El feminismo y el bikini de Leonor
El feminismo excarcelador quiere pagar con los demás todos los traumas acumulados en media vida riéndole las gracias a Errejón y Monedero
Mientras la España distraída comentaba las fotos de la Princesa Leonor en el Diez Minutos, el letrado del Congreso que se opuso a la amnistía pedía su baja en protesta por los nuevos atropellos constitucionales que se están tramitando. «No se me puede exigir que asuma tal responsabilidad, ni siquiera como convidado de piedra», escribió el hombre en una carta, confirmando que todavía queda gente que no quiere encadenar su prestigio al de un Gobierno instalado abiertamente en la ilegalidad.
Yolanda Díaz no encontró tiempo para valorar esta pérdida, pero sí para comentar la portada de la Princesa, señalando que obedece al «machismo» estructural que todo lo invade, y que debe ser como el «madridismo sociológico» que denuncia Laporta cuando los árbitros le pitan mal al Barça.
Para la cofradía del puño morado todo es susceptible de ser machista. Un piropo, un elogio, el hecho de dar dos besos a ellas y la mano solo a ellos. También el aire acondicionado encendido en la oficina, por no considerar que ellas tienen la temperatura corporal más baja. O el aire acondicionado apagado, porque las obliga a quitarse prendas de abrigo para gozo y disfrute de sus compañeros varones, convertidos ya en potenciales agresores. Vivimos en un estado de histeria general que ha difuminado hasta los límites de la violación, que de un tiempo a esta parte son como los limites del humor: nadie sabe dónde están. Y para muestra, la absolución de Alves, todavía recurrible.
Todo este delirio es culpa del neofeminismo excarcelador, que no solo no ha reducido sustancialmente las cifras de violencia contra la mujer, sino que ha mejorado la situación procesal de muchos de sus agresores. Esos sí que son un peligro real, y no se vieron pancartas moradas alertando de ello. Por contra, el diario El País publica más o menos cada siete días que los jóvenes de ahora son más reaccionarios y que no tragan con los postulados del feminismo, que les ha quitado la presunción de inocencia y quién sabe si alguna cosa más. Un feminismo histérico que pretende pagar con la gente común todos los traumas acumulados en media vida riéndole las gracias a Errejón y Monedero, que también son inocentes hasta que se demuestre lo contrario, por cierto, lo que no quita que quizá sean más sucios que la funda de un jamón. O eso al menos van diciendo ahora.
Los chavales de la quinta de Leonor se han hartado, y yo que me alegro, de toda esta caterva informe. Un feminismo brutalizado que lo único que tiene es ideología pero ni sabe de Derecho –como se ha visto con el 'solo sí es sí'– ni sabe de Biología –como evidencia la ideología trans, que quiere hacernos creer que hasta un señor con barba y dos hijos escolarizados puede ser una mujer–.