Un caso para Torrente o Mortadelo
¿Quién podía tener interés en asaltar los hogares de los abogados del novio de Ayuso y de su arquitecto? ¿Les dio el punto sin más a unos manguis marroquíes?
En la límpida democracia de Sanchistán ocurren unos portentos cada vez más asombrosos. Entre el mes pasado y lo que va del actual resulta que han sido asaltados los hogares de dos abogados que se ocupan del caso del novio de Ayuso y también el despacho del arquitecto que llevó a cabo la reforma de su piso (el famoso inmueble que es objeto de denuncias de la izquierda). Además, el propio coche de González Amador fue forzado y registrado por desconocidos.
Pero que nadie se inquiete, por favor. No intentemos ver cosas raras. Es una mera casualidad. Hay mucho chori por ahí suelto y por puro azar ha coincidido que todos se han puesto a mangar en el mismo período de tiempo el entorno del novio de Ayuso, personaje que casualmente es el epicentro de una guerra política que puede llevarse por delante al fiscal general (y tal vez, andando el tiempo, incluso a algún insigne inquilino monclovita).
Carlos Neira es uno de los tres abogados que defienden al novio de Ayuso en su caso con Hacienda. En diciembre, tres encapuchados entraron en su casa y además sus correos fueron hackeados. El 11 del presente mes le toca a la abogada Guadalupe Sánchez, de cuya casa se llevaron un ordenador Apple (había otro más, pero solo les interesó el suyo, vaya usted a saber por qué). Por fin, el viernes pasado, turno para el arquitecto que llevó a cabo la reforma de la casa de la pareja de Ayuso, al que también visitan los ladrones.
La abogada, que ya había denunciado lo suyo en su día, dio cuenta más tarde a la Guardia Civil de ese cúmulo de casualidades. También logró rastrear dónde estaba su Apple robado, utilizando para ello otro dispositivo suyo de esa marca, y avisó a las fuerzas de seguridad del paradero del portátil. Este miércoles, a las nueve de la noche, la Guardia Civil detuvo en Algeciras a tres marroquíes que iban a cruzar la frontera hacia su país con el ordenador de la letrada de Amador.
Hay todavía algo más, otra casualidad: la abogada dice que varios de los detalles que ha contado solo a la Guardia Civil en sus denuncias, luego resulta que aparecen de inmediato en medios afines al Gobierno. Pero los agentes de la Benemérita con los que habla le aseguran que ellos no filtran.
Y ahora vamos a jugar a los detectives. Hay cuatro hipótesis posibles:
1.- Los manguis marroquíes que tenían el ordenador, que robaban donde podían, resulta que entraron por puro azar en la casa de la abogada de Amador, y ocurrió precisamente en la misma época en que sufrían robos otros profesionales contratados por él. Pero fue solo una casualidad. Los casos no están relacionados. No hay trama alguna para hacerse con material privado del círculo de González Amador.
2.- Los manguis marroquíes se pusieron a robar aleatoriamente por media España, y resulta que por azar acabaron guindando en las casas de dos abogados de Amador, en la de su arquitecto y entrando en su coche, amén de hackear los correos de otro letrado. Las posibilidades estadísticas de que ocurra algo así son mil veces inferiores a las que tiene Cañita Brava de convertirse en el próximo presidente del Gobierno.
3.- Los manguis marroquíes que han aparecido con el ordenador en Algeciras no perpetraron ese robo ni los restantes. Alguien les pasó el portátil. Los robos en los domicilios, el hackeo y el registro del coche fueron obra de especialistas. Y aquí viene la pregunta clásica latina, la vieja alocución del derecho romano: cui bono o cui prodest, es decir, ¿quién se beneficia? ¿A quién le puede venir bien acceder a material privado del novio de Ayuso? ¿Quién mantiene una batalla a brazo partido contra él? ¿Quién puede salir mal parado si se prueba que hubo una guerra sucia del aparato del Estado contra González Amador para desacreditar a su pareja, Isabel Díaz Ayuso?
4.- Lo que ustedes piensan y yo también.
Existen detectives de cerebro descollante, como Sherlock Holmes y Hércules Poirot. Los hay más domésticos e intuitivos, como el inspector Maigret. Contamos también con fantásticos investigadores aficionados, como el Padre Brown y Miss Marple. Pero para resolver el enigma que acabamos de plantear no se necesitan tales eminencias. La cosa está tan clara que la X de la ecuación la despejaría de tacón hasta Torrente, el brazo tonto de la ley, o incluso Mortadelo y Filemón.
España está avanzando a pasos veloces hacia una argentinización de la vida pública al estilo de la sórdida era Kirchner. Un Watergate a plena luz del día y aquí no acaba de pasar nada.