«¡Aguanta, Pedro!»
El PSOE y su nueva lógica: informar sobre los robos está fatal y perseguirlos desde los tribunales y con la policía supone la más horrorosa afrenta antidemocrática
Los griegos clásicos recomendaban: «Conócete a ti mismo». Pero resulta muy difícil. ¿Llegamos realmente a conocernos alguna vez, o estamos sesgados de manera inevitable por lo mucho que nos queremos y porque nos falta la distancia que requiere una evaluación ecuánime?
Nunca acabas de conocerte. Uno pensaba que era una persona de inteligencia media, de esas que vadean el bachillerato estudiando en la víspera de los exámenes y haciendo los deberes en el bus del cole. Pero el 41º Congreso Federal del PSOE me ha sacado del error. Soy un cenutrio, un obtuso gañancete, pues no logro entender nada.
De entrada, no entiendo de qué se reían en primera fila Mi Persona, su mujer y la ministra de Hacienda (y tampoco capto qué hacía en segunda fila, detrás de ellos, el Padre Ángel, el entrañable ¿Dónde está Wally? de todo sarao). Eran carcajadas de descoyuntarse, como si estuviesen viendo un astracán de Leslie Nielsen tras soplarse unos pacharanes. Desde mi burramia, no entiendo el ataque de risa de un pato cojo que está en el Gobierno pero no gobierna y que tiene a todo su círculo íntimo encausado. O la carcajada jovialísima de la cuádruple imputada. O la risa tipo telele de una Marisu de Triana con una deuda pública desbocada, salpicada además por la guerra sucia contra Ayuso con datos privados de Hacienda (ordenada por Moncloa, según todos suponíamos y empieza a probarse).
Sánchez llegó al poder en 2018 de la mano de los separatistas, invocando la corrupción del PP y prometiendo regeneración. Así que no entiendo qué hacía el PSOE rompiéndose las manos aplaudiendo a Chaves y Griñán, que propiciaron una red de clientelismo multimillonaria con el dinero robado a los parados.
Todo el congreso ha sido un lamento ante «la cacería» que sufren el honesto presidente Sánchez y su honrado partido por parte de los jueces fachas, la prensa bulera y la oposición ultra y semi ultra. «El PSOE denuncia un ataque sin cuartel a un presidente legítimo», resumía el periódico oficialista. Desde mi necedad, no acabo de pillar por qué al PSOE le pareció estupendo que un juez forofo de la izquierda, De Prada, metiese una morcilla partidista en una sentencia a fin de tumbar a Rajoy, y en cambio ahora el trabajo de los jueces les resulta una cacería repugnante. Tampoco logro entender por qué son «bulos» unas noticias que el tiempo ha probado ciertas (amén de necesarias). En mi idiocia irrecuperable ni siquiera comprendo que un político que no ha ganado las elecciones y que sobrevive rehén de los golpistas catalanes, el partido chupategui vizcaíno y la marca blanca de ETA sea calificado de «presidente legítimo». Lo veo bastante ilegítimo.
No entiendo que concluya su congreso puño en alto, cantando La Internacional, una tropa que practica el socialismo caviar y la vida muelle, que pasa de los problemas reales de las familias para obsesionarse con el victimismo «de género», la promoción de la homosexualidad, la subcultura de la muerte, un supuesto apocalipsis climático y la rendición al más retrógrado separatismo xenófobo. Lo del puño resulta quizá comprensible en el caso de Cerdán (tal vez lo esté cerrando para que no le caiga al suelo algún sobre sorpresa de Aldama). Pero me choca que Mi Persona, con un hermano de inexplicable patrimonio, con una mujer aficionada a pastelear con las mayores empresas capitalistas, con unos padres que están forrados y le pagaron la mejor educación privada y ese inglés de veraneo guiri con que deleita a Úrsula von der Sánchez… se lance a entonar puño en ristre el vetusto himno socialista que aboga por «la lucha final» para «hundir al imperio burgués».
Resumen: el PSOE ha inventado una lógica paralela, donde robar está bien si los choris son de los nuestros, informar sobre el robo está fatal y perseguirlo desde los tribunales y con la policía supone la más horrorosa afrenta antidemocrática.
Y colorín colorado, el 41º Congreso se ha acabado. Una propuesta de sede para el próximo: un plácido municipio de la sierra madrileña de salutíferos aires, Soto del Real. Allí vamos a estar todas y todos como en casa. «¡Aguanta, Pedro!».