse cuando llega la hora de la verdad.