El PSOE se está disolviendo
Después de lo visto ayer, cualquier día nos encontramos a Carlos Cuerpo como secretario general del socialismo extremeño. Donde me dicen que no tienen el gusto de conocer a este nacido en Badajoz
No sé si damos la suficiente importancia a la recolocación de nuevos dirigentes territoriales que está haciendo Pedro Sánchez. Creo que todos asumimos que lo normal es que cualquier partido político de ámbito nacional tenga una implantación territorial de la que vaya surgiendo un liderazgo regional. Cuando ese partido alcanza el Gobierno nacional tiene muchos espacios donde escoger con qué personas forma Gobierno. Por supuesto que las bases regionales del partido son la primera y más evidente fuente. Pero lo que ahora estamos viendo es el mundo al revés.
En Madrid tenemos un buen ejemplo. El historial electoral del PSOE en la región que alberga la capital de España es catastrófico. No ha conseguido volver a tocar poder desde que Joaquín Leguina fue derrotado por Alberto Ruiz-Gallardón en 1995. Hace treinta años. Que se dice pronto. Ni a Cristina Cifuentes fueron capaces de vencer, que ya es ser incompetentes. Ahora colocan a Óscar López, cuya carrera fuera del Gobierno de la nación se reduce a dieciséis meses como líder del PSOE en el Senado (2015-2016), cinco meses como secretario de organización del PSOE (2014) y líder del PSOE en Castilla y León (2008-2014) donde sacó 29 escaños de los 84 en liza en las elecciones de 2011. Pelotazo.
Qué decir de la nueva dirigente del PSOE en la Comunidad Valenciana, Diana Morant. Antes de llegar a ser ministra de Ciencia, Innovación y Universidades de España había tenido la meritoria ocupación de ser alcaldesa de Gandía entre 2015 y 2021, a donde llegó como concejal en 2011. Al menos había hecho un poco de política sobre el terreno. Pero no parece que fuese una carrera notable. La clave para dirigir el socialismo valenciano está en ser promovida desde Madrid.
Podría decirse que el caso de la inminente candidata a liderar el socialismo andaluz es diferente. María Jesús Montero ha tenido una larga carrera en Andalucía. Ha sido diputada en el Parlamento de Andalucía de 2008 a 2018. A donde llegó «por arriba»: fue designada consejera de Sanidad y Consumo en 2004. Y desde entonces, «por arriba» fue sumando cargos. Llegó a consejera de Hacienda en 2013 y perdió el cargo cuando el PP desalojó al PSOE de la Junta. Sánchez la repescó para ministra de Hacienda en su primer Gobierno y desde entonces la promueve y ahora la coloca como candidata a la Junta. Me pregunto si aparte de su capacidad de polarizar verá en ella alguna otra capacidad política. Y supongo que no seguirá como vicesecretaria general del PSOE cuando se confirme su nueva condición de candidata a la Junta de Andalucía. Porque el que una persona sea capaz de ser vicepresidente primera del Gobierno, ministra de Hacienda, vicesecretaria general del PSOE y secretaria general del Partido Socialista de Andalucía equivaldría a ser superwoman.
Decíamos algunos que hubo un momento en que Íñigo Méndez de Vigo fue el político más explotado de España. Ocupaba en el Gobierno de la nación el cargo de ministro de Educación, Cultura y Deporte y además el de portavoz del Gobierno. Cuando se produjo la intervención de la Generalidad de Cataluña él asumió todas esas funciones en Cataluña también. Es decir, lo que en otros tiempos asumían ocho personas diferentes, él lo hacía solo y por un único sueldo. Hoy se pagan ocho sueldos diferentes por el mismo trabajo en esas administraciones públicas. Me gustaría saber si Montero va a tener un complemento salarial a su sueldo de vicepresidente y ministro por su trabajo en Andalucía.
Creo que resulta evidente que Sánchez está nombrando la dirección regional del partido desde el Gobierno de la nación porque sabe que no tiene bases. Las elecciones municipales de 2023 demostraron incuestionablemente la debilidad del partido. Y sólo puede aspirar a recolocar a los miembros de su Gabinete amparados por la popularidad que les da el aparecer en la rueda de Prensa del Consejo de Ministros. Miren si no el caso de Pilar Alegría. Y después de lo visto ayer, cualquier día nos encontramos a Carlos Cuerpo como secretario general del socialismo extremeño. Donde me dicen que no tienen el gusto de conocer a este nacido en Badajoz.
Lo que estamos viendo el PSOE se parece mucho a un partido hecho desde el poder, no desde la base. Que es lo que hacen los dictadores. Y siempre acaba derrumbándose. Y es, por cierto, el caso de Sumar, un partido creado desde los despachos del poder y que según las últimas encuestas se está diluyendo como un azucarillo en una taza de café. Les aconsejo que echen un poco de licor para animar el trago. Porque, aunque retenga el poder con modos dictatoriales, el PSOE se está disolviendo.