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Un mundo felizJaume Vives

Las carcajadas (tecnológicas) de ACOM

Seguramente, si los de ACOM hubieran paseado por los pasillos de ese hospital lleno de heridos, no se habrían carcajeado tanto y habría salido a flote la humanidad que la tecnología nos ha arrebatado

Actualizada 01:30

Las carcajadas son un signo muy propio de nuestro tiempo. Son más una mueca que el reflejo de una alegría interior.

Son, por lo general, exageradas, de vuelo rasante, nacen prácticamente fuera de nuestro cuerpo, y mueren a escasos metros de él. La carcajada no necesita algo bonito para salir a flote, le vale cualquier mamarrachada, por desagradable que sea.

Por el contrario, la sonrisa no es una mueca, es un embellecedor natural. La sonrisa siempre aparece en su justa medida, que es la del corazón, no se queda en la superficie, vuela hacia lo más alto, nace en nuestras entrañas y vive hasta la eternidad.

La sonrisa necesita algo bonito para salir a flote, no le vale cualquier cosa. Es un indicador fiable de que nos encontramos ante un destello de bien, de verdad y de belleza, por pequeño que sea.

La sonrisa nos acerca al prójimo, la carcajada, como mucho, nos mantiene a la misma distancia.

Buena muestra de lo que cuento es la publicación en redes de un grupo llamado ACOM (Action and Communication on the Middle East), puede que el más activo en defensa de Israel, cometa este tropelías o no.

Como bien sabrá el lector, hace unos días Israel hizo explotar primero los buscas y luego los walkies de personas relacionadas con Hezbollah. Fue una carnicería salvaje que afectó a todo tipo de personas, también a niños.

Permítame el lector no compartir mi opinión sobre Hezbollah la cual pude formarme cuando estuve viviendo en Líbano. Están los ánimos muy encendidos y no quisiera desviar el foco del tema, que es otro.

Tras el ataque, los hospitales se abarrotaron de heridos a los que había explotado el busca y, en los funerales de los fallecidos, murieron otros tantos a quienes explotaron los walkies.

Lejos de ser un éxito, la operación fue un fracaso más de la humanidad, aplaudido por demasiados.

Ahora no recuerdo quién me dijo hace tiempo que las guerras habían perdido lo único bello que tenían, –el cuerpo a cuerpo–, pues daba la posibilidad de tratar al enemigo como a un prójimo mirándole a los ojos, ya fuera a la hora de atravesarlo con la espada o de compadecerse de él y perdonarle la vida.

Ahora las guerras ya no tienen rostro, del enemigo nos separan miles de kilómetros y un montón de gadgets tecnológicos que nos permiten acabar con él sin mirarle a los ojos y de la manera más inhumana imaginable.

Como decía el otro día Juan Manuel de Prada, la tecnología nos aleja de la toma de decisiones morales. Nadie se atrevería a estrangular con sus propias manos a su peor enemigo, pero si le dijeran que apretando un botón podría librarse de él, muchos se lo plantearían seriamente. Y esto es lo que acabamos de ver en Líbano.

Un ataque que ha ido (lejos de lo que muchos dicen) a matar a bulto, con la esperanza, eso sí, de que muchos de los que murieran fueran miembros de Hezbollah.

Y volvemos ahora al tema inicial, la publicación de ACOM que comentaba antes. Tras el ataque, ese perfil publicó un vídeo sumamente desagradable, con heridos por amputacion, perforación y fallecidos con el siguiente texto: «¡Hezbolá, bajad la vibración al busca! 🤣🤣🤣🤣» Y el mensaje iba acompañado de unos emoticonos representando carcajadas.

De los muertos y de los heridos un hombre no se ríe. Puede alegrarse –también tengo mis dudas– o respirar aliviado si de quien se trata es de alguien realmente malo.

Pero, en cualquier caso, se alegra en la intimidad y con moderación.

Pero las carcajadas tienen eso, que pueden brotar en el peor momento y ante la situación más cruel posible, y siempre delatan al protagonista de la mueca.

Las carcajadas de ACOM son propias de bárbaros. Seguramente favorecidas también por la distancia que permite la tecnología, en este caso a través de un tuit.

Seguramente, si los de ACOM hubieran paseado por los pasillos de ese hospital lleno de heridos, no se habrían carcajeado tanto y habría salido a flote la humanidad que la tecnología nos ha arrebatado.

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