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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Aplazamiento y maravilla

Y siendo alcalde socialista, desnudó de mentiras, falsedades y demagogias baratas a «Nunca Mais», una asociación nacida para demostrar que el «Prestige», el barco que derramó toneladas de fuel por las costas gallegas y otras del Cantábrico, lo comandaba José María Aznar, en lugar del capitán griego Apóstolos Mangouras

Actualizada 08:27

Educada advertencia: El artículo de hoy nada tiene que ver con Sotoancho ni su nuevo empleado transexual Mokongo. La operación ha constituido un éxito, Mokongo convalece, y su feliz convalecencia, de nuevo masculina, no da para mucho más. Gracias a todos lectores que se han interesado por su salud.

Barca

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En vista de ello, les voy a narrar una historia de amistad. Hace muchos años, era alcalde de La –sí, «LA»-, Coruña, el político socialista Francisco Vázquez. Se opuso a ese absurdo arrebato de Fraga Iribarne de imponer en el uso del español la denominación de «A Coruña», que fuera de Galicia suena a dirección de carretera. Y siendo alcalde socialista, desnudó de mentiras, falsedades y demagogias baratas a «Nunca Mais», una asociación nacida para demostrar que el «Prestige», el barco que derramó toneladas de fuel por las costas gallegas y otras del Cantábrico, lo comandaba José María Aznar, en lugar del capitán griego Apóstolos Mangouras. Posteriormente, –ya éramos amigos–, Paco Vázquez fue nombrado Embajador de España ante la Santa Sede, en los tiempos queridos y admirados de su Santidad el Papa Benedicto XVI.

Pero con anterioridad a todo eso, una mañana recibí una llamada suya. Los alcaldes son tan importantes que no tienen tiempo de marcar o pulsar los números de teléfono y casi siempre lo hacen sus secretarias. El Rey Juan Carlos llamaba directamente, y Paco Vázquez, también. Me llamó para un asunto insólito en un alcalde. Saber si yo tenía en mi biblioteca un ejemplar de la colección Crisol que le faltaba. No lo tenía. Y hablamos de libros. Somos bibliófilos, y la biblioteca de Paco Vázquez es pasmosa. Paco Vázquez fue un extraordinario embajador de España, y con la llegada fraudulenta al poder de Pedro Sánchez se dio de baja del PSOE para seguir siendo, sin dar explicaciones a nadie, un hombre libre.

En La Coruña me presentó una conferencia en el Real Club Náutico, y aquel mismo día conocí parte de su biblioteca. Y añoré mi infancia. Tenía, perfectamente ordenados y encuadernados los viejos tebeos de los héroes del Oeste americano, casi todos ellos cantantes de «country». Una mañana recibí un paquete de Correos. Un inciso. El gran humorista Evaristo Acevedo, autor de la Cárcel y la Comisaría de Papel en «La Codorniz», fue cartero. Y decía que le atormentaba su timidez cuando acudía a una casa a dejar una carta certificada, por el carácter imperativo de la empresa postal prendida en su chaqueta: «Correos». Final del inciso. Recibí un paquete con una preciosa caja encuadernada con ejemplares de mis tiempos infantiles, editados por la mexicana Novaro. Roy Rogers, Gene Autry, Red Ryder, Hopalong Cassidy, Rex Allen, El Llanero Solitario… más de veinte tebeos reunidos. Y esas cosas se agradecen y no se olvidan.

Para tranquilizar mi ánimo por la operación de Mokongo, que ya tiene su cosita pegada y ha vuelto a sentirse hombre, a la sombra de un magnolio, con el cielo montañés y cantábrico limpio y más de 22 grados de temperatura, animado también por los tres goles de Mbappé, la victoria del Real Madrid y la derrota de ese tipo que no para de hacer porquerías con la saliva, he pasado unas horas maravillosas releyendo los tebeos que me regaló Paco Vázquez. Las horas maravillosas son consecuencia de las mujeres y los amigos maravillosos que uno tiene la suerte de encontrarse en la vida. Y hoy me toca agradecérselas públicamente a mi amigo Paco, «Bing, bang, zing, rrruumbbble, crash, snif snif, toc toc,» las joyas onomatopéyicas de mi infancia.

Por ti, Paco, y que Dios te bendiga.

Posdata: Dependiendo de la recuperación de Mokongo, o de su empeoramiento clínico, dejo al aire el capítulo del lunes 3 de marzo.

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