Hagan juego
Con la pastizara que sí aportará Murtra —un tipo que puede presidir cualquier cosa salvo que sea de forma transparente—, piensan forrarse en Indra los amiguetes del régimen aprovechando la nueva política de rearme que Trump exige a la OTAN
Medio bolivariano, medio woke, ¿cómo no iba a meter Sánchez sus manazas en las grandes empresas? Iba de suyo. Empezó engañando como a chinos a los más altos ejecutivos del Ibex. También hipnotizó a la gran patronal y, por supuesto, a los sindicatos. De estos ya no esperas nada; su concepción sigue siendo «de clase». Si ya se han modernizado, que bajen el puñito. A diferencia del difamado Musk, los sindicalistas —como Sánchez, como Montero, como Zapatero— siguen uniendo los cinco continentes en la mano derecha y, por si alguien no lo pilla, cantan a la vez ‘La Internacional’, reivindicación (esta sí) del totalitarismo, de una ideología letal. Aunque de eso apenas se queje nadie en los papeles (en las pantallas, quiero decir). Los unos porque estarán de acuerdo con el ajuste demográfico por la vía del asesinato de masas llevado a cabo por otros levantadores de puño: Lenin, Mao, Pol Pot, Stalin, la monarquía comunista norcoreana. Los otros, por miedo a que les llamen fascistas. Porque si te ciscas en el comunismo es que eres fascista, ¿sabes? Vuelvo al Ibex, que por fortuna aún no levanta el puño, aunque ya no descarto nada.
Esos señores, que responden como un solo hombre al toque de silbato sanchista (y si hay que ir a Davos se va, y si hay que someterse a poderes que nadie ha elegido, se somete uno), no son empresarios: son altos ejecutivos, algo bastante diferente. Las empresas que gestionan nuestros amigos son tan grandes que pueden permitirse perder dinero unos años, o no ganarlo, y no pasa nada. Hay pulmón. Incluso en una empresa quebrada llamada Prisa puede el presidente subirse el sueldo (que ya venía fino) un cincuenta por ciento mientras reparte cero beneficios. Qué va a repartir. Eso sí, al servirle cada día cien tantos propagandísticos a Sánchez desde Lo País y desde la SER (la NADA, debería llamarse), el especulador, ruinoso para sus accionistas, ha logrado meter un pie en Indra, la deseada. Entiéndase que el pie lo ha metido él; no es que esté pensando en beneficiar con movimientos accionariales a los desplumados accionistas de Prisa, propietarios de miseria, deuda y fake news.
De entre las muchas relaciones —presentables o no— que hay entre la próxima rebatiña de Indra y la inminente merienda de negros de Telefónica, destaca una: al presidente de Telefónica lo ha echado Sánchez con humillación (ven a Moncloa, que te voy a contar una cosita) porque aquel se negó a comprar unidades de negocio de Indra a un precio superior al de mercado. Vayan haciéndose una idea de las reglas de juego de este casino. Con la pastizara que sí aportará Murtra —un tipo que puede presidir cualquier cosa salvo que sea de forma transparente—, piensan forrarse en Indra los amiguetes del régimen aprovechando la nueva política de rearme que Trump exige a la OTAN. Sánchez, obviamente, se apresta a cumplir la voluntad de don Donald por altruismo y sentido de la solidaridad occidental. ‘Quel bordel!’