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HorizonteRamón Pérez-Maura

Napoleonchu: Y ahora que Cuba nos pida perdón

Igual que le pido que despliegue todas sus habilidades ministeriales, que exhiba en las Naciones Unidas esa pátina de hombre de Estado que le caracteriza, este repaso a lo que ocurrió en España hace medio siglo puede depararnos grandes momentos de gloria. Sin el más mínimo sectarismo

Actualizada 01:30

Debo reconocer que empiezo a pensar que el ridículo que puede hacer este Gobierno con la celebración de los 50 años de la muerte de Franco me parece de tal magnitud que creo que me voy a cambiar de bando y voy a pasar a ser un entusiasta sostenedor de la celebración.

El pasado día 1, hace dos días, proponía yo en estas páginas (perdón por la autocita) a mi nunca bien ponderado José Manuel Albares, Napoleonchu, el que está echando el rato en el Ministerio de Exteriores mientras la posición de España en el mundo se despeña, que en coherencia con la actitud del Gobierno en esta efeméride, debe demandar ante la Asamblea de Naciones Unidas que condene a la Asamblea de Naciones Unidas que el 21 de noviembre de 1975 guardó un minuto de silencio en memoria del fenecido dictador. Algo verdaderamente intolerable. En nombre de la Asamblea General, su presidente manifestó entonces su deseo de «extender a la doliente familia del generalísimo Franco y el Gobierno español nuestras condolencias y pido a los representantes que se pongan en pie y guarden un minuto de silencio en reconocimiento a la memoria del generalísimo Franco.» En las imágenes que se conserva de ese minuto no se ve un solo embajador, un solo representante de ningún país que se quedara sentado. Y después subió a la tribuna el embajador de España, Jaime de Piniés, a dar las gracias por los telegramas de condolencia enviados por Naciones Unidas «a la familia del jefe del Estado». Porque ese sí era el «jefe del Estado». El título se inventó para él. Y este Sánchez, que quiere borrar el franquismo, ahora está recreando el título de «jefe del Estado» para el Rey. Cualquier cosa menos llamarle «Rey» que es lo que la Constitución dice que es.

Pero igual que he pedido a Napoleonchu que despliegue todas sus habilidades ministeriales, que exhiba en las Naciones Unidas esa pátina de hombre de Estado que le caracteriza, este repaso a lo que ocurrió en España hace medio siglo puede depararnos grandes momentos de gloria. Sin el más mínimo sectarismo. Cotejando hechos incontestables en los que la iniciativa del franquismo no tenía cabida.

Igual que tenemos el reconocimiento póstumo de la ONU a Franco, hay algún otro gesto intolerable que urge que Napoleonchu se ponga a exigir la corrección con urgencia porque es intolerable y una lacra en nuestra amistad bilateral. ¿Saben ustedes que hubo un solo país en el mundo que declaró tres días de duelo nacional «por la muerte del Generalísimo Francisco Franco?» ¿Se imaginan cuál? ¿El Marruecos del Rey Hassán? ¿El Chile del general Pinochet? ¿La Argentina de María Estela Martínez de Perón a quien Franco acogió en Madrid durante su exilio? No. Fue la Cuba gobernada por el Partido Comunista dirigido por Fidel Castro. Me reconocerá ministro que esto es absolutamente inaceptable. Hay que ponerse con la máxima urgencia a exigir al Gobierno cubano y a su partido único, el mismo que gobernaba hace medio siglo, que pidan perdón al pueblo español que lleva medio siglo sufriendo la insensible afrenta perpetrada contra un pueblo que odiaba al dictador y que si fue multitudinariamente a la capilla ardiente del Palacio Real debió de ser llevados a la fuerza, aunque ningún reportero español o extranjero diera testimonio de ello.

Hay que reconocer que Franco había jugado con inteligencia en su relación con Castro como se demostró en el célebre «Incidente Lojendio» acaecido en enero de 1960, cuando el embajador de España, Juan Pablo Lojendio, irrumpió de madrugada en los estudios de la televisión cubana y tuvo una bronca con el propio Fidel Castro, al que exigió una retractación ante sus afirmaciones de que la Embajada de España era un foco de actividades antirrevolucionarias. Lojendio llevaba de embajador en La Habana desde 1952 y fue relevado por Franco al día siguiente con un argumento difícilmente contestable. Su actuación no procedía porque Castro se había metido con Franco, pero no con España. Y Lojendio era el embajador de España. Muy parecido a cuando usted, ministro, retiró a la embajadora de España en Argentina por un comentario del presidente Milei sobre Begoña Gómez. Pero nada, Castro, supongo que como Sánchez, es deudor fiable y quince años después saldó las cuentas pendientes. Así que casi más urgente que exigir a la ONU la rectificación por su minuto de silencio es que usted emplee sus inmejorables relaciones con el Partido Comunista de Cuba y gestione, en este cincuentenario de júbilo inmarcesible, una petición de perdón de ese partido y su Gobierno al pueblo español por aquella intolerable declaración de tres días de luto nacional.

Otrosí: En mi afán de ayudarle en su tarea, le sugiero que el hombre idóneo para realizar esta gestión de alta diplomacia, de Estado, es el camarada Enrique Santiago, secretario general del Partido Comunista de España, antiguo compañero suyo en el Gobierno como secretario de Estado de Agenda 2030 entre marzo de 2021 y julio de 2022 y excelente conocedor de las interioridades políticas de La Habana donde representó a la guerrilla colombiana de las FARC en el mal llamado Proceso de Paz.

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