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Post-itJorge Sanz Casillas

Pedro Sánchez, el racista asintomático

Ahora nos dirán que Cataluña es una arcadia feliz, que ya no se queman contenedores. ¡Pero cómo se van a quemar! ¡Si están consiguiendo todo aquello por lo que se manifestaban sin tener que levantarse del sofá!

Actualizada 01:30

El 26 de abril de 2019, Pedro Sánchez dijo en la Cadena SER lo siguiente: «No quiero que la estabilidad de este país descanse en manos de las fuerzas independentistas». No se han cumplido ni seis años de la frase. Pero para no querer, desde entonces se han aprobado los indultos a los delincuentes del 1 de octubre, se ha derogado el delito que cometieron (la sedición), se ha rebajado la malversación y se ha aprobado una amnistía que Cándido Conde-Pumpido ya se encargará de legalizar a martillazos. Después se ha negociado un cupo agravioso para el conjunto del país, se les ha promovido una quita del 22 % de su deuda con el Estado (es decir, contigo y conmigo) y ahora les han cedido las competencias en materia de inmigración. Pues menos mal que no quería que la gobernabilidad de España descansara sobre el separatismo. Porque la gobernabilidad no sé, pero el BOE y el Código Penal lo están escribiendo ellos.

En su comunicado tras el último acuerdo, el PSOE explicaba que «el 18 % de la población catalana tiene nacionalidad extranjera y un 24 % han nacido fuera de Catalunya» y que estas cifras daban buena medida de la «trascendencia del fenómeno migratorio». Dicho así suena muy Aquarius, pero donde ellos dicen «fenómeno» están queriendo decir «problema», comprándole a Junts esa doctrina según la cual las personas de fuera diluyen el conocido como «hecho diferencial» catalán. Bienvenido por tanto al club de los fachas, Pedro, al club de los que pensamos que una inmigración descontrolada se traduce con frecuencia en problemas de adaptación y delincuencia. Que se lo digan a Alemania, por cierto, que lleva cinco atentados en apenas dos meses. El caso es que Pedro era un racista asintomático porque lo era pero no lo sabía, hasta que se ha dado cuenta de que bien merece la pena que Junts exija C1 de catalán a los magrebíes si con ello sigue durmiendo en Moncloa. A Sánchez le ha ocurrido lo que a esa gente que dice no ser racista hasta que un extranjero les ocupa la casa de los abuelos. Cuando te tocan lo tuyo defiendes lo que haga falta, incluso que Puigdemont reparta los carnés de catalanidad.

Ahora nos dirán que Cataluña es una arcadia feliz con Salvador Illa, que ya no se queman contenedores. ¡Pero cómo se van a quemar! ¡Si están consiguiendo todo aquello por lo que se manifestaban sin tener que levantarse del sofá! Gracias a Sánchez el separatismo está cumpliendo con su hoja de ruta paso por paso y sin tirar un solo adoquín. ¿Dónde está entonces el mérito o la victoria? Y esto me lleva a la siguiente reflexión: y es que el separatismo funciona ya como los sindicatos, es decir, solo queman las calles cuando gobierna la derecha. Porque el plan último de todo esto es ese: que en España solo pueda gobernar una ideología manirrota y corrupta que, para más señas, no tiene ningún reparo en deshilachar España. Algún día el sanchismo caerá, pues nada dura eternamente, y el independentismo le montará el número a Feijóo, Ayuso, Abascal o al que venga, y dirán que la derecha no tiene «talante». Y no será cuestión de talante, será cuestión de que de aquí a dos años no quedará más Estado para entregar por piezas.

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