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HorizonteRamón Pérez-Maura

Hace falta ser miserable

Que Díaz Ayuso hable de «dinámicas delictivas» por parte del Gobierno de la nación contra su persona es lo menos que se puede decir cuando hasta el Tribunal Supremo tiene imputado al fiscal general del Estado por desvelar los secretos fiscales de su pareja. La actitud de Sánchez y adláteres es «a ver quién grita más»

Actualizada 01:30

El nerviosismo del sanchismo es evidente. Yo comprendo que Óscar López ha tenido muy mala suerte siendo designado alternativa a Isabel Díaz Ayuso en Madrid. Solo con ver cómo le fue en 2011 en Castilla y León frente al candidato del PP, Juan Vicente Herrera, un político muy diferente de Isabel Díaz Ayuso, casi me da pena López. Óscar López logró 29 procuradores, Herrera consiguió 53 e Izquierda Unida y Unión del Pueblo Leonés, un procurador cada uno. Vamos, que Juan Vicente Herrera dio una corrida en pelo al que ahora ha sido enviado a plantar cara a Díaz Ayuso con este nuevo sistema político que ha inventado Sánchez, según el cual, la política regional se hace desde el Gobierno de la nación.

Antes de decir nada más, quiero aclarar que no creo haber saludado a Miguel Ángel Rodríguez más de dos veces en mi vida y siempre efímeramente: una vez en un acto público y otra en un restaurante y con otras personas. Sin necesidad de que nadie me intervenga mi teléfono, puedo confirmar que nos hemos intercambiado mensajes en seis ocasiones entre febrero de 2022 y el presente. Sale una media de dos al año.

Y dicho todo esto, no puedo dejar de manifestar que la actuación de Óscar López cubriendo los delitos del Gobierno por el procedimiento de acusar indirectamente a Miguel Ángel Rodríguez de alcohólico es de una miserabilidad difícilmente superable. Y eso ya es decir en los tiempos que corren. Que Díaz Ayuso hable de «dinámicas delictivas» por parte del Gobierno de la nación contra su persona es lo menos que se puede decir cuando hasta el Tribunal Supremo tiene imputado al fiscal general del Estado por desvelar los secretos fiscales de la pareja de Díaz Ayuso. Pero la actitud de Sánchez y sus adláteres es la de «a ver quién grita más».

Óscar López dice que el «único Watergate de pacotilla» es el de Miguel Ángel Rodríguez del que aclara que «supongo que, mezclado con whisky de marca, no diría que es un Watergate, sino que es un whiskygate». El ingenio del señor López es verdaderamente deslumbrante. Yo ni sé ni me importa las copas que se toma Miguel Ángel Rodríguez al día, a la semana o al año. Y creo que es muy poco relevante porque el éxito del trabajo que hace para quien le contrata y pone en sus manos su carrera es evidente para quien tenga ojos en la cara. Pero ese no debe de ser el caso de Óscar López que demuestra ser un miserable que a falta de argumentos políticos ataca a sus rivales con insultos y descalificaciones por supuestas debilidades que quizá le vendría bien a él compartir. A lo mejor así su carrera política iría un poco mejor.

Pero nada, ministro. Como es poco probable que su posición personal tenga una mejora relevante con el nuevo comentido que le han encargado, siga usted al amparo de Sánchez a ver si un día alguna vicepresidente tiene un accidente de tráfico y puede usted trepar un poco más en el escalafón. Porque apuesto lo que quiera, con quien quiera, que por méritos electorales en la Comunidad de Madrid no va a hacer usted carrera.

Ea, con Dios.

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